9.9.2019
Por Silvio Schachter
El pasado jueves 15 de agosto , a pocos días del sismo político que generaron las PASO, tuvo lugar la audiencia pública convocada a instancias de la decisión judicial que considero necesario un nuevo estudio de impacto ambiental y la adecuación de la obra para autorizar la habilitación del Megaestadio Arena en Villa Crespo.
Más allá del carácter no vinculante y formal de este tipo de instancias, que cumplen con la ficción normativa de participación ciudadana, la actividad sirvió como tribuna para los fundados reclamos de los vecinos y sobre todo para poner en evidencia una vez más la sumatoria de irregularidades e ilícitos que está en el ADN del proyecto y la violación sistemática de las normas y derechos de los habitantes de la ciudad por parte del gobierno, partner de los contubernios con la multinacional del espectáculo AEG Worldwide, gestor de los estadios Arena, del diario la Nación y la comisión directiva del club Atlanta.
Los hechos que fuimos denunciando a lo largo de más de un año en distintas publicaciones y que los vecinos auto-convocados, en una confrontación desigual y sin equivalencias, pero con un ímpetu y decisión admirables llevaron a las calles del barrio y a todo ámbito que estuvo dispuesto a escucharlos, fueron sistemáticamente ignorados por el gobierno de Larreta que tomo claramente partido en su contra, violentando el derecho a decidir cómo y en qué tipo de ciudad quieren vivir sus habitantes. Derecho consagrado en múltiples foros internacionales, la Constitución de la Ciudad y el Plan Urbano Ambiental
La empresa cambio a la consultora para hacer un nuevo estudio, informe que prolijamente evadió los ejes principales del conflicto y no dio, como se preveía, respuesta alguna a los temas cruciales. Dentro de una saturación de datos irrelevantes, contiene numerosas falsedades y grandes vacíos, pero sobre todo presenta un caso único en la historia de las gestiones en la ciudad, un trámite de vital importancia que debe ser aprobado de modo inexorable antes del inicio de la obra, es presentado solo a un par de meses de que se termine el edificio y cuando ya se anunciaron más de doce recitales. De hecho reconoce implícitamente, que el informe anterior era un cachivache, que en un turbio procedimiento fue aprobado por la APA, Agencia de Protección Ambiental, con la increíble caracterización de proyecto de Impacto ambiental No relevante.
A lo largo de toda la obra la mecánica ha sido ocultar información y avanzar sobre hechos consumados, mientras tanto avanzaba la construcción de lo que falazmente llaman miniestadio, que en su actual nivel de desarrollo se vuelve casi imposible de revertir. El Arena Buenos Aires Una obra ligada al mainstream del espectáculo internacional, cuyo único objetivo es el lucro, sin beneficio alguno ni social ni cultural para la ciudad, que se verá afectada por un nuevo nudo de conflictividad urbana, sumando caos de tránsito y trastornos de todo tipo y calibre
Desde el inicio de la audiencia quedó clara la táctica del núcleo Megaestadio, su jugada, de manera explícita y grosera, fue quitar del medio a los principales actores, la empresa y el gobierno, para presentar maniqueamente el conflicto entre vecinos, como si el enfrentamiento fuese Autoconvocados versus Atlanta. La ausencia de funcionarios responsables del gobierno y de legisladores del oficialismo y la supuesta oposición, salvo Laura Marrone del FIT, único bloque que se opuso al proyecto en la legislatura y un legislador de Ay L, expuso con claridad la nula consideración que le presta el gobierno a estas audiencias, solo un trámite para cumplir con la norma .
El acting de los directivos de Atlanta fue una ristra de golpes bajos. Eludieron toda referencia al proyecto, ignoraron su responsabilidad en todo el camino plagado de irregularidades, tanto económicas como político-administrativas, empezando por el aval a la estafa de la empresa Lugones que se quedó con un crédito de 20 millones dólares otorgado por el Banco Ciudad y a cambio le dejo al barrio un cadáver de hormigón. El único planteo de los directivos de Atlanta fue: nos dan el dinero que necesitamos. Eso podría ser válido, según esa lógica, que los ubica como locatarios privilegiados premiados con el usufructo de un bien público, para justificar cualquier uso y destino. Podría ser desde un casino hasta un helipuerto. Se abrocharon a una multinacional que construye con crédito local, que obtiene una concesión por 40 años y es venalmente eximida de impuestos durante todo el periodo. Han sido aliados un gobierno que los apaña y para el que todo vale. Nunca evaluaron otra opción, ni abrieron un camino a otras propuestas satisfactorias para el club y el barrio. De licitación ni hablar.
El hecho que eso fuera por años un baldío o un juntadero de ratas, es un argumento reiterado que no es responsabilidad de los vecinos, sino del mal manejo y la desidia de las autoridades del club y del gobierno de la ciudad. Siempre la estrategia de los privatizadores ha sido dejar que avance el deterioro y después entregar la tierra pública a precio, con el argumento que cualquier cosa es mejor que lo que hay. En urbanismo, a esa táctica muy conocida y cuestionada se la llama: teoría de las Ventanas Rotas. Así se operó mediáticamente para cubrir la entrega de Puerto Madero y cientos de otros bienes públicos.
Los vecinos lograron eludir la trampa y a pesar que nos dieron escasos minutos para intervenir , no siempre “ la vida es eterna en cinco minutos” como canto Víctor Jara, con la sumatoria de las exposiciones se pudo expresar, con sólidos, contundentes e irrebatibles argumentos, los daños al tejido socio espacial del barrio y la ciudad y los efectos gentrificadores que generara el mega emprendimiento, sobre los cuales ya hay numerosos ejemplos en la ciudad y que la lógica del supuesto desarrollo y la puesta en valor nunca considera.
En cualquier otra sociedad, un tanto más transparente, las razones expuestas serían más que suficientes para terminar con el proyecto, claro que en esa otra sociedad tampoco se hubiera llegado a esta ominosa situación.
Lamentablemente como viene ocurriendo con muchas de las luchas que se desarrollan en el ámbito del área metropolitana contra las privatizaciones y los negocios de los grandes grupos inmobiliarios,casi ninguno de mis colegas de profesión dice presente, situación que podríamos extender a otros profesionales, con la excepción en este caso del abogado ambientalista Jonatán Baldivieso y el ingeniero Alberto Aguilera, con quienes venimos acompañando el reclamo. En cambio ha sido muy gratificante la solidaridad de vecinos de otros barrios, como los de Balvanera que se hicieron presentes para contar su experiencia cuando lograron detener un proyecto semejante en la manzana 66 y también la sensibilidad de muchos medios alternativos que cubrieron las denuncias.
En el marco de las brutales consecuencias de la gestión neoliberal y neocolonial del gobierno de los CEOs, es solo una pequeña batalla, pero como dice el refrán: “para muestra, un botón”