Más que la espera de un veredicto: las pibas construyendo mundos mejores
10.7.2019
Por Laura Salomé Canteros y Ximena Schinca
El TOC 25 de la ciudad de Buenos Aires definirá si dictar veredicto o hacer lugar al pedido de nulidad que presentó el abogado defensor del ex músico Cristian Aldana tras un año y dos meses. Las pibas ya hicieron historia al romper con la impunidad de las violencias que ejerció. El jueves y viernes podrían ser las últimas audiencias del juicio que marcará una era, la del “ya no nos callamos más”.
A poco de retirarse de la audiencia del jueves pasado, Humberto Cristian Aldana apeló a la sensibilidad del Tribunal Oral en lo Criminal N° 25 (que lo juzga por abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante, abuso de poder y corrupción de menores en siete ocasiones) y solicitó que tuvieran en cuenta que él es “único sostén de familia” y levantaran el embargo de dos de sus cuentas bancarias, una que está sólo a su nombre y otra compartida con su hermana y socia creativa, María Fernanda Aldana. Se refirió a la necesidad de sus hijxs y pidió que se dispusiera dinero para su actual pareja. Nada se escuchó, en cambio, de que tuviera alguna cuenta familiar o compartida con las madres de los niñxs o, al menos, destinada a la manutención de sus familias. “El dinero de la cuenta del G* es 100 por ciento de mi hermana”, precisó y luego volvió a quejarse y señaló que no iba a sostener con su presencia “la debilidad de un alegato” que no lo representaba.
Minutos antes el ex músico, líder del grupo El Otro Yo, había utilizado el tiempo para destacar su “indefensión” y expresar su voluntad de “seguir declarando”. El Tribunal volvió a señalarle que evitara dispersiones y se limitara a usar el tiempo para su defensa. No lo hizo. El prefirió dar por terminada su declaración y dejar “bendiciones para todos”. Durante el juicio, Aldana encarnó a la víctima de “un complot político” en su contra, a un pobre mártir merced a cualquier denuncia de “feministas”, a otro macho herido que cayó en la trampa de una “despechada”, y al padre encantador y abatido preocupado por el futuro de sus hijxs.
Hasta que al fin llegó el momento de los alegatos de la defensa, cuando el defensor oficial Fernando Robio prefirió plantear una serie de puntos que abonaron a la estrategia de indefensión. “Como defensores –dijo, Patiño y Grasso- fueron excelentes querellantes”. Así Robio entendió que las anteriores defensas “desatendieron sus intereses y lo perjudicaron de forma activa” y consideró que “debe dictarse la nulidad y la consecuente absolución con la inmediata libertad” del ex músico. Según el defensor, el juicio se llevó a cabo sin una defensa técnica eficaz. “El daño ya está hecho”, concluyó y recordó al Tribunal que si acepta la nulidad del proceso, Aldana cuenta con la garantía de no ser juzgado dos veces por los mismos hechos.
Cómo las pibas comenzaron a quitarle las armas al macho
Más de 10 años le llevó a Ariell denunciar, romper el silencio y generar el acompañamiento feminista que le permitió dejar atrás la impunidad que encubría los abusos de poder detrás de las acciones de la persona que la violentó durante seis.
Fueron muchas las estrategias que se dio para romper -y a la par sobrevivir- a los prejuicios sociales y mediáticos que ella y sus compañeras tuvieron que afrontar tras denunciar y judicializar los actos delictivos de Cristian Aldana que, mediante evidencias y declaraciones están siendo demostrados en el juicio que se lleva adelante desde mayo de 2018, y que hacen parte de la megacausa en la que se lo investiga por abuso sexual gravemente ultrajante con acceso carnal en forma reiterada, en concurso ideal con corrupción de menores. Agravado por haber causado un daño permanente en la salud física y mental de las víctimas. Una megacausa en la que se busca más que un veredicto judicial y una condena social.
Cristian Aldana es ex músico y ex cantante de “El Otro Yo”. Violentó a Ariell Carolina Luján mientras ella tenía entre 13 y 19 años y lo hizo de forma sistemática: sexual, física y psicológicamente. Lo hizo contra ella y contra otras -en su mayoría niñas y adolescentes-. “¿Por qué estás acá, qué hiciste, nena?”, le preguntaron a Ariell en abril de 2011 cuando fue por primera vez a la Comisaría de la Mujer de Morón. Tenía 21 años, había juntado valor para denunciar al varón que la había violentado durante seis y no era la primera vez que iba a ser revictimizada. Pero siguió caminando y resignificó no solo su lucha, también la de muchas.
Fue también un abril, pero de 2016, cuando Mailén y Rocío publicaron videos dando testimonio de los abusos y las violencias perpetradas por Miguel del Pópolo, cantante de la banda “La Ola Que Quería Ser Chau”. Fue entonces cuando “El Otro Yo” publicó en su página de Facebook un repudio a las violencias machistas de del Pópolo afirmando: “En nuestra banda hay una mujer, tenemos hijas, madres, amamos a las mujeres”. Así la impunidad comenzó a quebrarse y muchas personas comenzaron a responder a la publicación con el link de la pancarta que mostraba a Ariell -un año antes- donde por primera vez se leía una frase hoy icónica: “Nos nos callamos más”. La reacción de la banda ante los comentarios fue borrarlos, a lo que siguió la indignación masiva y la interpelación directa: “¿Ahora te haces el bueno, Aldana?”. En contraste a la maniobra de complicidad, la claridad: la imagen de Ariell comenzó a circular en medios y redes.
A la visibilización de las violencias de Aldana mediante la acción callejera le siguió el relato en un blog -con protección de su identidad- en redes. Pero Ariell decidió volver a intentarlo. En 2016 denunció en Atajo Fiscal, con la abogada Ornella Noccitti, y a la semana se sumaron seis denuncias más contra Aldana en UFEM (Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres). Todas fueron remitidas al Juzgado de Instrucción N° 17, y fue a finales de ese año que en un fallo ejemplar, el juez Roberto Ponce dispuso el procesamiento y prisión preventiva para el imputado, que fue trasladado al Penal de Marcos Paz, donde esperó el juicio hasta mayo de 2018 y que hoy se encuentra en su etapa final.
No serás protagonista ni de tu absolución ni de tu condena
Este jueves y viernes se retomará el juicio y el TOC 25 deberá resolver sobre el pedido de nulidad. En los pasillos se dijo, se escuchó, se repitió, que hay muchas personas esperando que termine este juicio para terminar con la impunidad. “Si se condena a Aldana, se van a condenar todos esos abusos”, expresó Gabriela Conder, abogada de una de las denunciantes Ariell Carolina Luján. Falta menos. Las pibas ya aprendieron a esperar.
Mientras, durante las últimas audiencias Cristian Aldana hizo uso de la palabra. Fue antes del alegato de su defensa que pidió la absolución por indefensión y la inmediata libertad del ex músico. Su palabra fue la acción de quien se encuentra en el ocaso y que no será protagonista ni de su absolución ni de su condena. Lo hizo mendigando el protagonismo de las pibas, negando los hechos que se le imputan, difamando a una de las denunciantes -a la vez que desconoció a las otras seis- y embarrando la cancha: afirmando que es un “perseguido político” de “feministas, abortistas y piqueteras”.
¿Será que el sistema de justicia estará a la altura de nuestros tiempos feministas? ¿Sentirá respeto por la lucha de las que vencieron para emancipar? ¿Entenderá de historia? Lo cierto es que hay un Tribunal que se encuentra ante uno de esos momentos, únicos, en los que dictar un veredicto es un más que un final. Es un inicio. Otro cuento que nos otorgará alas de libertad para todas.
Es que las pibas están construyendo mundos mejores. Y lo hacen de la mano, de forma amorosa; exponiendo(se) para sanar, escrachando para reparar, contagiando(nos) para no callar. Porque cada vez que se denuncia como acto político a un varón violento no es solo el señalado el que va a juicio, sino toda la cultura del terror y del odio contra los cuerpos y las subjetividades feminizadas. Es entonces cuando levantar la voz en compañía de otras, traza el camino colectivo de la reparación. Ese que muchas veces es negado por las instituciones pero que es sostenido por las (trans)feministas.
“Ya no nos callamos más” es más que lema. Es una guía sin instrucciones que destruirá, de forma colectiva, el silencio de la complicidad que da impunidad al poder del macho. Porque el silencio no es nuestro idioma.