21.6.2020
Por Miguel Martínez Naón
Nora Patrich es la autora del monumento que conmemora a las víctimas de los bombardeos del 55. Ha denunciado reiteradas veces el abandono en que se encuentra la obra: “Es cierto que no se atrevieron a sacarlo, pero se encargaron de ir destruyéndolo de a poco”.
El 17 de junio de 2008 la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, inauguró el monumento “Del cielo los vieron llegar” en conmemoración de los bombardeos a Plaza de Mayo ocurridos el 16 de junio de 1955, cuando aviones de la Marina y la Aeronáutica con el fin de matar al entonces presidente Juan Domingo Perón, lanzaron bombas sobre la plaza y distintos edificios. Asesinaron a más de 300 personas (entre quienes se encontraban niñas y niños), además hirieron gravemente a otras dos mil.
El monumento fue emplazado el 16 de junio de 2008, con la presencia de Cristina Fernández de Kirchner, en la parte posterior de la Casa de Gobierno al lado de la entrada al Museo del Bicentenario. Fue pensado y creado por la artista Nora Patrich, quien al preguntarle por el origen de tan inmenso proyecto contó que no se trataba de hacer un homenaje con una simple placa o nombres en alguna pared, sino que había que “alejarse de esa idea y crear algo que tuviese más que ver con las artes. Porque por el arte se conoce la historia y se construye la memoria”.
El origen
Cuenta Judith Said, quien entonces era Coordinadora del Archivo General de la Memoria, que en el mes de mayo de 2005 el presidente Néstor Kirchner recibió una carta que Lililana Bacalja, hija de José Mariano Bacalja, víctima del bombardeo, le enviara con motivo de un nuevo aniversario de los hechos ocurridos el 16 de junio de 1955: “Yo soy la menor, Liliana, el 6 de marzo pasado cumplí 51 años y este año es más relevante para mí. Son 50 años sin mi padre y desde el 55 a la fecha ningún gobernante sentado en el sillón de Rivadavia rescató lo trágico de esa Plaza y lo integró a la historia”.
Desde entonces el presidente Néstor Kirchner, junto al Secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde impulsaron la iniciativa de hacer un monumento en memoria a este trágico acontecimiento.
Duhalde les pidió a algunos artistas plásticos que hicieran una propuesta para, en conjunto, evaluar cuál sería la definitiva.
Ante la imposibilidad de instalarla en la Plaza de Mayo por las normativas vigentes, se resolvió que fuera en la Plaza España que se encuentra de espaldas al ingreso de la Casa Rosada.
La artista plástica Nora Patrich presentó los bocetos que fueron aprobados por otros funcionarios y artistas a los que se convocó.
Nora
Nora Patrich siendo muy joven comenzó su carrera de arquitectura y estudió dibujo con Ricardo Carpani y Julio Martínez Howard; formó parte del grupo Espartaco y se volcó a la militancia, sumándose primero a una organización juvenil de izquierda y después a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el peronismo montonero. Fue compañera de Horacio Roberto Machi, quien formó parte de la conducción nacional de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y cayó en combate el 1 de marzo de 1977. Con él tuvieron dos hijos, y con ellos Nora se tuvo que ir del país, por decisión de la organización, rumbo a Israel primero, y a España, Cuba, México y Canadá después. Durante la última dictadura sufrió la desaparición de siete miembros de su familia.
Al asociar estos hechos con el homenaje que se ha realizado a las víctimas del 55 reflexiona: “No se hubieran animado a los extremos posteriores, a tantas atrocidades, si no hubiese habido impunidad para los responsables de aquellos bombardeos del 55”.
Tal como señala el historiador Roberto Baschetti, una vez instalada en Vancouver, Nora fue rápidamente considerada como “una referente obligada de la pintura latinoamericana y desarrollará una carrera vertiginosa y ascendente, que cotizará a sus cuadros entre los mejores y más renombrados. Así es que sus pinturas pueden contemplarse en el Vancouver Art Gallery (Canadá), Casa de las Américas (Cuba) y el Museo del Palacio Nacional de Guatemala, entre otros sitios”.
En 2012 publicó su libro Nora Patrich, en el que está representada toda su obra de caballete, grabados, dibujos y esculturas.
Entre sus trabajos se destacan el mural Por las mujeres secuestradas-desaparecidas luego de dar a luz a sus hijos realizado en el Hospital Militar de Campo de Mayo y el busto de Evita emplazado en la plaza de Maipú, provincia de Buenos Aires.
En el año 2006 recibió, en la Honorable Cámara de Senadores de la Nación, la Mención de Honor “Juana Azurduy de Padilla”, y en el 2012 la Secretaría (hoy Ministerio) de Cultura de Nación, le entregó en manos de su entonces Secretario Jorge Coscia, una placa que la convirtió en “Ilustre de la Patria”.
El monumento
La artista explicó que el monumento consiste en un tótem -formado por seis troncos- que sale de la tierra y va hacia arriba, hacia el cielo, de donde vinieron los aviones y las bombas. Son seis grandes troncos cortados “como las vidas truncadas por los aparatos de la Aviación Naval y la Fuerza Aérea amotinados”.
Abraza los troncos una ancha cinta de acero inoxidable y fría “como los aviones que dejaron su impronta de muerte y terror en los seres humanos” y precisa que “en el monumento, al revés, los seres humanos dejan su impronta en el metal, porque en esa cinta están grabados los nombres de todos los muertos que se conocen hasta ahora, y el diseño prevé la posible incorporación de nuevas víctimas cuyas identidades pueden ser rescatadas del olvido”.
El acero está abulonado, como balas que lo sujetan a la madera truncada y en la parte superior del tótem hay máscaras de bronce, cálidas “como los niños, mujeres y hombres sorprendidos por la muerte y otras tres reflejando el horror”, describe la artista.
El conjunto se corona con “manos abiertas que se extienden al cielo, como protegiéndose de las bombas o clamando justicia, o las interpretaciones que la gente sienta y quiera darle”.
Cuando se presentó la posibilidad de hacer este monumento Nora seguía viviendo en Canadá. “Me tuve que ir de mi casa (de Vancouver). Tengo tres hijos y tres chicos de la calle que vivían conmigo, y chicas con problemas de drogadicción y prostitución, era madre sustituta, me fui por muchos meses de mi casa para poder crear esta obra, que yo creo que tanto para mí como para mis hijos lo tomamos como una tarea muy importante, no por dónde iba a estar colocado sino por lo que significa”, relata.
Con los primeros bosquejos, estando allá e imaginando la Plaza, con la ayuda de su hija, lo primero que hizo fueron las máscaras, con papeles gigantes. Realizó la primera maqueta, modelada, adaptando su trabajo a los productos que conseguía allá. Con la ayuda de un arquitecto hizo los primeros bosquejos sobre el emplazamiento de la obra que tiene la complejidad de construirse bajo la tierra e investigó sobre la colocación que antiguamente hicieron los indígenas de sus Tótems y sobre su restauración.
Las máscaras y las manos fueron modeladas por sus propias manos. Se hicieron moldes en arena, vaciados en la arena del bronce, que luego lo cincelaban, para que cada máscara sea diferente
El artista Genaro Di Tomazo fue quien le prestó el estudio y las herramientas para poder trabajar. Viajaron a Tigre para conseguir los palos de Palma al mismo tiempo que comenzaban los trámites legales, que por cierto resultaron bastante engorrosos.
La resistencia
Desde el punto de vista legal, según cuenta ella, siempre había alguien que ponía “palos en la rueda”. Como todos sabemos muchos de los que participaron en los bombardeos eran civiles y muchos de ellos seguían ocupando cargos o en su defecto sus descendientes, que formaban parte de los mismos partidos políticos opositores al peronismo y cómplices de la masacre. Los trámites burocráticos para poder realizarlo llevaron aproximadamente dos años. “El monumento en sí lo pude realizar en mucho menos tiempo”, sostiene Nora.
Una vez inaugurado y en el transcurso de estos años el monumento sufrió mucho abandono, lo que provocó graves daños, a lo que ella agrega: “Es cierto que no se atrevieron a sacarlo, pero se encargaron de ir destruyéndolo de a poco”. Cuenta que la parte de atrás de la Casa Rosada “parecía el patio trasero de algún callejón de Nueva York”, rodeado de basura, de escombros y de camiones que lo pasaban al lado, que lo rozaban, que lo pisaban.
Durante estos últimos años el gobierno macrista se propuso convertir la zona donde se encuentra el monumento en una calle y hacer reformas edilicias. Al realizar esto y no desplazar la obra hacia otro sitio, quedó expuesta al tránsito de autos y camiones. Esto provocó abolladuras, hubo accidentes de tránsito, se dañaron las placas donde figuran los nombres de los muertos y las luminarias fueron robadas. Cuando Nora se acercó al lugar y habló con un empleado que estaba de guardia, este le dijo: “Olvídese, esto vuela de acá, esto va a ser una calle”.
Tal como expresó ella en un programa de radio, los responsables de este enorme daño son los hijos y los nietos de quienes bombardearon la plaza, muchos de estos tipos “están de acuerdo también con que se hayan tirado personas vivas desde los aviones en los 70, y lo harían de vuelta si pudieran”.
Actualmente, según cuenta la artista, luego del triunfo electoral del Frente de Todos, fue la vicepresidenta Cristina quien gestionó un encuentro entre ella y funcionarios del gobierno nacional para comenzar las tareas de reconstrucción. La actual directora del Museo del Bicentenario, Andrea Rabolini, tuvo la amabilidad de llamarla, al menos para establecer un diálogo de trabajo que permita la restauración de la obra.
Cabe destacar, como señalamos antes, que el espacio público donde se encuentra actualmente la obra pertenece a la jurisdicción del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y ningún funcionario de este distrito se ha hecho eco hasta el momento de este reclamo.
Al mismo tiempo y acompañada por Daniela Marino, integrante de la Comisión de Familiares de las víctimas del bombardeo, hablaron con el actual secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, para que incluya tanto en los calendarios escolares como en las efemérides de la Nación, el recuerdo y el estudio de lo que sucedió aquel 16 de junio de 1955.
Pese a las condiciones de aislamiento social que no permiten continuar con el plan de restauración y emplazamiento, existe al menos la confianza en que el gobierno nacional se ocupe de realizar las tareas correspondientes en cuanto sea posible. Esperamos que así sea, por la memoria de nuestros muertos exigiremos junto a Nora y los familiares de las víctimas del bombardeo que cumplan con su palabra.