23.5.2018
Por Mariano Pacheco
Las seis líneas de subterráneos se vieron paralizadas este martes 22 de mayo luego de que la policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Airees, esacudos en mano, bajara a las vías y reprimiera a los trabajadores que se encontraban protagonizando una protesta por reapertura de paritarias, dejando el saldo 16 personas detenidas. El trasfondo del conflicto es el tipo de organización sindical que, desde hace varias décadas, se vienen dando quienes trabajan en el lugar. A casi diez años de la conformación de la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (AGTSyP), la areaparición de los denominados “Metrodelegados” en la escena política viene a dar cuenta de las tensiones que atraviesa hoy a la Argentina. Una historia que viene de lejos, y que tiene espectros que no dejan de reaparecer.
Negro sobre blanco
Metrovías, la empresa concesionaria del servicio, informó a través de un comunicado oficial que ya había enviado más de 100 telegramas de despidos a trabajadores acusados de llevar adelante acciones ilegales contra la empresa en el marco de las protestas encabezados por sus delegados (que cuentan con tutela sindical), a quienes la empresa también denunció ante la Justicia Laboral para que les retiren los fueros gremiales.
Si bien la punta del iceberg es el plan de lucha que desde hace casi un mes sus trabajadores vienen realizando de manera “escalonada” (con paros parciales por líneas previamente anunciados; aperturas de molinetes para que los usuarios viajen gratis; etcétera) hoy se decretó un paro total y por tiempo indeterminado.
La AGTSyP reclama ser parte de las negociaciones paritarias con el ministerio de Trabajo, que hasta el momento se limitó a desarrollar las negociaciones con la Unión Tranviaria Automotor (UTA), expresión sindical minoritaria en el subte, luego de que en 2009 se produjera una desafiliación masiva a dicha entidad y se conformara la nueva asociación gremial. Esto de algún modo es posible porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación dejó firme en marzo pasado la sentencia que declaró la nulidad de la resolución del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social del 26 de noviembre de 2015, firmada por el entonces Ministro Carlos Tomada, por la cual se le había otorgado la personería gremial a la AGTSyP.
Ahora la situación se encuentra en un enredo burocrático que tiene que resolver la cartera laboral; enredo que los medios hegemónicos de comunicación aprovechan para presentar –como en tantas otras oportunidades en los últimos años– el conflicto como una “interna sindical” y no como un tema central en el que-hacer político de la polis, a saber: de qué modo las trabajadoras y trabajadores deciden organizarse para luchar por sus derechos (en defensa de los conquistados, y en pelea por los que se pretenden conquistar).
Un fantasma recorre el subte
Febrero de 2009: trabajadoras y trabajadores del subte realizan un Plebiscito de consulta para desafiliarse de la UTA y crear la AGTSyP. La participación de los trabajadores es masiva, a pesar de las agresiones que sufren por parte de una patota de UTA. Los resultados arrojan una arrolladora mayoría (alrededor del 90%) a favor del “Sí” al nuevo sindicato. La propuesta se realiza luego de que, en agosto de 2008, la UTA intentara expulsar a los integrantes del cuerpo de delegados a partir de un sumario interno, en el que el “tribunal de ética” del sindicato los acusara de “falta de organicidad”. Dos meses después del plebiscito se realizaron las elecciones para delegados del nuevo sindicato en todos los sectores, de todas las líneas y en todos los turnos. Se inicia así la pelea por la inscripción gremial.
Junto con los cuerpos de delegados por línea y el plenario general de delegados se conforma entonces una Comisión Directiva Provisoria, cuya tarea central fue poner en funcionamiento el nuevo sindicato, aun antes de que fuera legalmente reconocido. Así se pasó a la estructuración de una dinámica que en realidad ya llevaba varios años. Las antiguas comisiones del cuerpo de delegados se convirtieron en Secretarías, a las que se les sumaron otras nuevas.
El año terminó con la firma de un acta entre la AGTSyP y la empresa, en la que se contemplaba una tutela sindical para los delegados y las autoridades del nuevo sindicato, que paradójicamente el Ministerio no había eestado dispuesto a reconocer. De allí que la AGTSyP haya logrado, a partir de entonces, “representar” a los trabajadores ante el gobierno y la empresa. No está de más mencionar que, además, lograron tirar atrás el descuento compulsivo del 1% que la empresa y la UTA (avalados por el gobierno) habían acordado descontar a cada trabajador, para engrosar las arcas de la UTA.
A fines de 2015, con un kirchnerismo ya en retirada, la AGTSyP obtuvo finalmente la personería gremial, que rápidamente fue cuestionada por la UTA, quien presentó una apelación ante la justicia, que desembocó en la resolución de marzo de este año recientemente mencionada.
Al que no le gusta, se jode
¿Es posible revertir este proceso?’ Resulta difícil a esta altura de la historia de la humanidad plantear cuestiones categóricas del tipo “es imposible}”, pero viendo la situación actual de la organización sindical de quienes trabajan en el subte, y su historia, resulta francamente difícil. Y si bien la Asociación Gremial ya lleva una década de existencia, cabe resaltar que a aquella situación de 2009 se había llegado con una experiencia de una década y media de organización gremial democrática y participativa, antiburocrática, impulsada en los crudos años 90 por un grupo de activistas de izquierda. Y si bien no todos los dirigentes del gremio vienen sosteniendo una posición política afín, a la hora de defender la herramienta gremial puede verse un sólo cuerpo colectivo haciendo frente a la patronal y el Estado.
Si bien la mayoría de los dirigentes tienen un tronco común (todos comenzaron su actividad política en las filas de algún grupo trotskista), las diferencias entre ellos son tan notorias como públicas. Con un secretario general (Roberto Pianelli), militando en las filas de kirchnerismo (al igual que Néstor Segovia, secretario adjunto, ex integrante del MST), el gremio también cuenta entre sus filas a históricos militantes del Partido Obrero y el PTS, ambos integrantes del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT). Esa diversidad política pudo verse planteada hoy también entre los adherentes a la protesta. Mientras un Carlos Tomada se paseaba por un costado, por otro caminaban Miryam Bregman y Nicolás Del Caño, del PTS, y en otra punta Vilma Ripoll, del MST. En el medio se encontraban también activistas de las organizaciones territoriales de la economía popular, tanto del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), como de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), así como contingentes sindicales de taxistas, de ferroviarios (el Pollo Sobrero reiteró su apoyo y el de sus compañeros para hoy y para mañana si el conflicto sigue) y de docentes, que anunciaron desde las escalinatas de la estación Las Heras de la línea H un paro de actividades en la ciudad para acompañar el reclamo subterráneo.
Espectros rebeldes
“Mauricio Macri la puta que te parió”, “Mauricio Macri la yuta que te parió”… Los cánticos dan cuenta de un estado de situación. Y evidencian que algo muy importante se está moviendo en el país. Yuta o puta, la bronca se concentró hoy contra el presidente. Una fracción históricamente combativa del sindicalismo logró el apoyo de otras expresiones gremiales y los movimientos sociales y de diversos espacios políticos.
En el subterráneo de Buenos Aires trabajan miles de trabajadores. Se estima que diariamente viajan, a través de las seis líneas que conectan los puntos más importantes de la ciudad, más de 1.000.000 de pasajeros. Allí radica una de sus mayores fortalezas de las y los trabajadores del subterráneo. Ellos lo saben. De allí que, además del clásico “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”, otro cántico escuchado con fuerza hoy fue uno dirigido al presidente. Ese que termina diciendo: “Con papeles o sin papeles, te paramos la ciudad”.
Un cántico que la gestión Cambiemos deberá no sólo escuchar, sino analizar, en medio de una crisis en que cada conflicto puede reabrir un giro inesperado.