8.11.2018
Por Leonardo Marcote
Si algo aprendió Roxana Cainzos luego de que la Policía Metropolitana le matara a su hijo, es que nada se resuelve desde el llanto, desde la inmovilidad. Transformar toda esa furia en lucha fue su mayor virtud. Por Nehuén, pero también por todos los chicos y chicas que sufren a diario hechos de violencia institucional.
.Para Roxana es fundamental recordar a Nehuén con alegría. Utilizar la fecha de su nacimiento como jornada de lucha, de denuncia, de reencuentro con otras madres que sufrieron igual que ella, pero que hoy están más fuertes que nunca. Cortar la calle y bailar al ritmo del “Potro” Rodrigo o Los Redonditos de Ricota. Abrazarse con Alberto Santillán, el papá de Darío, asesinado por la policía en junio de 2002, en Avellaneda. Celebrar la vida y no la muerte, de eso se trató el festival que recordó el natalicio de Nehuén Rodríguez.
“Yo sé que a él le hubiera gustado esta manera de recordarlo”, cuenta Roxana. “Una fiesta por su cumpleaños. Con sus amigos de siempre y con los nuevos compañeros y compañeras que fui haciendo en este camino de pedir justicia por él. Hoy lo recuerdo con mucha alegría. Y, aunque a veces me agarran los momentos de tristezas, de a poco los voy dejando atrás. Toda esta gente que hoy se acercó hasta el barrio para recordarlo me aguanta el corazón en los momentos duros.”
El asesinato de Nehuén ocurrió el 15 de diciembre de 2014, a las 0,30, cuando iba con su moto rumbo a la casa de un amigo, al pasar por la esquina de Brandsen y Ramón Carrillo, en Barracas, es atropellado por una camioneta Ford Ranger de la Policía Metropolitana. Gracias a la investigación de la familia y de sus amigos, que se encargaron de buscar a los testigos de lo que había sucedió aquella madrugada, se comprobó que la camioneta que manejaba el oficial Daniel Germán Castagnasso iba a más de cien kilómetros por hora y que cruzó el semáforo en rojo y sin hacer sonar la sirena.
“Trataron de ocultar pruebas, de todo nos hicieron. Pero gracias al apoyo de las Organizaciones Sociales pudimos instalar el caso en los medios. Nos costó, pero lo logramos y pudimos llegar al juicio y a la condena de uno de los policías.”
Nehuén era hincha de Boca y soñaba con jugar en las inferiores del club pero siempre encontró las puertas cerradas. Con bronca dejó de seguir al Xeneize y encontró su segunda casa en el Club Atlético Huracán, donde jugó tres años en las divisiones inferiores. Al mismo tiempo que defendía los colores del Globo comenzó a estudiar actuación en el Teatro San Martín. A medida que iba creciendo el teatro lo apasionaba cada vez más y le dijo a su mamá que quería ser actor.
El sábado 14 de diciembre de 2014, Huracán jugó en la provincia de Mendoza la final por el ascenso a la primera división contra Atlético Tucumán. Nehuén, esta vez, tenía que conformarse con ver el partido por televisión porque la final se jugó sin público. Vio el partido en su casa, junto a su familia. Festejó la vuelta de su equipo a la máxima categoría, luego de haberle ganado al equipo Tucumano por 4 a 1. Entre lágrimas de emoción le dijo a su mamá: “Estoy tan feliz… Ahora me puedo morir tranquilo, el globito volvió a primera”. Roxana le pidió que no diga eso. Estaban sentados en la puerta de la casa, hacía calor. Los vecinos pasaban y lo saludaban, todos sabían de la pasión de Nehuén por Huracán. Ese sábado a la noche fue la última vez que Roxana lo vio con vida.
“Mi hijo era lo más importante y la lucha va a continuar de por vida. Hoy lo estoy celebrando y mañana seguimos con las acciones que hacemos con los familiares que pasaron por mi misma situación. No podemos darnos el lujo de parar. Estos festejos son una caricia al alma que nos permiten retomar con más fuerza. Aprendí muchos de las Madres de Plaza de Mayo que vienen luchando hace años. Tenemos que enseñarles a nuestros hijos de que hay que pararse y dar pelea. Que defiendan sus derechos y no se dejen pisotear por nadie.”
En la vereda de la casa donde vivió Nehuén, a pocas cuadras de la cancha de Boca, se instaló una parrilla repleta de Patys y chorizos, a un costado, un grupo chicas se encargan de vender gaseosa o cerveza. Todo el dinero recaudado es para poder seguir adelante con las acciones y con el merendero “Madres en Lucha”, un proyecto que se inició luego de la última Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil, el 27 de agosto de 2018.
“Lo armamos en mi casa porque no teníamos plata para alquilar un local”, explica Roxana. “Hoy es un merendero que le da merienda a 40 chicos y chicas. Tratamos de ayudar un poco por que la situación en estos barrios es muy difícil y quizás una merienda los ayuda un poco a palear el hambre porque a la noche no hay un plato de comida como antes.”
–¿Qué crees que pensaría Nehuén de esta fiesta que se organizó en la puerta de su casa?
— Estaría muy feliz y yo siento que esta es la mejor manera de recordarlo. Él me impulsa a todo esto. Él era fiesta, alegría, sonrisa, compañerismo. Entonces la mejor manera es honrar su vida y no lamentar su muerte. No le vamos a dar el gusto a sus asesinos de que nos vean tristes. Entonces, volviendo a tu pregunta, no tengo dudas de que él está muy contento con esta celebración.”