24.4.2020
Por ATE Junta Interna Promoción Social
CABA: sobreprecio y beneficio para los amigos, subejecución para lxs más vulnerables
En un contexto en el que muchxs habitantes de la Ciudad de Buenos Aires la está pasando mal, con dificultades para comer, hacinadxs en lugares precarios, sin la posibilidad de generar ingresos que les permitan, al menos, subsistir en el día a día, el Ministerio de Hábitat y Desarrollo Humano del Gobierno porteño comando por Horacio Rodríguez Larreta, que debería atender las situaciones de más alta vulnerabilidad social, retacea presupuestos y especula con necesidades básicas.
Quienes trabajamos en los programas de restitución y promoción de derechos nos encontramos, cotidianamente, con las mismas respuestas de parte de la gestión: «estamos viendo cómo lo resolvemos». Pero ya se cumplió un mes desde el inicio de la cuarentena y todavía no hay respuestas acordes para paliar el hambre de las familias que no pueden ni siquiera salir a hacer changas, no hay alternativas para las personas a las que se les pide que se queden encerradas en una casilla con población de riesgo, y los recursos extra para los hogares de chicxs que dependen de la Dirección de Niñez, para los dispositivos que trabajan con jóvenes en situación de calle, con uso de sustancias psicoactivas, o para los refugios donde se acompañan a víctimas de violencia de géneros, apenas empezaron a llegar: tarde y a cuentagotas.
Mientras tanto, hay programas del Gobierno de la Ciudad que están paralizados por las medidas de prevención, con presupuestos que no se están ejecutando. Pero las partidas tampoco se reasignan para cubrir las necesidades de otros dispositivos, como los hogares para niñxs, centros de día o comunidades terapéuticas, que están sobrexigidos por la crisis sanitaria. ¿Qué hace la gestión de Larreta con la plata? El pago de sobreprecios a empresas vinculadas con amigos y familiares es doblemente grave en un contexto como este. ¿Qué es más urgente que destinar fondos a la salud y a que los habitantes de la Ciudad tengan para derechos básicos? Los anuncios de Larreta, Santilli y el Ministro de Hacienda Martín Mura sobre la reasignación de partidas, parecen más orientadas a tapar la repercusión mediática por las compras arbitrarias y con sobreprecios, que a llegar a las poblaciones más vulnerables.
Donde hace falta más personal, hasta ahora el Ministerio convocó a que voluntariamente los trabajadorxs nos anotáramos para cubrir los baches. La propuesta implica que por los hogares y paradores, entonces, circulen entre 10 y 20 personas extra por semana, además de lxs trabajadorxs habituales, desconociendo las medidas de prevención establecidas frente al COVID. Recién hace unos días, después de tres semanas de cuarentena, llegaron elementos básicos de higiene y termómetros para tomarles la temperatura a quienes entran, mientras que en la sede principal del Ministerio, donde se reúnen lxs funcionarixs, se utilizan desde mucho antes.
La limitación acerca de la incorporación de nuevxs trabajadorxs que también se incluyó en los anuncios realizados por los funcionarios del gobierno porteño, suspendiendo nuevos contratos, en un contexto en el que muchos programas y dispositivos están sobreexigidos por la pandemia, solo responden a un criterio económico. La merma de personal en lugares que atienden situaciones críticas y que tienen un funcionamiento que requiere atención 24 hs., ha sido presentada a la gestión de manera reiterada. Sin embargo, del GCBA elige seguir desgranando estos efectores, que ahora se encuentran en un punto de criticidad extremo.
Así por ejemplo, en los hogares que dependen de la Dirección de Niñez, más de 30 chicxs pasan el día sin recursos que, para el Estado de una de las ciudades más ricas de Latinoamérica, no debería ser muy difícil proveer. Mientras desde el Ministerio de Educación promueven el uso de la tecnología para suplantar las clases presenciales, en los hogares y paradores de Niñez y Mujer no hay internet, ni computadoras o tablets, y en algunos ni siquiera una tele. Con una escasez general de materiales lúdico recreativos para sobrellevar el encierro y las consecuencias subjetivas que de este derivan, en algunos dispositivos, solamente dos adultxs, que cubren turnos de entre 12 y 18 horas, tienen que rebuscarse para dar de comer, alojar, contener y entretener a un promedio de 35 chicxs al mismo tiempo.
Pero además de una cuestión financiera, hay una cuestión de prioridades. En la sede principal del Ministerio, donde se reúnen lxs funcionarixs, los termómetros para tomarles la temperatura a quienes entran al edificio aparecieron antes que en los hogares de niñxs, donde llegaron casi un mes después.
En paralelo, las trabajadoras de la Línea 144 que acompañan situaciones de violencia de géneros, atienden en soledad desde sus casas. Al igual que el equipo que acompaña adolescentes en situación de explotación sexual, cada trabajadora se las tiene que rebuscar, sin ningún tipo de asistencia de la gestión, utilizando sus propios celulares, comprando barbijos tanto para protección propia como para otorgar a la población con quien se trabaja, y sin viáticos para sostener gastos de movilidad.
La improvisación, la falta de planificación y la informalidad son las lógicas del Ministerio ante un escenario de crisis como el actual. Ante casos con indicadores asociados al COVID en dispositivos convivenciales, las medidas que se tomaron estuvieron orientadas por la autoformación de cada equipo de trabajo y el acompañamiento gremial. En los lugares de atención para niñxs en situación de calle, a la vez, la gestión fuerza nuevos ingresos que rompen el proceso de aislamiento preventivo y ponen en peligro a quienes ya están alojadxs.
Basándonos en años de experiencias concretas, lxs trabajadorxs pusimos de relieve las distintas necesidades: mayor dotación de personal y esquemas de rotación, recursos materiales, insumos y elementos de cuidado e higiene, protocolos de salud y ampliación de las políticas públicas que atienden necesidades básicas, como la alimentación o la vivienda. Sin embargo, al cuidado de la vida de las poblaciones más empobrecidas de la Ciudad se le sigue respondiendo con más declamaciones que presupuesto.
No es un «Estado ausente», un Estado «sin respuestas» el de la CABA; es un Estado que se presenta respondiendo con desidia, abandono, represión y precarización. Esta es la política pública social de Rodríguez Larreta y su gestión.
Mientras la gestión de Larreta hace contratos por más de 5 millones de pesos a favor de una empresa integrada con la media hermana del Jefe de Gobierno, el Ticket Social que dispensa el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat consiste en unos magros 1.200 pesos. El subsidio habitacional, en tanto, es de 5.000 pesos, con un máximo de 8.000. Son montos que apenas si alcanzan para pagar habitaciones insalubres, donde los grupos familiares solo pueden vivir hacinados.
A los agujeros de las políticas públicas, se les suma la precarización laboral. La tarea del Ministerio fue declarada esencial. Pero muchxs de lxs trabajadorxs que sostienen los dispositivos que siguen en funcionamiento con tareas de primer orden, están contratadxs bajo modalidades precarias y fraudulentas, sin ART y con sueldos que, debido al aumento del monotributo, son menores al que cobraban, en mano, en diciembre de 2019.
Es urgente revalorizar, con presupuesto, las políticas que apuntan a las poblaciones más vulnerables. No alcanza con sacarse fotos. La democracia no es solamente dialogar con políticos de otros partidos, sino también incluir a quienes no tienen acceso a los derechos más elementales. La crisis sanitaria puso en evidencia que la precarización –habitacional, alimenticia, laboral– mata. No es momento para especular, sino para gestionar con la prioridad puesta en quienes más necesitan del Estado.