26.3.2018
Por Malena Ambas y Santiago Asorey
Lucas Cabello, el joven del barrio de La Boca que recibió tres disparos por parte de un efectivo de la entonces Policía Metropolitana, en noviembre del 2015.
Lucas Cabello nos recibió mientras terminaba el partido de Argentina contra Italia. Fanático de River, miró el final del segundo tiempo mientras comentaba las jugadas del equipo argentino. En un departamento del barrio de La Boca con vista a Plaza Irala, vive junto a su hija de cinco años y su mamá, Carolina Vila. Lucas es un sobreviviente del gatillo fácil y él lo sabe: "Yo le gané a la muerte". Lucas es un luchador y todos los días se levanta por su familia, por los que lo quieren y por los que ya no están. “Cada vez que pasa por el hospital mi nena dice: ‘Ahí estaba papá cuando lo había matado la policía’”, relata con asombro.
El 9 de noviembre del 2015, el efectivo de la entonces Policía Metropolitana, Ricardo Ayala, le disparó tres veces cuando estaba con su hija de dos años. Recibió heridas muy graves que casi terminan con su vida. Esa tarde vecinos y organizaciones populares (entre las que se encuentran AGENCIA PACO URONDO) comenzaron acompañar a la familia en la búsqueda de justicia. Por esos días las organizaciones desmentimos colectivamente las mentiras que Clarín, la policía y María Eugenia Vidal dijeron para justificar el accionar de la fuerza de seguridad. Dos años después nos encontramos de vuelta para entrevistarlo.
¿Qué significa convertirte en un referente y en un emblema en la lucha contra la
violencia institucional?
Lucas Cabello:El día del juicio de Nehuen Rodríguez (asesinado por un patrullero de la policía metropolitana que lo atropelló en diciembre del 2014) yo estaba ahí y todas las madres me venían a abrazar. Soy un poco el hijo de todas esas madres que perdieron a sus hijos. Me siento un poco importante porque yo le gané a la muerte. Estaba con respirador, estaba re mal y ahora me encuentro mucho mejor. Puedo trasladarme a lugares como al juicio. Yo ahí me siento acompañado y acompañando. Yo tampoco me siento que soy el capitán pero lo que pueda hacer por los pibes que no están, lo voy a hacer. Un montón eran amigos míos de acá del barrio, los conocía, nos veíamos siempre, compartimos una coca y ya no están. Yo podría ser uno de ellos también y estoy hablando con ustedes ahora, gracias a Dios, a la fuerza que uno le pone día a día y a la familia.
¿Cómo vivieron el acompañamiento de las organizaciones y vecinos del barrio?
Carolina Vila:Eso fue todo para mí. Él está con vida porque un vecino se preocupó y lo llevó al hospital y porque una vecina tenía el número de una abogada y se lo pasó a otra y llegó a mí. La abogada se presentó en el hospital al ratito. Eso fue todo movida de los vecinos. Las marchas y todo eso fue espontáneo, todos se pusieron la camiseta y empezaron a gritar por justicia y por fuerza para Lucas que en ese momento estaba muy mal. A partir de ahí pudimos tener la poca justicia que tenemos, aunque todavía no llegamos al juicio. Pero lo que fuimos avanzando en ese tema fue por la movida de la gente, de los vecinos del barrio. Imprimieron afiches, hicieron banderas. Toda la escuela Nº1, donde Lucas y mi hija estudiaron, se movilizó. Hicieron charlas con los alumnos para concientizar, para que los pibes sepan de qué se trata la violencia institucional, que no puede venir cualquiera a maltratarte ni a pasarte por arriba porque tiene una gorra.
LC: Yo no estaba consciente esos días de lo que estaba pasando pero me fui enterando después de que vino una murga y tocaba ahí en la puerta del hospital , que se escuchaban los bombos como si fuera un día de cancha.
CV: Debajo de la lluvia estaba la murga. La misma marcha que se hizo fue la que sacó a la Metropolitana de la puerta de mi casa porque tres días estuvieron ellos ahí y gracias a las marchas los pudimos echar.
LC: Eso fue lo peor porque la Metropolitana fue la que me baleó y la que actuó, la que llamó al móvil y se llevaron al oficial, lo cubrieron.
¿Cómo vivieron el proceso judicial?
LC: Yo al principio no entendía nada, no entendía cuánto iba a tardar. Seguramente el juicio será este año. Con visitas de Gabi (Gabriela Carpineti), mi abogada, empecé a entender. Yo quería declarar aunque la policía no quería. Yo estaba internado con traqueotomía y apenas podía hablar. Yo igual declaré ahí y eso fue bueno porque ya me hacía cargo yo. Era yo el querellante, no dependía más de mi mamá. Yo declaré ahí internado, con policías, con jueces, con abogados pero pude declarar y eso sumó un montón. Mi declaración fue bastante importante. Sino no tendríamos nada. Se dijeron muchas boludeces. Que fue violencia de género, enfrentamiento narco, cualquier cosa.
CV: También decían “balearon a un trapito” que es como decir “balearon a un negro que no valía nada”. Y él simplemente cuidaba autos en una esquina.
¿Qué reflexión tienen con respecto a los dichos de Vidal que había afirmado que se trataba de violencia de género? Pensando ahora también lo que pasó con Chocobar, con todo el fogoneo de las fuerzas de seguridad.
CV: Nosotros les pedíamos a las enfermeras que no le pongan ningún canal de noticias por todo lo que decían.
LC: Yo estuve internado sin mirar nada. Después me fui enterando y vi que dijo esas pavadas. Recién había asumido encima. Vidal dijo que yo le pegaba a la mamá de mi hija y que el policía me baleó y yo me levanté y me fui corriendo por mis propios medios al hospital. Cuando en verdad me fracturó vértebras, la mandíbula. ¿Todavía sigo sin poder caminar y me fui corriendo al hospital? ¿Estamos todos locos? Si dicen esas cosas que después salgan a pedir disculpas, a solidarizarse.
CV: Por lo menos por respeto uno espera que se informen antes de salir a decir algo. Porque después la gente cree eso y ensucian a la víctima.
Macri lo recibió a Chocobar en la Casa Rosada para felicitarlo y nadie salió a disculparse con nosotros ni a decir “vamos a hacer todo lo posible para que el efectivo ese no esté más en la policía”. Nadie nos garantizó nada. Lo que logramos fue por las marchas, por la pelea constante. Al oficial lo liberaron, tuvimos que apelar para que lo vuelvan a poner preso. Después pasó un año y pico sin sentencia y lo soltaron de nuevo. El está en su casa, esperando el juicio.
LC: Ahora él está libre. Le dieron la posibilidad de poner 100 mil pesos, el auto del padre, y está libre. Como pasó un año y no había sentencia, no había nada, le dieron esa chance. Y yo sigo esperando el juicio acá. Si me dijeran “poné 100 mil pesos y el auto y podés volver a caminar”, yo no tengo esa chance. O si me dijeran “hay una operación en Cuba, EEUU”. No, a él si le dieron la posibilidad, le dieron comodidades y es un asesino porque una persona que le tira un tiro en la cabeza a alguien no lo hace para lastimarlo. Es un asesino.
CV: Al principio la carátula decía “exceso en la defensa”. Pero después dijeron que fue una violación a los derechos humanos.
LC: Es que él primero declara que fue defensa entonces le da permiso a que cualquier policía en una manifestación se asuste, empiece a los balazos y que después declare “me sentí asustado” y el juez diga “te excediste en la defensa”. Eso es una brutalidad, estamos hablando de otra cosa. Encima no le alcanzó con tirarme un tiro a la cabeza. Cuando yo estaba en el piso, se acercó y me remató 2 más, como diciendo “te mato o te mato”.
¿Te parece que tiene que ver con una sensación de sentirse impune por ser policía?
LC: Sí, eso me lo dijo el policía cuando estuvimos discutiendo. Teníamos 20 años los dos el día que pasó. Él me miró de arriba a abajo y me dijo: “Yo soy policía, puedo hacer lo que quiero”. Yo me calenté y empezamos a discutir, entro a casa y me baleó. Giré, sentí el impacto en la pera y caí.
CV: La mamá de la nena lo llamó a Lucas cuando vio que estaba discutiendo. Cuando estaba entrando casi de espalda es que recibe el disparo.
¿Piensan que se agravó la violencia policial en el último tiempo?
LC: Yo veo todo cada vez peor. El hecho de que vos pongas más policía no garantiza que haya más seguridad, al contrario. Yo vivo en La Boca y conozco cada rincón del barrio y varios barrios que también son “jodidos”, como dicen ellos. Pero poner 20 policías en una manzana no te va a asegurar que no te va a pasar nada. Yo hace poquito me enteré de un nenito de 12 años que iba en una moto, al policía le pareció que era sospechoso, le tiró un tiro en la nuca y lo mató. Entonces poner un policía no te garantiza seguridad. Además fueron cambiando. Primero la Policía Metropolitana y ahora Policía de la Ciudad, pero siguen siendo los mismos. Hasta me quisieron decir a mí que a quién le iba a hacer juicio si no existía más la Metropolitana. Ahí hablamos con los abogados para solucionarlo.
¿Tienen algún tipo de acompañamiento del Estado?
LC: No, nada. Del estado, cero. Yo estuve internado en buenas clínicas porque tengo una buena obra social y todo lo que fuimos logrando fue por mi familia, por los vecinos, la gente del barrio. Yo del Estado no recibí ni una llamada ni siquiera solidarizándose. Tampoco estoy cobrando nada. Todo lo hacemos a pulmón. Yo día a día me levanto porque tengo una hija que me está esperando, que quiere jugar conmigo y yo no voy a estar tirado en una cama todo el día. Eso a veces te cuesta, te levantás mal, sin ganas de hacer nada, pero por otro lado tenes personas importantes que quieren verte bien y uno lo hace por ellos. Yo me aferro mucho a mi hija, porque quiero que cuando ella sea grande diga: “Mi papá la peleó”. Quiero tratar de ser un buen padre, como todos.
¿Qué te pasó el día del juicio por Nehuen?
LC: Ese día me sorprendió. Primero Roxana salió, no saludó a nadie y me abrazó a mí, a mí vieja. Me llevó adelante con ella, como si yo fuese el hijo. Angélica Lezcano también me abrazó y se puso a llorar. Esas cosas no las había vivido, estar ahí adelante y escuchar a las mamás así, es emocionante. Está hablando porque no tiene a su hijo. Cuando me abrazó me dijo: “Yo sabés lo que daría por tener a mi hijo”. Eso también me pone orgulloso, es como un aliento: “Vos luchala que la zafaste, no te vas a dejar caer”.