Festival a un año del asesinato de Cristian “Paragüita” Toledo
18.7.2018
Por Colectivo de Medios de Comunicación Popular*
"Porque las muertes de los pibes de las barriadas populares no pueden ser en vano, desde la alegría y la organización popular, un barrio se levanta, exige justicia por su vecino asesinado. Por Paragüita, y para que no pase nunca más".
El 15 de julio de 2017 Cristián "Paragüita" Toledo fue asesinado por Adrián Gustavo Otero, bombero de la policía de la Ciudad de Buenos Aires. A un año, familiares, amigxs y organizaciones realizaron un festival con el lema “defendiendo la alegría”, para rendirle homenaje y seguir exigiendo justicia de cara al juicio que iniciará el próximo 4 de septiembre.
La mañana del 15 de julio de 2017 helaba. Era sábado, muchxs jóvenes regresaban del baile de madrugada, como tantas otras veces. También Cristian había salido a bailar con dos amigos, Carlos Gavilán y Jorge Daniel Nadalich. A la mañana siguiente, Paragüita tenía que ir a trabajar a la ferretería que está frente a la parroquia Caacupé en la Villa 21-24, ubicada en el barrio de Barracas. Cristián tenía un rato para dormir, como todos los viernes en los que salía y luego le tocaba trabajar.
De regreso del baile, el auto en el que venían Paragüita y sus amigos se cruzó con el auto en el que iba Adrián Gustavo Otero, policía de la ciudad, que portaba su arma, aún sin estar en servicio. Tuvieron algún intercambio por el tránsito y Otero persiguió el auto de los pibes que volvían del baile. Disparó más de una vez contra ellos y el auto, hasta que finalmente los hizo chocar en Vélez Sarsfield y Santo Domingo. Paragüita tenía un disparo de arma de fuego y, cuando llegaron los integrantes de la Comisaría 30, ya estaba muerto. Carlos y Daniel resultaron detenidos. El policía autor de los disparos también.
Empezaría así el periplo de su coartada: un intento de robo y una persecución por ese motivo. Los únicos dos testigos del asesinato, amigos de Cristián, permanecieron presos durante algunas horas, y fueron liberados producto de la concentración de familiares, amigxs y organizaciones en las puertas de la Comisaría 30, ese sábado 15 de julio de 2017. Carlos, integrante de la Comisión de Derechos Humanos de la Villa 21/24, recuerda la concentración y lo que los medios masivos informaron esa mañana: “inmediatamente reproducen lo que sale a decir la policía, que fue abatido un delincuente”.
Pero la organización popular no se hizo esperar, ya que “todo el barrio salió a reclamar, a pedir que esté preso el asesino, que liberen a los amigos y que se dé vuelta eso. Todos participamos. También medios alternativos y barriales”, agrega. El trabajo es doble para quienes son asesinados y además viven en barrios populares: “tener que dar vuelta la cosa también es un dolor tremendo. Encima de la muerte, sufrir eso. Mancillar el honor de una persona de bien, como se decía antes. Dar vuelta eso también es otro proceso doloroso para la familia, por suerte eso se pudo revertir inmediatamente”, concluye.
Un año pasó del asesinato de Cristian Paragüita Toledo. Un año en que Leo, su mamá, dice que se siente acompañada, abrazada por un barrio que se reúne para rendirle homenaje. Dicen, todxs quienes hablan de Paragüita, que era un pibe amiguero, que todxs lo conocían, que laburaba, que se juntaba con sus amigos. Que le gustaba mucho escuchar música y que, por eso, eligen para este homenaje, en el primer año, un lema: defendiendo la alegría.
“Para recordarle a él como era él”, dice Leo, su mamá. Aunque este año sin Cristian duele “nunca va a dejar de ser duro porque ya no lo tengo más. Me cortaron los brazos y las piernas desde que él se fue. Hasta el final voy a ir para que Otero cumpla la condena que merece”, termina Leo, no sin vidriarse sus ojos.
El festival a un año del asesinato de Paragüita se llevó a cabo el sábado 14 de julio, frente a la capilla de la Caacupé y de la ferretería donde él trabajaba, en la villa 21/24. En esa cuadra hay una ermita. Su foto, con su perro, la camiseta. Ahí se juntan sus amigxs a diario. Un vecino pasa, la toca y se persigna. Hay juegos para niños y niñas y música. Merienda, jugo, bolsitas de juegos. Las remeras con la cara de Paragüita abundan. Leo, sus amigxs, su famila y vecinxs, llevan la remera con su cara. El clima es festivo, Paragüita era un pibe muy alegre, dicen -más de una vez- quienes lo conocieron, que pareciera son casi todxs en el barrio. La calle se vuelve espacio de encuentro en el festival por Paragüita. Esa calle que se vuelve espacio público con un sentido distinto en los barrios populares, de una vecindad que se palpita más cercana. En palabras del Padre Toto, cura villero que acompaña desde el comienzo la exigencia de justicia, “la villa da lección a gente de otros sectores sociales. El 50% de los habitantes de la villa tiene menos de 18 años, hay una población infantojuvenil y en la villa se vive el espacio público como un espacio de todos, de todos de verdad. Hay capacidad de hacer fiesta. Cosa que en muchos lugares no. Hay un sentido de vecindad, una madre es madre de sus hijos y de los del pasillo, lo que le pasa al de al lado me incumbe, me influye. Hay una solidaridad natural en la villa de la cual muchos otros barrios debieran aprender”.
El barrio de Paragüita, como tantos otros barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires, están sitiados por las fuerzas de (in)seguridad. En Barracas se pasea desafiante la Prefectura. Tienen sus puestos fijos, en las entradas y salidas de los barrios. Las brigadas de civil se adentran en las callecitas, y circulan sin identificación, revisando, requisando, levantando a los pibes. El asesino de Cristian Paragüita Toledo es policía de la ciudad. Actualmente espera el juicio preso. El 4 de septiembre empieza la nueva etapa: el juicio oral y público. La condena debe ser ejemplar, dice Carlos, de la comisión de derechos humanos de la villa 21/24, “que haya una condena efectiva y que este señor termine donde tiene que estar y que sirva para que las fuerzas de seguridad entiendan que no pueden hacer esto con cualquiera. Si hubo una muerte que la lloramos, tenemos que conseguir que estas cosas no sucedan más”.
Porque las muertes de los pibes de las barriadas populares no pueden ser en vano, desde la alegría y la organización popular, un barrio se levanta, exige justicia por su vecino asesinado. Por Paragüita, y para que no pase nunca más.
*FM La Caterva, FM Riachuelo, La Retaguardia, Agencia Paco Urondo, Sur Capitalino, ANCAP