11.1.2023
Por Andrés Manrique
Atravesamos un año de vaivenes entre violencias judiciales y políticas, la emoción de un triunfo deportivo mundial y la constante preocupación de una economía que no para de apretar. No obstante, un sitio emblemático fue recuperado haciendo accesibles a toda la ciudadanía expresiones de la diversidad cultural del más alto nivel, de manera pública y gratuita. El Centro Cultural Borges ha rebrotado con una energía renovadora durante un año de actividad incesante. Desde hacía un cuarto de siglo no se observaba tal movimiento allí donde las artes visuales, la literatura, la música, el tango, las letras y la danza fueron acogidas de múltiples formas; entre exposiciones, conciertos, conferencias y seminarios, en sus casi diez mil metros cuadrados de superficie.
Entre la semifinal y la final del torneo mundial de fútbol, Ezequiel Grimson, el director del Centro Cultural Borges, y Jimena Pautasso, directora de programación, dispusieron de una hora para repasar las actividades llevadas a cabo a lo largo de un año abundante de logros. En nueve meses, luego de un 2021 dedicado a la infraestructura, lograron remontar una historia de gestión privada, que durante veinticinco años fue parcelando al CCB en pequeños nichos y muestras aisladas. Basta revisar la programación del 2022 o haber pasado algunas tardes allí para encontrarnos con las múltiples ofertas culturales, guiados por la alegría de los jóvenes que atienden y guían al visitante. La predisposición de los entrevistados desplegó un mapa en el que la cultura volvió al microcentro para cobrar relevancia en la vida cosmopolita de Buenos Aires.
¿Cuál fue el objetivo al asumir la dirección de un Centro Cultural emplazado en una manzana con tanta historia?
Ezequiel Grimson (E.G.): uno de nuestros objetivos fue el de recuperar el lugar predominante que tuvo este espacio en la cultura argentina. Nos parece importante no olvidar que acá en 1896 se fundó el Museo Nacional de Bellas Artes. Después nació la Colmena Artística, centro de la vida cultural porteña y, a mediados del siglo XX, se le sumaron los grandes murales de Berni, Colmeiro, Castagnino, que lo terminaron de configurar como un espacio fundamental que lindaba con la vieja Facultad de Filosofía y Letras, donde hoy está el rectorado, y con todo el nexo de la calle Florida y la manzana loca del Di Tella. Fue un espacio fundamental de cultura que los últimos años estuvo decaído porque el proyecto privado que se trató de implementar no funcionó. Tan es así que el Estado tuvo que intervenir para salvar fuentes de trabajo e invertir en la puesta en valor del espacio. Esta decisión política es lo que nos permite que todos y todas estemos disfrutándolo ahora.
¿Cómo fue asumir el cargo de la dirección?
E.G.: Asumimos este desafío con la convicción de que podíamos hacer algo realmente interesante para el campo cultural. Fue un ofrecimiento del propio Ministro de cultura, Tristán Bauer. El equipo venía de trabajar como parte de la Subsecretaría de Políticas Culturales de la Provincia de Buenos Aires, pero toda la primera etapa fue difícil porque fue en plena pandemia y tuvo que ver con la remodelación de la obra pública y formulación de proyectos y perfiles para lo que buscábamos hacer. Este lugar, de gran valor arquitectónico, estaba tapeado con paredes de durlock. Cuando asumimos la dirección había pequeñas oficinas incrustadas por todos lados, que ocultaban las grandes carpinterías del siglo XIX. Tuvimos que realizar un trabajo inmenso para volver a mostrar este edificio, que es un Monumento Histórico Nacional.
Con respecto a los perfiles, como la zona está tan vinculada al turismo, pensamos en el tango y en la danza. Y le dimos continuidad a dos proyectos privados que ya estaban funcionando acá: el proyecto de Luis Felipe Noé que se llama La línea piensa y que cura junto a Eduardo Stupía; y la escuela Fundación Julio Boca. Sostuvimos la continuidad porque ambos proyectos no sólo se corresponden con referentes de la cultura argentina, sino porque estaban funcionando realmente bien. Y porque tener una escuela dentro del Centro Cultural es muy atractivo por el movimiento de juventudes que genera.
La fotografía es otro de los ejes sobre los que trabajamos de manera transversal. Porque tenemos una fotogalería en el primer piso, pero también hicimos muestras en el pabellón 3 del segundo piso. Y agregamos producciones de fotógrafos a los que invitamos para que vinieran a producir acá, no solo a exponer, porque nos parecía que la fotografía a veces queda acotada a la exposición o a la muestra. Y por eso convocamos a Rafael Calviño, Cecilio Profético, entre otros… Y ahora continuamos estudiando ideas para ver de qué manera hacemos una exposición no convencional con todo el material que produjeron.
Jimena Pautasso, directora de programación (J.P.): El proyecto de los y las fotógrafas tiene que ver con las miradas sobre el Borges. Cómo habitamos este espacio. Porque en el viejo Borges se venía a una exposición en particular, pero no a ser parte activa del espacio. Ahora, en cambio, una persona viene a un concierto, pero también pasa por una exposición, recorre el primer piso. Produjimos un habitar que antes no ocurría.
¿Están conformes con este primer año de gestión?
E.G.: Fue un gran año para el Borges porque los diversos públicos que pasaron se fueron contentos, agradecidos; y las y los artistas, también. Ahora estamos abocados a construir la página del Centro Cultural, que oficiará como espacio de exposición. Esperamos abrir el año que viene con página web.
J.P.: Por un lado, armamos equipo con la gente que venía trabajando ya en el Borges, y también recuperamos proyectos como el de Adriana Barenstein, de Experiencias en Escena, que se pudo incorporar dentro de la órbita del Ministerio de Cultura de la Nación. Nos ocupamos de tejer esas alianzas, parte de la memoria de este espacio.
E.G.: Pensar el público de manera activa hace que no sólo se acerque para ver un show de tango, sino que viene a bailarlo, a estudiar. Lo mismo con los fotógrafos que no solo vienen a exponer su obra, sino a producirla acá mismo. Además, tenemos el orgullo de albergar el taller Argentina desde el Piano, que conduce Hilda Herrera, donde se aprenden los distintos folclores de nuestra patria. Esto hace que los músicos vengan al Borges a producir su música. No es sólo un centro receptivo y pasivo, sino que es escuela, espacio de taller, biblioteca. Por ejemplo, hicimos un ciclo que se llamó Siete Tardes, con debates interesantísimos; presentaciones de libros.
J.P.: Hay mucha gente que viene a leer, que ya es habitué del Borges porque hemos armado una biblioteca que se ha convertido en espacio fundamental.
Daniel Franco, agente de prensa (D.F.): también tiene un área que recibe a escuelas y grupos de adultos mayores, que vienen a hacer visitas guiadas con personas formadas en públicos.
¿En qué se ha diferenciado respecto de otras gestiones?
E.G.: Nosotros pensamos al Centro Cultural en dos sentidos concretos. Por un lado, no podemos pensar que funcione para afuera si no lo hace para adentro. Por eso trabajamos en los mejoramientos de oficinas, en el espacio de comedor, en el de descanso y en el de las horas de estudio. Por otro lado, implementamos un programa que desarrolla el Ministerio a través de la Subsecretaría de Espacios y Proyectos especiales, que se llama Programa Prácticas. Está dedicado a chicos y chicas que acaban de terminar el secundario y que hacen su primera práctica laboral por nueve meses en un espacio del Ministerio de Cultura. Este año ya trabajamos con diecinueve chicas y chicos de 18 años que hicieron su primera experiencia de trabajo con mucho entusiasmo. Si pensamos que el paradigma de la primera experiencia laboral en la Argentina era el servicio militar obligatorio… bueno, hemos dado un salto cualitativo. Nos parece de primera importancia que un primer empleo sea en alguna institución de cultura del país: Museos Nacionales, Tecnópolis, el Centro Cultural Kirchner… porque es una gran oportunidad para que hagan su experiencia. Y no como pasantes, esto es importante, sino con un contrato en blanco; ni más ni menos que con todos los derechos y obligaciones que implica un empleo: recibo de sueldo, días de examen.
¿Cómo es el criterio de selección de prácticas y muestras?
J.P.: Tuvimos un desafío que fue el de alojar las Instituciones que forman parte también del Centro Cultural. Como por ejemplo el Museo Nacional de Arte Oriental, El Salón Nacional, El Museo Nacional de Bellas Artes. Hay algunos espacios que quedan más institucionales y con exposiciones que tienen que ver y se gestionan con otras alianzas.
¿Cómo es la producción en el Borges?
E.G.: Todo es producido por el Ministerio de Cultura. Tenemos un equipo de montaje propio.
J.P.: Sí, el equipo de montaje está conformado por artistas, y es súper profesional.
¿Están contemplando algún programa para el panorama de esta economía?
E.G.: Por un lado, empezamos a desarrollar un programa que se llama Borges y los barrios, en el cual distintas expresiones barriales acercan su material, que puede ser música, danza, fotografía, pintura. Por otro, la idea de inclusión del Borges es la de poder ofrecer espectáculos, conciertos o exposiciones de altísima calidad y costo, con entrada libre y gratuita. De ese modo, generamos una oportunidad de conectar a la ciudadanía con la obra de grandes maestros de las artes visuales; de escuchar un concierto de alguno de los más grandes músicos argentinos, que si fuera una propuesta privada cobraría una entrada carísima.
D.F.: Además, este año articulamos con 39 sindicatos de Capital Federal, y para la charla inaugural del Congreso de cultura y trabajo que se hace anualmente abrimos el auditorio Mercedes Sosa. Y junto a UTE le abrimos la puerta a las tres escuelas de música más importantes de CABA (la Piazzola, el Manuel de Falla, y el Esnaola). Estudiantes de distintos niveles vinieron a mostrar al auditorio lo que estaban haciendo: quintetos de jazz, orquestas de tango. Imaginate que la escuela pública encuentre el auditorio Piazzola a su disposición. Es un estímulo enorme para el estudiantado; pensá que solo a fin de año pasaron por ahí Diego Frenkel, Martín Buscaglia. Y el Centro Cultural recibe a los familiares de los alumnos, a los alumnos y los acoge, como a artistas de larga trayectoria.
E.G.: Y no sólo por los artistas que han tocado en el auditorio, sino por el alto nivel de las condiciones. Contar con la experiencia de camarines propios, de una prueba de luces, de sonido; es una apertura a oportunidades de experiencia muy interesante.
J.P.; En la misma línea de apertura y al ser un espacio para todos y todas, por ejemplo, en las vacaciones de invierno se realizaron una cantidad de talleres de danza, de música, una obra de teatro vinculada a la obra de Jorge Luis Borges. Se incluyeron una enorme cantidad de chicos y chicas, y apuntamos a eso de nuevo el año que viene.
Con respecto a la selección de programación, en ese momento por ejemplo elegimos una muestra de Marcos López: Clásico y Moderno (fotos que compró en anticuarios, y las intervino con pintura) y que fue uno de los grandes hitos de las visuales de este año. Y el público lo disfrutó, más allá de la inauguración, porque en ese mismo espacio se dan clases de tango.
¿Hay alguna de las expresiones estéticas, a su entender, dentro del Centro que actualmente tenga más relevancia?
EG.: La danza en el Borges ha cobrado un lugar muy protagónico en un marco en el que las artes visuales también tienen una pujanza muy grande. Por la Fundación Julio Boca y por Experiencias en Escena, más vinculada a la danza contemporánea, pero además porque inauguramos una milonga en la esquina de Córdoba y Florida, y abrimos el Borges a expresiones no comerciales de la danza tango, trascendiendo el tango for export, y arriesgándonos con espectáculos más interesantes, como No es Tango. No le damos sólo cabida a las artes clásicas.
J.P.: Tiene mucho que ver con los cruces. Matria, por ejemplo, que venimos trabajando junto al Palais de Glace donde se producen experiencias y objetos en el cruce entre la artesanía y el arte contemporáneo, que va marcando esa disolución de las fronteras. Porque hasta en el Salón Nacional las disciplinas ya no están tan delimitadas. Los cruces implican una dinámica muy viva que se viene a habitar al Borges. Y otra de las líneas fuertes es la fotografía. Desde que abrimos, el primer piso fue foto galería, con varias exposiciones temporarias.
Después, produjimos la intervención de los pañuelos por los 45 años de Abuelas de Plaza de Mayo, que fue una propuesta específica del Borges: llamamos a 29 artistas para colaborar con la causa de que la búsqueda continúa. Además, los pañuelos se hicieron en los talleres de Tecnópolis, lo que produjo una sinergia de varios organismos de la Subsecretaría.
E.G.: Y tener el Museo de Arte Oriental acá nos permite pensar la mezcla de tradición y vanguardia. Porque ves los grandes jarrones, las alfombras y, al mismo tiempo, estás al alcance de la contemporaneidad más moderna.
¿Cómo ven el presupuesto para el año que viene, para gestión y producción?
E.G.: Complejo, como la situación del país. Asumiendo que aquí trabajamos con una austeridad espartana. Porque realmente hay mucha dedicación, amor y vocación de trabajo, además del enorme apoyo del Ministerio de Cultura y de Obras Públicas para que esto sea posible; pero trabajamos sin producciones onerosas. Los artistas cobran lo que corresponde, pero sin mediadores ni productoras. Es un trabajo de austeridad republicana.
D.F.: Somos un Centro Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, pero también de todos los argentinos, y tratamos cada propuesta que viene con pata federal. Tenemos un ciclo de folclore al cual llegan artistas de todas las provincias, que estalla de público.
JP.: También es un desafío de la gestión poder volver a dialogar con un barrio como el microcentro, en el que hay un antes y un después de la pandemia.
¿Qué tienen en agenda para el año que viene?
EG.: Hay propuestas dentro de todos los campos que estuvimos hablando. Unas son de perfil más alto que otras, pero todas son de gran impacto. Estamos preparando una para la Plaza de las Artes con Renata Schussheim, reconocida diseñadora de vestuario, artista plástica y escenógrafa, que va a ser impactante porque se va a poder apreciar desde los cuatro puntos de acceso a las Galerías Pacífico.
Estamos concentrándonos en tener una gran vacación de invierno, como fue la pasada. En la curva de afluencia de públicos, julio fue el pico. Que tuvo que ver con la diversidad de propuestas y también con la situación federal de la Capital de la república, como espacio de interés por muchos que pueden usar las vacaciones para venir de otras provincias. Además, estamos planteando algo para fin del 2023, pero es una sorpresa.
Son casi las cinco de la tarde del viernes 16 de diciembre. El domingo 18 volveremos a ser campeones del torneo mundial de fútbol, pero todavía tenemos que batirnos con Francia. En la oficina amplia y luminosa se produce un silencio. Una bandera inmóvil descansa en el mástil, cerca de la pared. Ezequiel Grimson pregunta a su equipo si quieren agregar algo. Jimena y Daniel responden que no. Nos saludamos. Antes de salir, atravesamos las diversas salas. Por un momento, se hace posible creer en un país que brinda oportunidades. El CCB parece constatarlo con un equipo que realiza su trabajo con entusiasmo. Y entendemos que esto es viable porque hay decisión y pasión, y porque se llevaron adelante políticas públicas.