El crimen de Lucas: sus amigos aseguraron que los policías «parecían ladrones» y les decían «villeros de mierda»
31-3-2023
Por Federico Trofelli
Esta semana declararon los tres chicos que acompañaban al joven en el auto tras el entrenamiento en Barracas Central, a los que encerró la policía, sin identificarse. Y les dispararon. Además, hablaron los padres del muchacho de 17 años asesinado.
Esta semana se vivieron jornadas significativas en el juicio por el asesinato de Lucas González. Sobre todo, con la declaración de los tres amigos que viajaban con él cuando agentes de la Policía de la Ciudad lo mataron de un balazo en la cabeza en noviembre de 2021. Los chicos coincidieron en señalar que los policías que les dispararon «parecían ladrones» y que los insultaban diciéndoles «negros” y “villeros de mierda”.
El testimonio de las tres víctimas de la balacera policial se registró en la segunda audiencia del juicio que tiene a su cargo el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 25, luego de las declaraciones de Cintia López y de Mario «Peca» González, los padres del adolescente asesinado.
Los futbolistas Julián Salas (19), Joaquín Zuñiga (19) y Niven Huanca (18) dieron su versión de los hechos ante los jueces Ana Dieta de Herrero, Daniel Navarro y Marcelo Bartumeu Romero en el salón Auditorium de los Tribunales Federales de Retiro.
Ante la atenta mirada de los 14 efectivos de la Policía de la Ciudad imputados, Salas, Zuñiga y Huanca señalaron que ese día acababan de salir, junto a Lucas, de un entrenamiento en Barracas Central y que intentaron dirigirse a sus respectivas casas a bordo el Volkswagen Suran del padre de Julián.
Explicaron que se detuvieron en un kiosco cercano al predio del club para comprar dos bebidas y luego continuaron su marcha hasta que un auto sin patente comenzó a “encerrarlos”.
“Veo de mi derecha que un vehículo nos empieza a encerrar, por lo que le toqué bocina porque pensé que estaba distraído. Me terminó de encerrar y uno se baja del lado del conductor con un arma, por lo que yo pienso que me iban a robar. En ese momento, empieza a disparar sin sentido. Yo volanteo y me subo a un cordón. Me nublé, no sé cuántos fueron los tiros ni qué pasó”, contó Salas, quien en ese momento conducía el Volkswagen Suran atacado por los policías, y que llegó al estrado vestido con un sweater negro.
Los tres jóvenes coincidieron que “dos personas se bajaron del auto para disparar”, que “nunca se identificaron como policías”, “no vestían uniformes” ni utilizaron sirenas o balizas para anunciarse.
“Estaban todos vestidos de negro y pensé que eran chorros”, explicó Joaquín, que declaró con un portarretratos de marco rojo con una foto de Lucas, mientras que Niven indicó: “Quedé en shock. Escuché los disparos y sentí el volantazo de Julián. El auto baja la velocidad, salí del auto con Joaquín. Me adelanté más que él y seguí corriendo porque pensé que los ladrones nos iban a matar a todos”.
Al respecto, detalló: “Ya había sufrido robos en Buenos Aires y esto fue lo mismo. Yo estaba atrás de Lucas. Yo vi al auto cruzarse, se bajaron dos personas: el de atrás del conductor y el copiloto. Después cerré los ojos… Escuché seis disparos”.
Por otro lado, los jóvenes hicieron referencia a los maltratos que sufrieron por parte de los agentes policiales que detuvieron ese día a Julián y a Joaquín, a quienes acusaban de ser delincuentes.
“Nos pusieron contra el piso y nos esposaron. Nos empezaron a decir que éramos unos negros de mierda, unos villeritos, y que a personas como nosotros nos tenían que dar un tiro en la cabeza como se lo dieron a mi amigo”, recreó conmovido Julián, quien llevó la remera negra que utilizó ese día y manifestó que uno de los policías se la rompió durante la detención.
Por su parte, Joaquín reconoció por su aspecto físico durante la audiencia a uno de los agentes que lo insultó en dicho procedimiento y lo acusó de haberle dicho “¿Así que sos de Varela, pedazo de villero? Mirá cómo mataste a tu amigo”.
“Es el muchacho que está ahí atrás. Tiene un sweater rojo. Le vi la cara porque se me acercó. Le vi un tatuaje en algún momento. Estaba vestido de bordó y negro. Cuando me trató mal, yo estaba boca abajo y me empezó a gritar a la cara”, indicó el joven en referencia al imputado Sebastián Jorge Baidón (28), quien en su momento era oficial de la Comisaría Vecinal 4D.
A continuación, Zuñiga agregó: “Nunca me leyeron mis derechos. Solo nos decían que éramos ladrones. Les quería mostrar los estados de Whatsapp. Ahí había subido unas fotos después del entrenamiento. Les quería explicar que no era un ladrón, que era un futbolista. Me pusieron las esposas muy fuertes y me tuvieron ahí un montón de tiempo”.
Luego, Joaquín y Julián fueron trasladados junto a Niven al Instituto de Menores Inchausti, donde pasaron la noche.
Tres meses después del hecho, Joaquín volvió a entrenar en Barracas Central. En ese momento declaró: «Estoy jugando por Lucas: deseo llegar al vestuario y que él se esté cambiando».
«Lo siguieron, lo encerraron y lo acribillaron»
La segunda audiencia del juicio por el asesinato de Lucas González comenzó con la declaración de Cintia López, la madre de la víctima, que, en un testimonio de un poco más de 40 minutos, recordó el día que mataron a su hijo y puntualmente cuando llegó al hospital Penna, del barrio porteño de Parque Patricios, donde el joven fue internado con un balazo en la cabeza y con custodia policial.
«En el (Hospital) Penna siempre estuvo como delincuente, nunca dejó de tener custodia, ni dentro de la sala ni fuera. Siempre que quería verlo tenía que haber un Policía de la Ciudad», aseguró la mujer, quien estuvo acompañada en todo momento por una psicóloga ya que era la primera vez que estaba frente a los acusados.
Además, Cintia continuó: «Tuve que destapar a mi hijo y verle los tatuajes porque estaba irreconocible, le tiraron en la cabeza, le ‘volaron el frasco’ como dijeron, era su cabecita… me dolió en el alma que hayan dicho eso porque era la cabeza de mi hijo, no era ningún frasco».
Tras la declaración de Cintia, declaró Mario «Peca» González, padre de Lucas, quien dijo que a su hijo «lo siguieron, lo encerraron y lo acribillaron. También pudieron haber acribillado a los demás chicos». Al finalizar su relato, que duró poco más de 15 minutos, el hombre miró a los jueces y con voz firme pronunció: «¡Justicia por Lucas!».
Antes del ingreso de Cintia a la Sala de Audiencias declaró como imputado el oficial Daniel Rubén Espinosa, uno de los 11 policías detenidos como acusado de encubrimiento, quien aseguró que no vio «ningún tipo de arma» en poder de los jóvenes, ya que solo los vio «a distancia».
Por el crimen de Lucas se encuentran detenidos y son sometidos a juicio desde el 16 de este mes el inspector Gabriel Alejandro Issasi (41), el oficial mayor Fabián Andrés López (48) y el oficial Juan José Nieva (37), quienes en la primera jornada del debate aseguraron que actuaron «en legítima defensa» y «en cumplimientos del deber», por lo que no cometieron «ningún delito».
En tanto, hay otros 11 policías porteños a quienes se los juzga por «falsedad ideológica, privación ilegal de la libertad agravada por abuso funcional y sin previsión de la ley, encubrimiento agravado por la condición de funcionarios públicos y por ser el delito precedente especialmente grave e imposición de torturas».