28.12.2013
Por Nahuel Placanica
AGENCIA PACO URONDO: ¿Podría describir el conflicto de los trabajadores de Elemento y darnos su visión al respecto?
Victoria Basualdo:Este conflicto involucra, en forma directa, a dos compañeros, Eduardo Toro y María Ugarte, dos trabajadores de la empresa textil Elemento, en el barrio de Pompeya. Los trabajadores de esta fábrica venían padeciendo lamentables condiciones de trabajo, que aunque deplorables son características de amplios sectores de la industria textil: jornadas eternas de trabajo, con horas extras que nunca se pagaban, temperaturas altísimas, afecciones de salud consecuencia del ambiente de trabajo.
Por otro lado, soportaban un control y un disciplinamiento inéditos en el lugar de trabajo. Trabajaban apuntados por cámaras, todos sus movimientos estaban controlados, por lo que todo aquel que se ponía a hablar de cuestiones que tenían que ver con el trabajo y trataba de organizarse o plantear algún cuestionamiento, era señalado y trasladado, dentro de la fábrica, a secciones más lejanas, y luego despedidos. Los trabajadores enfrentaban entonces una dinámica siniestra de control dentro de la fábrica.
En este marco, una de las trabajadoras, Marina Bobarín, no resistió el nivel de presión, y luego de una discusión con un representante de la gerencia de la fábrica, se prendió fuego. Esto desde ya, aunque la patronal intentó minimizarlo y sostener que no había pasado nada, fue un shock enorme para los trabajadores. Quedó claro a los ojos de muchos que se había llegado a un límite intolerable: la trabajadora prefería prenderse fuego a soportar las condiciones de trabajo que vivían en la fábrica, para salir de este encierro entre la espada y la pared que significaba tener que optar por soportar esa situación de presión, exigencia y disciplinamiento, o quedarse sin trabajo.
A partir de eso, los trabajadores en la fábrica comenzaron a organizarse y a decir “hasta acá llegamos”, a pesar de todas las amenazas en su contra. En ese contexto, la patronal siguió con su política de señalar a los que buscar organizarse, en este caso Eduardo y María, y los despidieron. Entonces, acompañados por los abogados del CeProDH llevaron adelante una acción judicial y la Justicia les dio la razón, ordenaron la inmediata reincorporación, y sin embargo, aún después del fallo judicial, la empresa nunca les permitió reingresar a la planta. El sindicato, la AOT, que no había tenido ninguna presencia durante el conflicto, tuvo que mandar, debido a la intervención del Ministerio de Trabajo, un representante del gremio para que los acompañara en la demanda de cumplimiento de la decisión judicial. Sin embargo, sólo pudieron llegar hasta la puerta.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo evalúa el accionar del Ministerio de Trabajo?
VB:Actuó bien en este caso, es algo para resaltar. En instancias en las que la patronal iba a acordar con la Asociación Obrera Textil, el Ministerio dictó una conciliación obligatoria que la empresa no acató en un comienzo. Y luego de eso, la Justicia laboral también falló a favor de los trabajadores. Es decir, distintas instancias estatales reconocieron el conflicto que la empresa intentaba presentar como “un problema personal”. Según su versión, Marina Bobarín se había prendido fuego por un tema psicológico de ella y no había ningún conflicto laboral en marcha. Lo que nos lleva a preguntarnos, teniendo un fallo judicial favorable a los trabajadores y que reconoció la existencia de un conflicto laboral como marco imprescindible de estos hechos, ¿Cómo puede ser que las empresas tengan el poder de desoír a la Justicia? Ahí es donde entran a jugar otras consideraciones muy importantes, como el interés de toda la Cámara de la Industria Textil en que los parámetros lamentables de relaciones laborales no se modifiquen a favor de los trabajadores. Acá entran a jugar entonces otros datos, como el hecho de que la fábrica Elemento, además de su propia línea de medias, produce medias para grandes marcas como Cheeky (propiedad de Awada), lo que revela un poderoso entramado de poder que resiste y repele ferozmente estos intentos de organización que podrían sentar un precedente y abrir posibilidades a que muchos otros trabajadores textiles se manifiesten.
AGENCIA PACO URONDO: Es llamativo lo del sindicato corriéndose de la discusión, ¿Esto se da en términos generales en la industria textil?
VB:Es interesante esto que preguntás, pienso que este caso es otra muestra más de que todas las asignaturas pendientes en términos laborales tienen que ir acompañadas por una reflexión sobre el papel de las organizaciones sindicales. En ese sentido, me gustaría marcar dos cosas. En primer lugar, efectivamente el accionar de la AOT en este caso está alineado con el tipo de intervención del sindicato en la totalidad de la actividad textil. Lejos de apoyar y promover las organizaciones sindicales de base y de defender activamente a los trabajadores, este sindicato aparece como pasivo y negociador en el mejor de los casos. Y el caso de la AOT no es un caso aislado. No es raro encontrar sindicatos con una relación más estrecha con la patronal que con sus propios representados. Hay estructuras sindicales que atravesaron tres décadas de neoliberalismo, con profundas transformaciones en su papel, muchas de ellas teniendo un papel legitimador de las reformas que operaron en contra de los trabajadores, y algunas incluso obteniendo beneficios directos de este proceso de reforma, a expensas de sus trabajadores.
El segundo lugar, quería destacar que hay otras organizaciones sindicales que no tienen esa posición, en varios sentidos. Por un lado, porque han mantenido ciertas formas de democracia interna y de vínculo directo con los trabajadores de base, y por otro, porque han asumido, posturas activas en defensa de los derechos laborales. Es importante reconocerlo porque, desde mi perspectiva, no hay que sacar estos conflictos del terreno sindical, sino que por el contrario es necesario darse una estrategia para intentar articular a todas las organizaciones sindicales que quieran asumir la defensa de los derechos de los trabajadores, justamente para enfrentar el hecho de que tenemos un conjunto de dirigentes sindicales que no toman esta pelea como propia. No asumen a los trabajadores tercerizados y precarizados como dignos de ser representados por sus organizaciones.
AGENCIA PACO URONDO: Es llamativo el hecho de que esta situación se dé en una empresa “de superficie” y no en un taller clandestino….
VB: Como toda la industria textil, la empresa está atravesada por condiciones mixtas. Efectivamente, hubo un proceso de regularización relativa de las relaciones laborales en la empresa, producto de la fiscalización de las autoridades laborales. De todas maneras, las condiciones de las que hablan los compañeros no tienen nada de regulares. Esto no es un taller clandestino de trabajo esclavo pero sus condiciones se asemejan mucho. En la conferencia de prensa organizada en el Congreso Nacional fue muy impresionante escuchar la historia de María Ugarte. Ella narraba con especial elocuencia su vida en la fábrica, y contaba cómo los empleadores no la dejaron salir un día que se sentía muy mal por un dolor abdominal muy fuerte, lo cual le significó la pérdida de su embarazo en el propio lugar de trabajo. Contó también que una vez la llamaron de la escuela de su hija para avisarle que estaba descompuesta, y que sus empleadores le dijeron que si salía, la echaban. La pusieron en la situación de elegir entre salir a buscar a su hija y asistirla o quedarse sin trabajo, a ella que es el sostén de la familia. Creyendo que su hija no estaba tan mal, y pensando en no quedarse en la calle, tuvo que quedarse una vez más en su puesto, y finalmente su hija empeoró tan rápido que falleció al día siguiente. Eso lo contó María frente a todos nosotros y para todo el que quisiera escucharla, fue realmente desgarrador y tan valiente al mismo tiempo. Creo que esta trayectoria de vida, tan dramática y al mismo tiempo tan llena de voluntad, dignidad y valentía grafica muy claramente que estamos hablando en estos casos de situaciones verdaderamente extremas de maltrato y explotación laboral, que además se extiende a todo el núcleo familiar, afectando no sólo a los trabajadores, sino a sus hijos.
AGENCIA PACO URONDO: ¿La problemática está también atravesada por la cuestión migratoria?
VB:Es otra característica clásica de la industria textil. Muchos de los trabajadores son migrantes, María es boliviana por ejemplo y lo enfatiza especialmente. Hay un aprovechamiento muy grande de estos trabajadores migrantes que tienen menos redes de contención y apoyo, que trabajadores con sus familias construidas acá. Esta es una cuestión central. Por eso creo que para entender el impacto de estas situaciones de extrema explotación hay que cruzar las dimensiones de género, de clase, con la problemática migratoria, y ahí podemos empezar a tener una idea de la vida que tienen estos compañeros. La condición de migrante está asociada además a la denigración y el maltrato, a la concepción de que son “negros vagos”, lo cual puede resultar tan paradójico como increíble al considerar el ritmo de trabajo extremo al que están sometidos. En fin, por todas estas razones es que esta no es una pelea de ellos (María y Eduardo), es una pelea de todos porque grafica y encarna la violación de todos los derechos civiles que se nos ocurran.
AGENCIA PACO URONDO: Usted decía: “Tenemos un conjunto de dirigentes sindicales que no toman esta pelea como propia”. Al mismo tiempo, remarcaba la importancia de que estos conflictos se den en el ámbito gremial. Quizás esa inacción dirigencial explica el emergente de una organización como La Alameda….
BV:La crisis del sindicalismo definitivamente ha afectado la manera en que se han desarrollado las luchas, pero creo que lejos de dar la lucha por perdida hay que retomarla hoy con más fuerza que nunca. La prédica anti–sindical es desmovilizadora y reaccionaria: hay corrientes interpretación que sostiene que todo sindicalismo es malo, corrupto, ilegítimo y que no sirve como herramienta de lucha. Eso es desconocer décadas de historia, dirigentes en la Argentina que se han dado todo por defender a los trabajadores, y sobre todo una tradición de bases obreras de una historia muy rica, muy vasta y muy activa. Desde mi perspectiva, sería un enorme error abandonar el espacio sindical, por el contrario creo que hay que apuntalar los numerosos intentos de disputar el poder en el sindicalismo, a partir de fomentar prácticas democráticas y renovación de las formas de lucha y organización para poder defender genuinamente los derechos laborales.
En un marco en que muchas organizaciones sindicales han reaccionado poco y mal ante situaciones tan extremas, efectivamente hay instancias en las que se desarrollan otras maneras y otras estrategias de dar la pelea. Este caso, es en este sentido, un buen ejemplo porque de hecho el CELS y CeProDH, dos de los convocantes a la conferencia de prensa del martes, son organismos de derechos humanos que toman las problemáticas sindicales, en el caso del CeProDH desde ya hace largo tiempo, y en el caso del CELS a partir del caso del asesinato de Mariano Ferreyra, que constituyó un hito inmenso. Creo que estas vinculaciones entre las luchas sindicales y laborales y las peleas en el campo de los derechos humanos son muy ricas y tienen una enorme potencialidad, siempre que no abandonemos el campo del sindicalismo y demos también allí la pelea. Una profunda reconfiguración de las prácticas, y formas de lucha y organización del sindicalismo puede colaborar a poner sobre la mesa no sólo reclamos de los trabajadores registrados y sindicalizados, con condiciones laborales y salariales relativamente favorecidas, para tener en cuenta a muchos otros sectores de la clase trabajadora sumidos en altísimos niveles de precarización laboral, y elaborar una agenda completa, compleja, que de cuenta de las realidades tan distintas y permita trascender las barreras de la fragmentación que dividen a la clase trabajadora. Creo que el movimiento sindical, si logramos dar la disputa para democratizarlo y renovarlo, puede tener un papel más que importante en esta tarea.