7.10.2015
Por Boris Katunaric
APU: Se aprobó la Ley de Centros culturales en CABA. ¿Cómo lo ve en este momento?
Marcos Fernández: La semana pasada se hizo la segunda votación de la Ley de Centros Culturales. Esta había tenido una primer lectura el 28 de diciembre de 2014 en una sesión extraordinaria con un voto unánime; en aquel momento fueron 56 votos a favor y ninguno en contra. En esta segunda lectura fueron 50 votos a favor y ninguno en contra y quedó definitivamente aprobada. En el medio hubo una audiencia pública, eso es porque necesitaba una doble lectura.
Esta ley regula el funcionamiento de los centros culturales, ya que hasta acá veníamos funcionando con otro tipo de leyes que no nos interpelaban en su integralidad: milongas, peñas, teatros independientes, clubes de música. Leyes que, en todo caso, solo cumplían con un aspecto de lo que realmente somos.
APU: En esa primera lectura hubo una especie de acuerdo político donde el gobierno porteño no cerraría centros culturales de la manera sistemática en que lo venía haciendo, sin embargo hubo muchos cierres entre esa primera lectura y esta ¿con la ley en vigencia se evitarían definitivamente estas clausuras sistemáticas?
MF: Eso tiene que ver más con una definición política del gobierno de turno. A nosotros también nos han clausurado post primera votación de esta ley, por lo que creo que no va a dejar de suceder pero porque es parte de una definición política, en este caso, del PRO.
Si hubiera otra definición política más que perseguir, multar y clausurar se tendría una actitud más preventiva y colaborativa. La ley no surgió por una definición del PRO, sino producto de una definición de los espacios en el año en donde más persecución hubo; entre junio y agosto de 2014 tuvimos casi 50 centros culturales clausurados. Lo positivo de esta situación fue que no lograron amedrentarnos, sino que, por el contrario, ante esa política persecutoria desmedida, la respuesta fue de mayores niveles organizativos y de movilización.
La ley, como toda ley, es imperfecta y puede, producto de una voluntad política, servir relativamente. Es una muy buena ley y dependerá del Ejecutivo porteño y de la agencia gubernamental de control cuan estrictos sean y qué definición tengan de los centros culturales y cómo colaboren con el proceso de adecuación de la ley.