1.7.2019
Por Lucrecia Raimondi
En el Día Internacional del Orgullo LGTBQNB la Justicia argentina aplicó una sentencia indignante: la jueza Marta Yungano condenó a Mariana Gómez a un año de prisión en suspenso por desacato a la autoridad y a pagar las costas del juicio.
Marian está casada con Rocío Girat; su pareja y todas las mujeres, tortas, trans y no binaries que se acercaron para acompañarla desde distintas partes del país y del mundo, esperaban la absolución. También esperaban un Poder Judicial a la altura de los derechos de este siglo y un país que demostró en la última década ser de avanzada por leyes como Matrimonio Igualitario e Identidad de Género. Sin embargo, los 21 meses y tres días que duró el proceso mostraron lo contrario.
“Tuvimos que escuchar a una fiscal que se refirió a Marian como Mariano y que le dijo ‘imputado’, cuando ella se autopercibe mujer”, contó Rocío Girat, un claro ejemplo de la falta de perspectiva de género del TOC 26. Creyeron que la jueza y la fiscal podrían entender que “esto no es contra Marian, sino que es un fallo para el colectivo” pero ahora se dan cuenta que lo hicieron justo el día del orgullo LGTBQNB porque “quieren adoctrinarnos”. Marian se siente con bronca, indignada, enojada y triste. Por los nervios se desmayó en el pasillo cuando salió de la sala, luego de escuchar su pena. Afuera, sobre Paraguay al 1300, una manada sorora, disidente y feminista se plantó y cortó la calle para darle fuerza, contenerla y demostrar que no están solas, que su caso es una lucha colectiva.
La pareja Gómez-Girat no bajará los brazos hasta que la Justicia de marcha atrás con esta decisión: “Que Marian saliera condenada es un precedente para todas las personas que quieran estar de la mano con quien eligen. Nosotras seguimos sintiendo la tortura judicial que nos suspende, nos posterga, y nos tiene de un lado para el otro, esperando por la absolución”. Los argumentos del fallo lesbo odiante serán notificados el próximo viernes 5 de julio.
El abogado de Marian, Lisandro Teszkiewicz, presentará la apelación a la Cámara de Casación Penal y asegura que “si hiciera falta vamos a ir a la Corte Suprema y a los tribunales internacionales”. Teszkiewicz entiende que a Marian la juzgaron por ser lesbiana, no por haber cometido un delito, y aseveró: “Nosotros no vamos a aceptar que el Poder Judicial en Argentina nos diga que no vivimos en un estado de derecho, no aceptamos que existan ciudadanas y ciudadanos de segunda en este país”.
—Te enfrentaste a un Tribunal Criminal por besarte con tu compañera, ¿Cómo se explica?
—Marian: Es una humillación que hace la misma institución, los mismos empleados, el mismo poder que les da el Estado, para que hagan lo que quieran. Porque lo único que quieren es instalar una cultura patriarcal y adoctrinarnos.
—Rocío: Vemos el accionar patriarcal de la justicia cuando a la que procesan y condenan es a ella por ser la lesbiana visible de la pareja.
—¿Cómo entienden que en el juicio tuvieran que demostrar su vínculo con un acta de casamiento?
—R: Que es discriminación. No deberíamos tener que verificar ningún vínculo, basta con que diga que es mi pareja. En las parejas heterosexuales funciona así, en el Estado funciona así. Nosotras estamos pidiendo que para todo el colectivo sea igual. No tenemos por qué estar con una libreta de matrimonio para demostrar que estamos casadas.
—¿Qué consecuencias tiene para Marian estar condenada por la Justicia?
—R: Si cualquier policía la discrimina y le pega, ella no se puede defender porque va presa un año con cumplimiento efectivo. Entonces ante cualquier situación que a nosotras nos pase, tenemos que agachar la cabeza.
—¿Qué implica este fallo para el movimiento gay, lésbico y disidente?
—M: No es la primera vez que me discriminan, pero sí es la primera vez que llego a un tribunal -y es condenada- por haber sido discriminada.
—R: A Marian la desvistieron y revisaron por haber estado besándose conmigo. Y así como la nuestra, conocemos de un montón de historias de chicas y chicos, sobre todo del interior, que son golpeados y pasan noches en la comisaría. Nos dimos cuenta de la desinformación social.
—¿Qué recomiendan hacer frente a esas situaciones?
—R: Informar sobre lo que nos pueda llegar a pasar en la calle con las fuerzas policiales. A ninguna persona la pueden requisar en una sede policial, solamente se requisa para entrar a un penal. Pueden palpar por afuera y ver tus pertenencias, pero no te pueden revisar el ano y la vagina para ver si tenés drogas.
—¿En qué aspectos no se está aplicando la Ley Micaela?
—R: En ninguno. El sistema juzga sin perspectiva de género. Desde el momento en que un policía te dice ‘che pibe deja de fumar’, y una le dice ‘soy mujer’, y te tocan los pechos para ver verificar si sos o no mujer. Después que en todos los papeles -Marian- figura como ‘imputado’. Que un policía que se sentó a declarar y dijo ‘yo no soy homofóbico, ni sé qué significa’. Que la fiscal diga que ‘es más grave el arrancamiento del pelo porque toda mujer sabe lo que nos cuesta que crezca’, dejando a la vista la hegemonía y el estereotipo. No todas las mujeres decidimos tener el pelo largo y la mayoría, en esta audiencia, éramos lesbianas peladas por elección. A Marian se la juzga por un hecho sin contemplar que en ese lugar había 50 personas haciendo lo mismo, y a la única que agreden es a la lesbiana visible.
—¿Cómo creen que tiene que ser trabajada la ley de Educación Sexual Integral?
—R: Tenemos que salir del binarismo y lo hegemónico. El patriarcado nos pone etiquetas cuando te dicen vos sos mujer o varón y qué hacer -según el género asignado-. Necesitamos que nos vean a todos como personas y que se respete lo que elegimos. Si alguien se autopercibe varón, mujer o trans tiene el derecho a que se respete su elección. Hablar de diversidad es fundamental, sobre todo en los jardines y las escuelas primarias.
El 2 de octubre de 2017 la pareja estaba fumando un cigarrillo y se despidió con un beso en la estación de subte Plaza Constitución. En ese momento, José María Pérez, empleado de Metrovías se acercó a Mariana para pedirle que deje de fumar, no había ningún cartel que indicara esa prohibición, incluso había otras personas fumando en el mismo lugar. Luego intervino un policía, prepotente, para que apague su cigarrillo, le tocó el pecho a Marian, la trató de “pibe” y la quiso llevar “detenido”, por lo que forcejearon.
No solo le asignó un género con el que Marian no se autopercibe, sino que también les pidieron la libreta de casamiento. El oficial varón llamó por handy a una oficial mujer, quien agarró por atrás del brazo a Marian y para no caerse, sin intención de lastimarla, le arrancó un mechón de pelo. Por eso la llevaron a la comisaría, le realizaron una requisa vejatoria y le abrieron una causa por desacato a la autoridad, por la que ayer fue condenada. “Lo único que estábamos haciendo es estar juntas besándonos. La policía fue violenta y discriminatoria con nosotras. Desde el primer momento en que aquel policía se nos acercó hasta la jueza que nos dictó el procesamiento, que nos embargaron, que nos allanaron, todas esas situaciones sentimos que es un adoctrinamiento social para que tengamos miedo y que no salgamos a un lugar visible a mostrarnos”, manifiesta Rocío y concluyó: “Esto no se termina ni con la absolución de Marian ni con una condena para ella, sino cuando todos los funcionarios públicos y los entes del Estado que los regulan tengan el conocimiento necesario para tratar con las problemáticas y con la diversidad actual que vivimos como país y como sociedad”.