4.9.2019
Por Leonardo Farías (*)
El comunero kirchnerista Leonardo Farías reflexiona sobre las chances que existen de derrotar la hegemonía macrista en la Capital Federal y la potencialidad de la candidatura de Matías Lammens.
Después de las PASO y en el medio de una crisis política, social y económica que preludian el final del gobierno de Mauricio Macri, vale la pena detenerse en el nuevo escenario político de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El distrito que vio nacer al partido político del Presidente (PRO) y en el que desde hace doce años se enquistó la gestión de los globos amarillos parece tambalear con verdaderas chances de caer ante la creciente figura de Matías Lammens, candidato a Jefe de Gobierno del Frente de Todos. Hace apenas unos meses recuerdo conversar con distintos personas que no estaban conformes con la candidatura de Lammens y hasta algunos de ellos enojados con su elección por no pertenecer a las filas del peronismo. Mi reflexión ante esa disyuntiva sostenía que nuestra fuerza política debía lograr una alquimia distinta a las que hasta ahora para tratar de ganar territorio porteño; en una Ciudad históricamente adversa para los peronistas (kirchneristas y no tanto) la realidad justificaba sin dudas la figura de un hombre con un perfil progresista, independiente y, en apariencia, amistoso ante los ojos de los ciudadanos de la cosmopolita ciudad portuaria. Y al final con un resultado en las PASO mucho más que bueno y con todas las variables a favor, ponen al Frente de Todos con chances reales de ganar el distrito.
Pero pase lo que pase con la jefatura de gobierno la Ciudad ya cambió su escenario político institucional, después de más de una década, y es acá donde vale la pena detenerse.
Fin de la hegemonía territorial
Al igual que en casi todo el territorio nacional, en Buenos Aires, el final del PRO también se acerca inexorablemente. Y esto comienza con el ya irreversible triunfo en dos de las quince comunas porteñas. Se trata de las comunas 4 (la Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya) y 8 (Villa Soldati y Villa Lugano). El Sur avanza pintando de azul brillante el amarillo gastado del mapa territorial. Los vecinos más castigados le dijeron basta al Jefe de Gobierno, Horacio Rodriguez Larreta. “Si vos querés, Larreta ya fue” cantan en el sur de la Ciudad.
El maquillaje y el municipalismo de superficie que supo ser caballito de batalla de la gestión llegó a su fin y encontró su límite el pasado 11 de agosto. En palabras del legislador Carlos Tomada: “Es probable que la gestión de estos años vaya a ser recordada más por las veredas, los canteros, las bicisendas que por el turismo, las exportaciones, que hubiera sido un cambio estructural en la Ciudad”, y agrega “el Jefe de Gobierno porteño descansó sobre la abundancia de recursos, que en lugar de asignarlos a un desarrollo equitativo, urbano de largo plazo, prefirió explotarlo en plazo cortoplacistas sin planificación y como consecuencia la Ciudad tiene las mismas deficiencias estructurales en términos de educación, vivienda y salud pero perdió una cantidad de activos por la venta de bienes públicos”.
Comunas rebeldes
De mantenerse en la gestión Rodríguez Larreta, por primera vez en ocho años de existencia de la institución comunal habrá Presidentes en las Juntas Comunales preparados para usar sus facultades en contra del gobierno amarillo. Facultades que han sido utilizadas por los Presidentes hasta ahora para aislar al órgano colegiado de la gestión.
El intento sistemático de vaciamiento de las Comunas tuvo como su principal herramienta la firma legal de los Presidentes que, en lugar de usarla para refrendar la voluntad de los Comuneros, lo hizo para coronar la arbitrariedad del Gobierno de Larreta. La descentralización nunca llego a concretarse por muchos factores (que sería largo citarlos en este artículo).
La gestión comunal se digita desde la jefatura de gobierno despreciando el conocimiento que le da la cercanía a los comuneros para solucionar los problemas en los barrios. Un gran ejemplo es que haya veredas en perfectas condiciones que se hacen dos o tres veces al año y, por otro lado, veredas que necesitan reparación hace tres o cuatro años que aún esperan su mantenimiento. Vale ejemplos similares para el arbolado, el bacheo y la pavimentación, la luminaria, entre otras cosas. Nunca mejor definición sobre la gestión nos da la legisladora Paula Penacca: “No hay una implementación completa de la Ley de Comunas. Los comuneros ya van por el segundo mandato y nosotros vemos que hasta que no haya una decisión política real del Poder Ejecutivo porteño de darle jurisdicción propia a las comunas, o sea, que tengan la posibilidad -como marca la ley- de administrar su presupuesto, no va a ser cierto que las juntas comunales funcionen como deberían”.
Pero con la irrupción de presidentes del Frente de Todos, todo cambia. Fundamentalmente porque estos alteran la práctica y la dinámica política de Consejo Intercomunal donde se reúnen los 15 presidentes de Junta para dar obediencia de vida a Rodríguez Larreta. Y he aquí un verdadero dolor de cabeza para los amarillos.
Por otro lado la Justicia deberá atender de otra manera las demandas legales si los Presidentes opositores deciden presentarse en primera persona, ya que serían los verdaderos damnificados en el incumplimiento de la descentralización por parte del gobierno porteño. En cuanto al funcionamiento interno de las Juntas Comunales, varias de ellas tendrán la posibilidad de reunir mayoría en la oposición lo cual será otro dolor de cabeza, aunque menor, para el oficialismo. Así el combo nuevo permite divisar un futuro jugoso en la gran Ciudad, sin dudas, para alquilar balcones.
Cerca de cerrar la escribanía legislativa
Hasta hoy la Legislatura de la Ciudad contó con mayoría absoluta (propia y de aliados) por parte del partido de gobierno. Con el resultado de las PASO esa hegemonía podría comenzar a desmoronarse tanto por el resultado electoral como por la pérdida de aliados. Pero aún hay que esperar. Hasta ahora el bloque de Cambiemos (PRO + Aliados) prácticamente despacho todos los proyectos de ley que ingresaron sin limitaciones ni molestias por la holgada mayoría. De esa manera se aprobaron escandalosos proyectos como la reforma del Código Urbanístico y de Edificación, y el Código Contravencional.
En el horizonte, el final
En definitiva, aunque con un cambio drástico y concreto, la Ciudad sigue siendo el último bastión del PRO. La Ciudad vio el nacimiento de este Partido Neoliberal, el apogeo y ahora el ocaso que, más tarde que temprano, llegará para sacarles el lugar donde se gestó la trágica aventura de gobierno que se llamó macrismo.
(*) Miembro de la Junta Comunal 10 – Unidad Ciudadana