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Efectivos de la Policía de la Ciudad quieren volver a ser federales

28.3.2018

Oficiales de la nueva Policía de la Ciudad se manifestaron frente a la Legislatura porteña contra el traspaso de las fuerzas de seguridad. 

Efectivos de la Policía de la Ciudad se movilizaron frente a la Legislatura porteña el pasado lunes. Vestidos con sus antiguos uniformes de la Policía Federal manifestaron su desacuerdo con el traspaso de la fuerza de seguridad. 

Los más de 250 oficiales que participaron del reclamo entregaron una carta a las autoridades explicitando: "Pedimos que vuelva la Policía Federal como fuerza a las 54 comisarías de la Ciudad y que se respeten los derechos de quienes arriesgan su vida todo los días". Además señaló: “Para los que no conocen la realidad del día a día de los oficiales de la Policía Federal transferidos, que es obligado por una ley inconstitucional a ser parte de una fuerza que no eligió y que lo degrada en su escalafón”.

Uno de los puntos del conflicto es que al pasar a ser parte de la Policía de la Ciudad se les limita la posibilidad de volver a trabajar a sus provincias de origen para tener que radicarse definitivamente en la Capital. Además existe un malestar por las nuevas funcionas asignadas. 

“Todavía la situación del traslado de la policía está incompleta. La ley 5688/16 se está cumpliendo parcialmente en, por ejemplo, la no creación de la figura del defensor de policías, que debería ser un catalizador de estas tensiones internas dentro de un cuerpo que no tiene capacidad de expresarse a través de la representaciones gremiales y sindicales”, señaló Gabriel Fucks, defensor del Pueblo adjunto.

El Observatorio contra la Inseguridad y la Violencia Institucional señaló: "Este conflicto lleva varios meses y lejos de resolverse pareciera que va en aumento ante la falta de respuesta de las autoridades al reclamo del personal. La invisibilización del mismo no le resta gravedad. Por el contrario. Hay un mar de fondo serio ahí".

Entrevista con Margarita Meira: su lucha continúa a pesar de las balas

27.3.2018

Por Mariela Velárdez, Marta Sosa, Juan Mereles e Hiroshi Benites

El pasado martes 20 de marzo, intentaron balear a Margarita Meira, fundadora de la Asociación de Madres Víctimas de Trata, mientras le realizaban una entrevista en su Centro Comunitario. Se trata de un nuevo accionar contra su lucha; sin embargo, en diálogo con Marcha, Margarita afirma la continuidad de su compromiso para terminar con la trata con fines de explotación sexual.

Había llegado la mercadería para el comedor comunitario, y el cronista de Hecho en Buenos Aires se encontraba haciéndole una nota a Margarita Meira, fundadora de la Asociación de Madres Víctimas de Trata. Se escuchan gritos y ella sale a la calle. Gente corriendo, más gritos y un disparo.

A las 11 de la mañana del martes 20 de marzo, una moto se acercó a la puerta de su casa, donde funciona el comedor. El hombre que maneja la moto saca el arma, se le cae, se cae la moto, se levanta, se acomoda y dispara. El arma se trabó y por eso fue solo un disparo. Lxs vecinxs buscan el casquillo, lo encuentran y lo guardan. El tipo de la moto volvió y entró la desesperación. No hizo nada más que buscar el casquillo. No lo encontró.

Estuvimos con ella, para acompañarla y que nos contara un poco más de toda esta historia…

En 1991 se llevaron su hija, Graciela Susana Bekter, cuando tenía 17 años. Lo que se sabía era que estaba con un hombre, que además amenazó a Margarita en innumerables ocasiones. Un año después, Graciela Susana fue hallada muerta en un departamento, en la Ciudad de Buenos Aires. Su cuerpo tenía múltiples golpes. Su muerte fue caratulada como “dudosa”. Nunca hubo responsables, nunca hubo justicia.

El tipo que secuestró a Susy tenía 43 años. Él se hacía pasar por su novio y la prostituía. Con el tiempo Margarita supo que estuvo en Cocodrilo, Shampoo y Rush, prostíbulos de Capital Federal.

En ese entonces Margarita estaba embarazada de 3 meses.

Antes de su desaparición, Susy la había ayudado a levantar el comedor, a finales de los años 80. Estaban sin trabajo y Margarita salió a vender a la calle, su marido se hizo taxista.

 

Margarita

 

Margarita Meira es de Misiones, a los 18 años se vino para Buenos Aires para estudiar. Abrió un comedor en 1989 junto con su compañero y aun lo mantienen.

Cuando desapareció su hija, ella la buscó. No sabía cómo, no sabía dónde.

En 2004 estuvo presa 14 meses por vender en la calle, junto a 14 vendedores mas, en cárcel de máxima seguridad.

Al salir constituyó la Asociación Civil Madres de Constitución: “Cuando salí de presa, salí con más bronca, cada golpe me fortalece y dije acá vamos a empezar a cerrar los prostíbulos; empezamos a atacar el que estaba acá en la cuadra, lo hicimos cerrar… Yo a todo esto no sabía que los prostíbulos son de poderosos, yo pensé que era un idiota que tenía un prostíbulo”.

Sobre el proyecto de Madres Víctimas de Trata, explica: “La idea nuestra es tener una casa para las víctimas, porque acá es un desastre… las pibas que están enfermas por la trata, a los tres meses le dan el alta sin curarse, y nosotros no tenemos un espacio. Yo he tenido pibas durmiendo acá en colchones, no se puede, están infectadas, están quemadas con cigarrillos de punta a punta, están desnutridas, están con todo lo peor; entonces se necesita un lugar digno y no lo tenemos. Lo que nosotros queremos es hacer una gran red con todas las asociaciones que quieran apoyar esta lucha, cada una con sus ideas, no me interesa, pero esto es muy grave ya. Y ahora me dice el psiquiatra que el 80% de las víctimas de trata quedan con esquizofrenia”.

 

Trata

 

La trata de personas con fines de explotación sexual es considerada un delito, a nivel internacional, de lesa humanidad. Es el tercer negocio mundial que más dinero deja, luego del tráfico de armas y de drogas.

En 2008, Argentina tuvo su primera ley contra este delito, pero algunos puntos de la Ley fueron muy cuestionados por las organizaciones de mujeres. Por ejemplo que las mujeres víctimas que tengan más de 18 años debían “probar” que habían sido secuestradas y no estaban allí por propia voluntad.

En 2012, esta Ley fue modificada, las penas ampliadas y se incorporaron agravantes para las condenas. También se prohibieron las publicaciones gráficas con oferta sexual.

Sin embargo, no hay cifras sobre este negocio donde las mujeres y niñas son las tristes protagonistas y víctimas. Tampoco hay protocolos que puedan satisfacer las necesidades de quienes todos los días buscan a sus hermanas, hijas o sobrinas. No hace falta buscar mucho, preguntar demasiado. Para quienes estamos en los territorios, no es complicado ver el panorama: las pibas desaparecen en complicidad del aparato estatal. Las desaparecen, las amenazan, las violan, las drogan, las torturan. Luego las aparecen. Y luego se las vuelven a llevar, tal vez como una forma de demostración de poder, como forma de marcar el camino a nuevas modalidades, a nuevas manipulaciones no solo de la víctima, sino también de todas las que la buscan e intentan ayudar.

 

La organización

 

Las pibas desaparecen. Lo sabemos porque ahí estamos buscándolas. Muchas de ellas aparecen justamente por eso, porque hay una manada de mujeres exigiendo su aparición.

No es suficiente.

Hay un Estado ausente que a pesar de las leyes y los organismos para eliminar la trata, no avanza en políticas públicas para lograr detenerla: no busca a las mujeres porque las redes no son algo independiente, no es un grupo. Cuando se busca a una piba la policía amenaza con que no se peguen carteles con su cara, porque eso “la puede perjudicar”. Cuando se habla con lxs fiscales, la mayoría dice que no se le comunique a la prensa. Cuando se organiza una marcha, advierte que eso molesta “a quienes deben buscarla”.

Eso es la manipulación del miedo que el Estado quiere imponer mediante sus instituciones.

Sin embargo, a veces,  es todo eso lo que hace aparecer a las pibas: la lucha.

Margarita sabe de lo que habla y entiende que no se puede avanzar sola: “Nosotros tenemos un solo enemigo, no podemos acá abajo discutir que vos sos negra, yo blanca, vos azul…noooo! Acá tenemos que ir todos juntos por una lucha, porque ellos te empiezan a dividir justamente para dejarnos a nosotros bien solos. Nosotros queremos seguir sumando, cada uno desde su rincón”.

Lucas Cabello: “Soy el hijo de todas esas madres que perdieron a sus hijos”

26.3.2018

Por Malena Ambas y Santiago Asorey

Lucas Cabello, el joven del barrio de La Boca que recibió tres disparos por parte de un efectivo de la entonces Policía Metropolitana, en noviembre del 2015. 

Lucas Cabello nos recibió mientras terminaba el partido de Argentina contra Italia. Fanático de River, miró el final del segundo tiempo mientras comentaba las jugadas del equipo argentino. En un departamento del barrio de La Boca con vista a Plaza Irala, vive junto a su hija de cinco años y su mamá, Carolina Vila. Lucas es un sobreviviente del gatillo fácil y él lo sabe: "Yo le gané a la muerte". Lucas es un luchador y todos los días se levanta por su familia, por los que lo quieren y por los que ya no están. “Cada vez que pasa por el hospital mi nena dice: ‘Ahí estaba papá cuando lo había matado la policía’”, relata con asombro. 

El 9 de noviembre del 2015, el efectivo de la entonces Policía Metropolitana, Ricardo Ayala, le disparó tres veces cuando estaba con su hija de dos años. Recibió heridas muy graves que casi terminan con su vida.  Esa tarde vecinos y organizaciones populares (entre las que se encuentran AGENCIA PACO URONDO) comenzaron acompañar a la familia en la búsqueda de justicia. Por esos días las organizaciones desmentimos colectivamente las mentiras que Clarín, la policía y María Eugenia Vidal dijeron para justificar el accionar de la fuerza de seguridad. Dos años después nos encontramos de vuelta para entrevistarlo. 

 

¿Qué significa convertirte en un referente y en un emblema en la lucha contra la

violencia institucional?

 

Lucas Cabello:El día del juicio de Nehuen Rodríguez (asesinado por un patrullero de la policía metropolitana que lo atropelló en diciembre del 2014) yo estaba ahí y todas las madres me venían a abrazar. Soy un poco el hijo de todas esas madres que perdieron a sus hijos. Me siento un poco importante porque yo le gané a la muerte. Estaba con respirador, estaba re mal y ahora me encuentro mucho mejor. Puedo trasladarme a lugares como al juicio. Yo ahí me siento acompañado y acompañando. Yo tampoco me siento que soy el capitán pero lo que pueda hacer por los pibes que no están, lo voy a hacer. Un montón eran amigos míos de acá del barrio, los conocía, nos veíamos siempre, compartimos una coca y ya no están. Yo podría ser uno de ellos también y estoy hablando con ustedes ahora, gracias a Dios, a la fuerza que uno le pone día a día y a la familia. 

 

¿Cómo vivieron el acompañamiento de las organizaciones y vecinos del barrio?

 

Carolina Vila:Eso fue todo para mí. Él está con vida porque un vecino se preocupó y lo llevó al hospital y porque una vecina tenía el número de una abogada y se lo pasó a otra y llegó a mí. La abogada se presentó en el hospital al ratito. Eso fue todo movida de los vecinos. Las marchas y todo eso fue espontáneo, todos se pusieron la camiseta y empezaron a gritar por justicia y por fuerza para Lucas que en ese momento estaba muy mal. A partir de ahí pudimos tener la poca justicia que tenemos, aunque todavía no llegamos al juicio. Pero lo que fuimos avanzando en ese tema fue por la movida de la gente, de los vecinos del barrio. Imprimieron afiches, hicieron banderas. Toda la escuela Nº1, donde Lucas y mi hija estudiaron, se movilizó. Hicieron charlas con los alumnos para concientizar, para que los pibes sepan de qué se trata la violencia institucional, que no puede venir cualquiera a maltratarte ni a pasarte por arriba porque tiene una gorra. 

 

LC: Yo no estaba consciente esos días de lo que estaba pasando pero me fui enterando después de que vino una murga y tocaba ahí en la puerta del  hospital , que se escuchaban los bombos como si fuera un día de cancha.

 

CV: Debajo de la lluvia estaba la murga. La misma marcha que se hizo fue la que sacó a la Metropolitana de la puerta de mi casa porque tres días estuvieron ellos ahí y gracias a las marchas los pudimos echar.

 

LC: Eso fue lo peor porque la Metropolitana fue la que me baleó y la que actuó, la que llamó al móvil y se llevaron al oficial, lo cubrieron.

 

¿Cómo vivieron el proceso judicial?

 

LC: Yo al principio no entendía nada, no entendía cuánto iba a tardar. Seguramente el juicio será este año. Con visitas de Gabi (Gabriela Carpineti), mi abogada, empecé a entender. Yo quería declarar aunque la policía no quería. Yo estaba internado con traqueotomía y apenas podía hablar. Yo igual declaré ahí y eso fue bueno porque ya me hacía cargo yo. Era yo el querellante, no dependía más de mi mamá. Yo declaré ahí internado, con policías, con jueces, con abogados pero pude declarar y eso sumó un montón. Mi declaración fue bastante importante. Sino no tendríamos nada. Se dijeron muchas boludeces. Que fue violencia de género, enfrentamiento narco, cualquier cosa. 

 

CV: También decían “balearon a un trapito” que es como decir “balearon a un negro que no valía nada”. Y él simplemente cuidaba autos en una esquina. 

 

¿Qué reflexión tienen con respecto a los dichos de Vidal que había afirmado que se trataba de violencia de género? Pensando ahora también lo que pasó con Chocobar, con todo el fogoneo de las fuerzas de seguridad. 

 

CV: Nosotros les pedíamos a las enfermeras que no le pongan ningún canal de noticias por todo lo que decían. 

 

LC: Yo estuve internado sin mirar nada. Después me fui enterando y vi que dijo esas pavadas. Recién había asumido encima. Vidal dijo que yo le pegaba a la mamá de mi hija y que el policía me baleó y yo me levanté y me fui corriendo por mis propios medios al hospital. Cuando en verdad me fracturó vértebras, la mandíbula. ¿Todavía sigo sin poder caminar y me fui corriendo al hospital? ¿Estamos todos locos? Si dicen esas cosas que después salgan a pedir disculpas, a solidarizarse. 

 

CV: Por lo menos por respeto uno espera que se informen antes de salir a decir algo. Porque después la gente cree eso y ensucian a la víctima. 

Macri lo recibió a Chocobar en la Casa Rosada para felicitarlo y nadie salió a disculparse con nosotros ni a decir “vamos a hacer todo lo posible para que el efectivo ese no esté más en la policía”. Nadie nos garantizó nada. Lo que logramos fue por las marchas, por la pelea constante. Al oficial lo liberaron, tuvimos que apelar para que lo vuelvan a poner preso. Después pasó un año y pico sin sentencia y lo soltaron de nuevo. El está en su casa, esperando el juicio.

 

LC: Ahora él está libre. Le dieron la posibilidad de poner 100 mil pesos, el auto del padre, y está libre. Como pasó un año y no había sentencia, no había nada, le dieron esa chance. Y yo sigo esperando el juicio acá. Si me dijeran “poné 100 mil pesos y el auto y podés volver a caminar”, yo no tengo esa chance. O si me dijeran “hay una operación en Cuba, EEUU”. No, a él si le dieron la posibilidad, le dieron comodidades y es un asesino porque una persona que le tira un tiro en la cabeza a alguien no lo hace para lastimarlo. Es un asesino.

 

CV: Al principio la carátula decía “exceso en la defensa”. Pero después dijeron que fue una violación a los derechos humanos. 

 

LC: Es que él primero declara que fue defensa entonces le da permiso a que cualquier policía en una manifestación se asuste, empiece a los balazos y que después declare “me sentí asustado” y el juez diga “te excediste en la defensa”. Eso es una brutalidad, estamos hablando de otra cosa. Encima no le alcanzó con tirarme un tiro a la cabeza. Cuando yo estaba en el piso, se acercó y me remató 2 más, como diciendo “te mato o te mato”. 

 

¿Te parece que tiene que ver con una sensación de sentirse impune por ser policía?

 

LC: Sí, eso me lo dijo el policía cuando estuvimos discutiendo. Teníamos 20 años los dos el día que pasó. Él me miró de arriba a abajo y me dijo: “Yo soy policía, puedo hacer lo que quiero”. Yo me calenté y empezamos a discutir, entro a casa y me baleó. Giré, sentí el impacto en la pera y caí.

 

CV: La mamá de la nena lo llamó a Lucas cuando vio que estaba discutiendo. Cuando estaba entrando casi de espalda es que recibe el disparo.

 

¿Piensan que se agravó la violencia policial en el último tiempo?

 

LC: Yo veo todo cada vez peor. El hecho de que vos pongas más policía no garantiza que haya más seguridad, al contrario. Yo vivo en La Boca y conozco cada rincón del barrio y varios barrios que también son “jodidos”, como dicen ellos. Pero poner 20 policías en una manzana no te va a asegurar que no te va a pasar nada. Yo hace poquito me enteré de un nenito de 12 años que iba en una moto, al policía le pareció que era sospechoso, le tiró un tiro en la nuca y lo mató. Entonces poner un policía no te garantiza seguridad. Además fueron cambiando. Primero la Policía Metropolitana y ahora Policía de la Ciudad, pero siguen siendo los mismos. Hasta me quisieron decir a mí que a quién le iba a hacer juicio si no existía más la Metropolitana. Ahí hablamos con los abogados para solucionarlo. 

 

¿Tienen algún tipo de acompañamiento del Estado?

 

LC: No, nada. Del estado, cero. Yo estuve internado en buenas clínicas porque tengo una buena obra social y todo lo que fuimos logrando fue por mi familia, por los vecinos, la gente del barrio. Yo del Estado no recibí ni una llamada ni siquiera solidarizándose. Tampoco estoy cobrando nada. Todo lo hacemos a pulmón. Yo día a día me levanto porque tengo una hija que me está esperando, que quiere jugar conmigo y yo no voy a estar tirado en una cama todo el día. Eso a veces te cuesta, te levantás mal, sin ganas de hacer nada, pero por otro lado tenes personas importantes que quieren verte bien y uno lo hace por ellos. Yo me aferro mucho a mi hija, porque quiero que cuando ella sea grande diga: “Mi papá la peleó”. Quiero tratar de ser un buen padre, como todos. 

 

¿Qué te pasó el día del juicio por Nehuen?

 

LC: Ese día me sorprendió. Primero Roxana salió, no saludó a nadie y me abrazó a mí, a mí vieja. Me llevó adelante con ella, como si yo fuese el hijo. Angélica Lezcano también me abrazó y se puso a llorar. Esas cosas no las había vivido, estar ahí adelante y escuchar a las mamás así, es emocionante. Está hablando porque no tiene a su hijo. Cuando me abrazó me dijo: “Yo sabés lo que daría por tener a mi hijo”. Eso también me pone orgulloso, es como un aliento: “Vos luchala que la zafaste, no te vas a dejar caer”. 

Acorazado Potemkin tocó en la Usina del Arte

25.3.2018

Por Leonardo Olivera

Crónica del recital de Acorazado Potemkin. El centro cultural ubicado en el barrio porteño de La Boca fue el escenario para un nuevo recital de una de las bandas más potente del under porteño.

En el marco del Ciclo Transformador, el domingo 18 a las 4 de la tarde, tuvo lugar una nueva presentación del Acorazado. El recital, anunciado originalmente en el patio central de la Usina, tuvo que reprogramarse al Microcine debido a las lluvias de la noche anterior.

En una sala más parecida a un estudio de grabación que un teatro (sin escenario ni butacas). Unos minutos pasados de las 16 h, empezó el show de la banda integrada por Juan Pablo Fernández (voz y guitarra), Federico Ghazarossian (bajo) y Luciano Esain (batería y coros).

El primer tema de la lista fue "Dos de nosotros", adaptación de la canción de Lennon/McCartney ("Two of us"), pensado probablemente para abrir el show en la terraza, como homenaje a la banda de Liverpool, pero que en la nueva locación sirvió para calentar las naves y hacer entrar a los últimos rezagados. Después tocaron "Flying Saucers" de su último trabajo discográfico Labios de Río, seguido por "La mitad" y pegado "Las cajas", dejando claro a pesar de las limitaciones horarias propias de estos espacios que el recital iba a tener la intensidad característica de Potemkin.

La única invitada de la tarde fue la violinista Christine Brebes (Me darás mil hijos), con quien interpretaron "Sopa de Alambre" y "Santo Tomé". Los versos de "Santo Tomé": "… Tiros al aire, tiros a la pared/vuelve Prefectura tirando hacia arriba, pero ya era tarde, el fantasma de los techos nos envolvió" levantaron a los pocos que aún permanecían en el suelo para interpretar, lo que pareció más un desahogo que una canción.

El recital continuó repasando temas de los tres discos de la banda: "A lo mejor", "Cerca del sol", "La mitad", "La carbonera", "El rosarino". El último tema de la lista fue "El pan del facho", con el que desde el año pasado suelen cerrar sus shows. Después del saludo final y agradecimiento, el público empezó a entonar, a modo de regalo por la finalización del verano, las estrofas del hit del mismo (MMLPQTP), que como un himno inundó la sala porteña.

Para cerrar la tarde, Acorazado volvió con los bises: primero "Los muertos" ("todos tienen algo/que envidiarle a los muertos") y luego "Desert" ("Y la pantalla atrajo mil insectos voladores /de todas clases y se armó un pequeño caos/ y alguien escribió/ que eso era una rebelión/lo publicó y luego me premió"), cuyos acordes quedaron vibrando en la sala y en la cabeza de los que estuvimos presentes y nos fuimos ansiosos, esperando un próximo show.

Acto público en educación media: otro desprecio de Larreta a la docencia

24.3.2018

Lorena Sokol

Sábado por la madrugada, cientos de docentes de educación media pasaron toda la noche reunidos en el Comercial N° 19 de Caballito ¿Una celebración? ¿Una capacitación específica educativa nocturna? Deben haber pensado los vecinos de esa escuela. Nada de eso.

Hacinados, muchos mojados luego de las intensas lluvias, sin nada para tomar o comer, cientos de profesores se agrupaban esperando conseguir trabajo, aunque sea algunas horas en una escuela.

Seguramente muchos de esas profesoras y profesores esperaban realizar el trámite rápido, en especial luego de la tormenta que incluyó caída de granizo en la ciudad, conseguir algún cargo y poder irse a descansar para, este sábado, movilizarse a Plaza de Mayo. Sería lo mínimo si realmente el gobierno macrista se “preocupara” por mejorar la educación como publicita continuamente.

Los docentes de diferentes áreas veían como pasaban las horas cumpliendo trámites, esperando que los pocos empleados dispuestos para asignar los cargos hicieran malabares tratando de resolver lo que el gobierno no hizo. La conclusión: cuatro horas de espera para los docentes más “afortunados”, para la mayoría hasta nueve horas de espera, muchos se fueron a las 06:00 hs de este sábado.

En mensajes de whats app y en redes sociales se notó la bronca por la situación vivida. Muchas profesoras que debieron llevar a sus bebes, hicieron largas colas para acreditarse, luego de varias horas tuvieron que retirarse sin poder concursar y conseguir un cargo. Muchas docentes agotadas optaron por dormir en el piso.

La situación no es nueva, la mayoría de los sábados que se realiza la asignación de cargos los docentes pierden su día no laboral, que podrían disfrutar con sus familias o simplemente para descansar y pasear, con extensas jornadas que llegan a durar 12 hs para conseguir trabajo.

Desde que el gobierno de Larreta disolvió las juntas de clasificación, los actos públicos los maneja y organiza directamente el Ministerio de Educación de la Ciudad y la COREAP decidiendo los horarios y la cantidad de cargos que se concursan. La hacinación, largas horas de espera y pésimas condiciones en que se realizó el acto público se podrían haber evitado y la responsabilidad de lo sucedido es pura y exclusiva del gobierno macrista.

Ursula Abramovich, una de las docentes que participó del acto público y miembro de la Corriente Nacional 9 de Abril, nos relató la situación que vivieron “La situación no es nueva, pero lo que colmo la paciencia fue que tuvimos que pasarnos toda la noche, la mayoría luego de cumplir nuestra jornada laboral. Ya vivimos está situación cuando se realizan los actos públicos los sábados”. Y agregó que “Hay que denunciar lo cínico de este gobierno que nos hace pasar una verdadera pesadilla para que podamos conseguir algunas horas que nos permitan llegar a fin de mes”.

La bronca no tardó en llegar y los docentes hicieron suyo el “hit del verano” como forma de repudió a la situación de precarización de nuestro trabajo que nos hace vivir el gobierno.

No se nos puede pasar por alto que el cambio en el día de realización del acto público se debió a que este sábado se cumplen 42 años del golpe genocida. Si bien el sindicato mayoritario Ute Ctera denunció la situación, el acto público no se freno, la tregua pactada con el gobierno, va mostrando sus aristas, es parte del 12 % de aumento ofrecido en la mesa salarial y las malas condiciones que sufrimos a diario.

Las extensas horas de espera que vivieron miles de docentes por las malas condiciones en que se realizó son también una forma de desmovilización. Horas y horas de espera, sumado al estrés que vivimos sin saber si podremos conseguir unas horas más que nos permitan llegar a fin de mes, son realmente agotadoras. Se escuchaba como mensaje final: ¡nos vemos mañana en las calles, profe!

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