31.1.2023
Por La Retaguardia
Nelson Santacruz, referente de La Poderosa en la villa 21-24 analizó el comienzo del 2023 en los barrios populares. Habló acerca de las problemáticas que el Estado sigue sin resolver en las villas y puntualizó los conflictos que llegan todos los años en el verano: el calor en condiciones de hacinamiento, el crecimiento de los casos de dengue, la falta de acceso al agua y los problemas eléctricos. Además remarcó la situación que viven en las villas de todo el país por el narcotráfico. Fue durante el programa Estás Muteadx.
La Poderosa nació en 2004 como organización y en 2010 como medio de comunicación con la revista de papel La Garganta Poderosa. Desde la comunicación y con el trabajo en los barrios, denuncian la negligencia por parte de la Justicia y el Estado para resolver los problemas estructurales de los barrios populares. “La hipocresía está en que mientras tienen a mujeres mapuche presas en Bariloche hace casi 100 días, esos mismos jueces, que cobran millones de pesos al mes de sueldo, hacen caso omiso a hechos tremendos como las dificultades para acceder a Lago Escondido, que fue ocupado nada menos que por un inglés”, planteó Nelson Santacruz, referente de La Poderosa en la Villa 21-24. A la vez, se refirió a las problemáticas de los barrios que la Justicia también omite, como “la represión y el gatillo fácil dirigido hacia la población joven de los barrios populares” de todo el país. “Correpi señala que desde la llegada de la democracia ya hay más de 8 mil casos de personas que son asesinadas por la represión estatal. Nuestra lectura política también está puesta ahí, está puesta en esta coyuntura que de alguna manera marca la agenda de nuestros territorios también”, agregó.
Santacruz se refirió también al narcotráfico en las villas de todo el país, que no solo se limita a la venta de drogas, sino que tiene un poder cada vez mayor en los territorios. “El narcotráfico sigue avasallando ese mercado paralelo en nuestros barrios. Por un lado, en el entramado de las reventas que termina calando en la salud de los más jóvenes, que no pueden salir del consumo. Lo que ofrece el Estado no va a erradicar el problema, no termina de acompañar integralmente a nuestra juventud. Y, por otro lado, esta narcoestructura que en todo el país se expande más allá de las drogas, también en el manejo de las obras públicas internas en los barrios populares, el sistema de cable, de internet y lo que fuera, sin ningún control de los tres poderes del Estado. Hay como una especie de zona liberada para que el narcotráfico avance. Y cuando se habla de inseguridad, como ya sabemos, como nos acostumbran los medios hegemónicos, vemos y vamos a verlo ahora cuando empiecen las elecciones que van a hablar de los choreos de celulares y de las motos, que no está mal, pero no es la matriz de fondo. A nosotros el narcotráfico nos mata o nos lleva presos”, explicó.
El enemigo de todos los veranos
En la Ciudad de Buenos Aires, uno de los barrios más complicados con el dengue todos los años es la Villa 21-24. En plena pandemia por Covid-19, había unos 600 casos de dengue en ese barrio. “Nosotros vivimos al lado del Riachuelo. Si bien tiene cierto flujo, podríamos llegar a decir, sus orillas no. Las orillas están con basura, también son microbasurales que no son eliminados de raíz. Ahí también hay muchos mosquitos. Entonces a partir de nuestras postas de salud solemos hacer campaña de concientización para descacharrar y demás en todo el país, en todas nuestras asambleas. Pero si la estructura, barrial o territorial, no está siendo fumigada, es muy difícil que esto se erradique. Si bien hay barrios donde se fumiga constantemente, hay otros donde necesitamos que haya más implementación territorial del descacharrado y también el acompañamiento de prevención para que los datos no aumenten tanto”, dijo Nelson.
El rol de las organizaciones
La organización comunitaria y popular está cada vez más presente en los barrios a nivel nacional, y los reclamos en todo el país son muy similares: “Nosotros venimos denunciando el tema de la urbanización hace mucho tiempo. Es una de las banderas más importantes de las villeras y los villeros, y está totalmente vinculado con la falta de acceso a cloacas, el hacinamiento y un montón de otras necesidades estructurales que vivimos cotidianamente. Y hoy en día, en el verano, el agua es una de las necesidades básicas más importantes”, dijo Santacruz. Las obras para el acceso al agua y otras necesidades básicas no avanzan o lo hacen lentamente. En algunos casos, incluso, solo se anuncian obras que nunca comienzan. “Lo que nos pasa, a quienes crecemos en los barrios populares es que vamos cumpliendo cada uno 20 o 30 años de ver que no se hace nada y tenemos los mismos problemas de cuando éramos niños. La electricidad es el terror de de los veranos y de los inviernos, provoca incendios y de hecho esta semana leía que se condonó desde el Ministerio Economía a Edenor y Edesur una suma que asciende más o menos a los 220 mil millones de pesos y solo deberán pagar unos 80 millones de pesos. Dos entidades que también son responsables de las negligencias, de que se nos quemen todos los electrodomésticos en los barrios constantemente, de que se pudra la comida en los comedores populares. Hay una complicidad entre el Estado y también sectores privados para que el abandono se profundice”, planteó el integrante de La Poderosa.
Los comedores y merenderos son los que a diario garantizan un plato de comida para los vecinos y vecinas. Santacruz se refirió al trabajo de estos espacios en un contexto en el que casi la mitad del país está bajo la línea de pobreza: “Desde La Poderosa venimos señalando que nuestro país produce toneladas de alimentos para todo el mundo. También es importante reconocer a quienes están en la primera línea de defensa. Ahí están las cocineras comunitarias. El reconocimiento tiene que ver no solamente simbólicamente, sino a partir de un marco laboral, un reconocimiento salarial a nuestras compañeras que trabajan todos los días en este espacio para alimentar a un montón de vecinos y vecinas”.
A partir de la falta de acceso al trabajo en los barrios populares y el trabajo no remunerado de quienes están al frente de los merenderos y comedores, desde La Poderosa empezaron a implementar las cooperativas de trabajo. “Somos más de 70 cooperativas que engloban aproximadamente a 500 laburantes. No la estamos pasando tan bien en este contexto. Y hablo de la parte laboral porque termina repercutiendo directamente en los derechos básicos de la infancia, además de los derechos básicos de los padres y las madres”, contó, y planteó cuáles son las proyecciones que tienen de este trabajo cooperativo para este año que acaba de comenzar: “Buscamos que se fortalezcan los insumos para acompañar a nuestro sector, porque es clave para poder reconocerle este trabajo. Estamos hablando de una sociedad donde constantemente nos dicen ‘ustedes son los negros villeros de mierda, son planeros’ y así es como nos marcan, nos categorizan y nos etiquetan a los que vivimos en los barrios populares y a los que buscamos otro sistema de laburo, otra forma de emprender esa formación, esa capacitación en la forma de realizar otro tipo de productos mucho más artesanales o de servicios, como puede ser la comunicación en aquellas cooperativas de comunicación como La Garganta”.
En este modo de nombrar a los villeros y villeras al que se refiere Santacruz, también se engloba a las infancias. Esas que después aparecen representadas en los medios de comunicación, en las publicidades y en las campañas políticas. “En épocas electorales van mostrar a nuestras infancias en spots de campaña, a los pibes y las pibas de nuestros barrios, vinculados al asistencialismo y no a un trabajo de raíz, estructural, para que puedan crecer de manera sana. Por ejemplo, tenemos muchísimos conflictos con las salitas, tenemos muchísimos conflictos con conseguir leche en polvo o de fórmula que es para los más chiquitos. Las salitas o los CeSAC (Centros de Salud y Acción Comunitaria) dentro de los barrios o están muy lejos, o están estallados, No tienen profesionales suficientes como nutricionistas, pediatras, personal de salud mental, por ejemplo, para poder acompañar a los niños, niñas y adolescentes en nuestros barrios. Y estas cosas son también problemáticas que las vamos discutiendo de manera asamblearia”, dijo, y volvió a remarcar que la mitad de las infancias en Argentina están debajo de la línea de pobreza: “Esa es la realidad también. Nosotros laburamos con más o menos 45.000 raciones de alimentos cocinados al día en todo el país, estoy hablando de los comedores y merenderos, de los cuales aproximadamente 16.000 son infancias”.