24.10.2017
Los trabajadores de la librería ubicada en la Avenida Corrientes al 1600 de la Ciudad de Buenos Aires se encuentran, desde fines de julio, en la vereda vendiendo libros para mantener sus ingresos mientras avanzan, por un lado, con la conformación de la Cooperativa Adan Buenosayres y, por el otro, con las causas penales y comerciales contra David De Vita, dueño del comercio, que los estafó y hasta agredió físicamente.
Con dos mesas, decenas de libros, un par de sillas y una bandera cooperativista, un grupo de 10 personas mantiene desde hace tres meses una pelea por sus fuentes laborales. La presencia en la vereda de la Avenida Corrientes 1671 fue primero de manera permanente con el puesto de venta y una carpa; y actualmente se realiza con turnos rotativos, como forma de preservar la salud de los trabajadores.
Sin embargo, esta lucha no se inició con esta acción en el espacio público sino que se remonta a junio del año pasado cuando comenzaron a materializarse los problemas con el dueño de la librería, David de Vita.
A mediados de 2016, la librería Adán Buenosayres fue noticia en medios alternativos y tradicionales porque su dueño difundía la grave situación económica que atravesaba el local y la oportunidad que les daba a los trabajadores de convertir el espacio en una cooperativa junto a él, con el objetivo de mantener las fuentes laborales.
“Por lo general, las cooperativas de trabajo se fundan luego de que los dueños de una empresa contraen deudas, quiebran el negocio y dejan a los trabajadores sin sus fuentes de trabajo. Pero nosotros fuimos por otro camino”, explicaron los trabajadores a través de un comunicado de prensa.
Es así como comenzaron, supuestamente, los trámites para la conformación de la Cooperativa Adán Buenosayres Libros.
“El año pasado, nuestro jefe, David De Vita, nos dijo que frente al tarifazo, nos veíamos obligados a hacer una liquidación por cierre definitivo a través de un 2×1 (llevás 2 libros, pagás 1)”, agregaron. Esta liquidación fue un éxito, pero el dinero recaudado lejos de ir a la caja de la cooperativa, como estaba previsto, fue al bolsillo de De Vita.
Los trabajadores sabrían luego que tampoco les estaba realizando los aportes de las cargas sociales con la excusa de que la cooperativa ya era un hecho, pero pasaron 6 meses y todo estaba en la misma situación: no se depositaban las cargas y el trámite de la cooperativa seguía dilatándose. A su vez, De Vita compraba de manera compulsiva lotes de libros, utilizando cheques sin fondo.
Los trabajadores descubrieron entonces que De Vita había presentado los papeles en el INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) ocupando el cargo de secretario de la cooperativa, sabiendo que como dueño no podía figurar como presidente, tesorero, secretario ni síndico. “El fin claramente era y sigue siendo que los papeles sean rebotados y la cooperativa nunca llegue a constituirse”, aseguraron los trabajadores.
A su vez, los empleados que habían decidido no formar parte de la cooperativa fueron despedidos: “Todo amparado, según De Vita, en que los trabajadores de la librería tenían dos caminos: ser parte de la cooperativa o dejar sus fuentes de trabajo”, afirmaron.
Golpes y gritos
En este contexto se llegó al domingo 4 de junio de este año, día en que la cooperativa en formación realizó una asamblea extraordinaria para tratar, entre otros temas, el estado “crítico” de las ventas.
Los trabajadores presentaron los balances de los últimos meses que dieron cuenta de saldos positivos; es decir que las ventas superaban los gastos, por lo que el estado crítico del comercio no se debía entonces a la falta de ventas: “la librería no estaba siendo rentable porque David De Vita, dueño de la librería e impulsor del proyecto cooperativo, pagaba deudas personales con la plata de la cooperativa. (…) Se rumoreaba que David De Vita había vendido el fondo de comercio de la librería, que él mismo había cedido meses antes como capital inicial para constituir la cooperativa. Esta cesión está documentada y firmada por él en el proyecto de viabilidad presentado ante el INAES. Con estos argumentos sobre la mesa, le pedimos la renuncia a la cooperativa. David De Vita respondió que sin él no hay cooperativa posible. Nosotros retrucamos que sí la hay y que la conformaríamos sin él. De Vita llama a votación y pierde. La cooperativa seguirá adelante sin él. En ese momento, De Vita se levantó, se dirigió a la caja, extrajo toda la plata que había en ella, la guardó en su bolso y empezó a gritar: ‘Yo soy la cooperativa. Sin mí no existe la cooperativa’. Luego firmó un acta en el que aclaró que él no iba a abandonar la cooperativa y que nosotros habíamos violado el espíritu cooperativista”, denunciaron los trabajadores.
De Vita abandonó el local, pero volvió horas más tarde, pasadas las 12 de la noche del ya lunes 5 de junio. Golpeó con fuerza la cortina baja y uno de los trabajadores lo dejó pasar. Ingresó al grito de “Me están tomando la librería” y les ordenó a los presentes que se fueran. Tiró los objetos personales de los empleados e incluso revoleó una mochila contra una de las trabajadoras, de 19 años, a quien además le pegó un cachetazo.
De Vita llamó a la policía alertando que le estaban tomando la librería. Los trabajadores también se comunicaron con las fuerzas de seguridad para denunciar la violencia laboral y física recibida.
En la comisaría, los empleados efectuaron la denuncia correspondiente. De Vita quedó demorado. Sin embargo, al llegar al local a la mañana siguiente, los trabajadores encontraron la librería cerrada, con los candados de la persiana cambiados.
A partir de ese momento, comenzaba una nueva etapa de lucha.
Dignificar
“Como él fue el último en irse con la policía, cambió uno de los candados, por ende no podíamos ingresar. Fuimos al Ministerio de Trabajo, donde nos dijeron que hasta que no tuviéramos una negativa de tareas oral no nos diéramos por despedidos. Al día siguiente sí nos la hacen y empezamos con las cartas documentos. Yo al final me terminé dando por despedida, en el mes de agosto. Se hacen todas las denuncias, una por estafa que es penal, la de violencia y agresiones y las cuestiones laborales”, explicó Sol, una de las damnificadas.
Ante esta situación, los trabajadores decidieron permanecer en la vereda de Avenida Corrientes al 1600: “Cuando el 25 de julio aseguró que no iba a negociar con nosotros, dijimos de acá no nos movemos, de acá no va a sacar ni un solo libro, y no lo sacó, sí se llevó la pancarta, llamamos varias veces a la policía porque quiso sacar cosas. Estando acá nos dimos cuenta que no podíamos tener solo un fondo de lucha, ¿y qué es lo que nosotros sabemos hacer? Vender libros y empezamos con los libros de nuestras bibliotecas, la gente se empezó a acercar con donaciones, mucha gente que pasa capaz no compra pero nos deja un libro que terminó de leer para ‘que le saquemos un buen precio’. De la librería nosotros no sacamos nada, porque sería irrumpir ilegalmente, pero tampoco vamos a permitir que salga ningún libro, es decir no se puede sacar nada hasta que haya una orden judicial”, afirmó Sol.
Actualmente, los trabajadores son querellantes en la causa iniciada por estafas, que se va unir a la de violencia de género. “En cuanto a lo laboral – expresó Sol – ya estamos en la segunda instancia de los Seclos (Servicio de Conciliación Laboral Obligatoria). Originalmente los habíamos frenado porque se había presentado el abogado de De Vita con intenciones de negociación. Él mandó una propuesta, nosotros una contrapropuesta, que respondió y se llegó a un acuerdo que no era lo que nos correspondía en su totalidad, teniendo en cuenta las multas, era como lo mínimo que se podía reclamar, pero al menos era un monto que nos permitía poder empezar a trabajar en otro espacio, y en cuanto a lo laboral cerrar el conflicto. Pero cuando el abogado le presenta esta propuesta final la respuesta del dueño fue pelearse con él e insultarlo, de hecho el abogado vino especialmente a contárnoslo. (…) Así que volvimos a abrir la instancia de los Seclos”.
Además, los trabajadores continúan con su intención de conformar una cooperativa: “Con el INAES estamos en la etapa de presentación del proyecto de viabilidad, el problema es que al no contar con un espacio físico neto y ser pocos los que estamos trabajando con todo lo que es el proyecto de e-commerce, gestión comercial, todo lleva tiempo. Fuimos cumpliendo con los requisitos que nos han ido pidiendo en el INAES, teniendo en cuenta que es una situación muy irregular porque nosotros nos desprendemos de un proyecto cooperativo que dio un informe negativo (el que iban a conformar con De Vita. El informe negativo se produce cuando el antiguo dueño de la SRL se propone como secretario de la cooperativa). Al conformar una nueva cooperativa decidimos mantener una parte del nombre, la cooperativa primera era Adán Buenosayres Libros, nosotros somos solamente Adán Buenosayres. Mantener el nombre es una forma de dignificar la lucha porque nosotros nos quedamos y para eso nos habían convocado, para trabajar de manera cooperativa en el rubro en el que nos gusta trabajar que es la venta de libros, y desde ahí también poder desarrollarnos profesionalmente, porque todos estudiamos algo que se puede aplicar a lo que son las industrias culturales, pero todo esto terminó con nosotros en la calle, sin proyecto, sin plata, sin nada, así que tenemos que explicarle al INAES por qué hay similitud en el nombre y por qué uno se desprende del otro, y aunque no lo parezca redactar eso es difícil, es una cuestión burocrática pero necesaria para el proceso”.
Hoy la cooperativa está conformada por diez personas: cuatro damnificados (es decir, ex empleados de la librería), otras cuatro personas que se sumaron en el día a día de la lucha, y dos más que se han sumado al proyecto pero mantienen otros trabajos.
“Hasta hace dos semanas estábamos las 24 horas con una carpa – relató Sol –, pero nos empezamos a enfermar, así que por cuestiones de salud física dejamos solo una persona de vigía que, dependiendo de quién sea, se queda en alguno de los edificios que tiene guardia las 24 horas, o da vueltas en auto toda la noche. Los chicos del Bauen, que nos brindaron mucho apoyo, nos permiten dejarles las cosas unas horas durante la madrugada”.
En estos meses, los trabajadores también descubrieron que De Vita ya había estafado a empleados de otro local y que actualmente se encuentra poniendo en funciones otro comercio en el barrio de Almagro, específicamente en la calle Pringles al 900.
Mientras avanzan en los interminables trámites necesarios para la conformación de la cooperativa, y siguen el paso a paso de las causas iniciadas contra el empresario, subsisten vendiendo libros en la vereda. Además de los ejemplares que llevaron de sus propias bibliotecas y de los donados por personas que se acercaron a solidarizarse, recibieron libros de centros culturales y editoriales, como es el caso de Desde La Gente del Centro Cultural de la Cooperación, que les cedió un lote de libros a cambio de que los vendan a precio de lista. A su vez, organizaciones políticas se acercaron para pasarles contactos con editoriales.
“Nosotros acá tenemos solamente la bandera del cooperativismo, vos podés tener la ideología política que quieras, pero nuestra lucha es laboral por los despidos injustificados y cooperativista. Nuestra idea era poder romper con ese esquema de empleado patrón y poder trabajar en el marco de la economía social, en paridad y equidad. Y seguimos en ese camino, hoy en términos prácticos sí ejercemos el cooperativismo, hay una repartición de excedentes, aunque la realidad es que entre abogados y gastos no es mucho, porque no es lo mismo trabajar en un local que estar en la calle; si llueve, hace frío, no hay ventas, cualquier cosa que haga que la gente no frene y mire. Pero tenemos una contabilización de gastos, un fondo común de lucha que nos permiten bancar, no vivimos en el sentido de que con esta plata no podemos pagar el alquiler pero nos alcanza. Como decimos, mientras nos alcance para pagar la sube y las cuestiones administrativas vale”, aseguró Sol.