07.11.2023
A 20 años del cierre del parque de diversiones Interama con sus 60 juegos que tenían “una tecnología de la NASA” para la época, un período en el que este parque diseñado por expertos de Disney World se reconvirtió en un espacio verde de la Ciudad de Buenos Aires, sus fanáticos buscan mantener viva la pasión por las atracciones que les hacían “salir el corazón”, como las montañas rusas extremas o la Torre Espacial, uno de los miradores más altos de Sudamérica.
Gabriela Wist y Hernán Rodríguez son dos de los fanáticos del parque que entre 1982 y 2003 llegó a batir récords con más de 35.000 visitantes por día. Estos superfans contaron historias y misterios del Parque que todavía quedan sin resolver.
“Una vez fui capaz de sacar pasajes para irme de vacaciones a Formosa porque descubrí que allá había algunos juegos del parque recuperados”, aseguró Gabriela durante una recorrida por las ruinas de Interama en Villa Soldati, un terreno que originalmente ocupaba 110 hectáreas sobre avenida Fernández de la Cruz casi Escalada, y fue el parque de diversiones más grande de Latinoamérica.
Hoy el predio se redujo por la construcción de la Villa Olímpica y el Hospital Cecilia Grierson, pero todavía se puede visitar los fines de semana un cuarto de todo lo que era Interama, que llegó a tener 60 juegos importados de Europa y Estados Unidos.
Desde que cerró, Gabriela recorre el país para visitar los parques itinerantes que tienen algunas de las atracciones de Interama restauradas. “Cada vez que subo de nuevo a un juego se me sale el corazón porque yo le agarré amor al parque. Me sacó de muchas situaciones feas”, remarcó la mujer de 55 años que es comerciante y fundó la agrupación Unidos por el Parque de la Ciudad (UPC).
“Con mi ex marido tenía problemas de violencia de género y yo me iba al parque a distraer. Era como ir a otro mundo”, relató. Vestida con un antiguo uniforme del parque, un traje con una blusa blanca, un chaleco verde y una pollera azul acampanada, Gabriela contó que fue por primera vez a sus 16 años y tenía la ventaja de que su mamá trabajaba en la imprenta que hacía las entradas. “Iba gratis las veces que quería sola o con amigos. También llevé a mi actual marido que de blanco quedó transparente porque no todos resisten los juegos”, dijo.
Por su parte, Hernán (45) es técnico electrónico, administra la cuenta de Instagram @torreespacialok con más de 12.000 seguidores y organiza recorridas por el parque. Hernán asegura que “el diseño fue muy innovador” y diferente al Italpark porque todo estaba pensado al detalle, desde los caminos hasta los jardines.
El parque fue inaugurado en 1982, pero el nombre de Interama le duró solo un año porque con la vuelta de la democracia se le revocó la concesión a la empresa privada por incumplimiento del contrato y quedó en manos de la Municipalidad, pasándose a llamar “Parque de la Ciudad”.
El proyecto fue idea del militar Osvaldo Cacciatore, intendente porteño durante la última dictadura, quien planeaba construir el “Parque Zoofitogeográfico y de Diversiones de la Ciudad de Buenos Aires”, pero jamás se llegó a completar el diseño original que fue realizado por tres estudios de arquitectos de Estados Unidos que trabajaron en los parques temáticos de Disney World.
El zoológico, que nunca se construyó, iba a emplazarse en el actual Parque Indoamericano, donde los animales iban a vivir sueltos en hábitats naturales recreados. Como complemento se pensó el parque de diversiones y “hoteles cinco estrellas para el turismo internacional”, explicó Hernán, quien realizó una maqueta en escala mil veces más pequeña que el parque para representar el proyecto completo de Interama.
Se buscaba transformar en un complejo de lujo a las tierras del sur porteño que eran el gran basural de la Ciudad de Buenos Aires y antes habían sido un terreno inundable conocido como el Bañado de Flores. “Más que una idea fue un capricho porque no hicieron ningún estudio previo”, apuntó a Télam el aficionado y agregó que el parque “terminó costando alrededor de unos 180 millones de dólares y se convirtió todo en deuda externa”.
Después del furor del parque en los primeros años, su ocaso comenzó en 2001 cuando un operario falleció mientras reparaba un juego y para el 6 de noviembre de 2003 el juez Roberto Gallardo clausuró algunas atracciones. Fue ese mismo día que el Gobierno porteño decidió cerrar en forma preventiva todo el predio. Si bien el parque volvió a abrir en 2007, por pocos meses y con solo 14 juegos infantiles habilitados, jamás volvió a ser el mismo después del 2003. Desde entonces, se fue transformando en un espacio verde público, mientras que las estructuras gigantes de metal descoloridas de los juegos siguen emergiendo entre los pastos como fósiles del Disney porteño que no prosperó.
La Torre, con sus 208 metros de altura total, es el emblema del parque y es también una de las grandes pasiones de Hernán, quien todavía hoy se pasa horas elucubrando teorías con grupos de fanáticos por WhatsApp. Ente los misterios que lo inquietan, Hernán intenta desentrañar por qué de los siete lagos que se construyeron, dos fueron tapados antes de la inauguración.
Sobre los mitos que rodean al parque, el aficionado señaló que muchos ex empleados revelaron que cuando Interama estaba abierto hasta la madrugada había molinetes que giraban solos. Si bien él nunca vio eso, sí asegura que sentía “una sensación rara” al caminar cerca del edificio inconcluso que estaba inspirado en el Panteón de Roma y hubiese sido el primer Cine Imax 3D de América Latina.
“Hace poco me enteré de que cerca de ese edificio, antes de que existiera el parque, hubo un accidente muy grave”, contó sobre la tragedia que ocurrió en 1962, cuando un tren del Ferrocarril Belgrano Sur embistió a un micro escolar y murieron 42 personas.
En la recorrida por el parque aún se puede ver en pie la montaña rusa Vertigorama, que se trajo de Suiza y era una de las más grandes del mundo, pero nunca se habilitó. Cuando le revocaron la concesión a Interama, la montaña rusa fue vandalizada y se robaron el controlador programable “que para la época era una cosa de la NASA”, afirmó Hernán.
En los últimos 20 años distintas asociaciones de fanáticos se ofrecieron para restaurar ad honorem los juegos. Sin embargo, fuentes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires indicaron a Télam que la viabilidad de esas propuestas “es compleja por dificultades en torno al marco legal” y los seguros para los voluntarios. También descartaron que existan proyectos para que los juegos vuelvan a funcionar.
“Hasta el 2019 lo que se hizo fue removerlos y venderlos a privados. Los que todavía remanen son juegos que no son redituables”, explicaron. Entre las atracciones que quedan de pie, Gabriela prometió que no va a dejar morir al parque. “Para mí representa mi vida”, concluyó.