Comunicadores del Sur

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Docentes privados catalogan de «confiscatoria» la decisión de Larreta de congelar los salarios

20.7.2020

Tras el anuncio de la suspensión de aumentos salariales en la Ciudad de Buenos Aires, docentes privados nucleados en el gremio SADOP se declararon en «alerta y movilización».

Según un comunicado del la seccional Capital del Sindicato Argentino de Docentes Privados, rechazan «la decisión del Ministerio de Educación porteño de no ejecutar el segundo tramo de la paritaria acordada a principio de año que consiste en un incremento del 7 por ciento».
De acuerdo a los representantes gremiales, el Ministerio de Educación porteño les comunicó este viernes la novedad en una reunión a la que asistieron junto a sindicalistas docentes del ámbito estatal.
«Es directamente una medida confiscatoria, ya que ese incremento formaba parte de del futuro ingreso familiar. Y que además vulnera un derecho fundamental de lxs docentes: el derecho al salario y su carácter alimentario. No se trata sencillamente de un congelamiento. Esta medida va mucho más allá, se jugó con la expectativa y esperanza de lxs trabajadores», se quejaron en un comunicado.
«El gobierno porteño, en esta ocasión, nos puso la mano en el bolsillo a todxs lxs trabajadorxs de la educación», agregaron.
Además de declarar el estado de movilización, el SADOP anuncio que convocará a sus cuerpos orgánicos para evaluar eventuales medidas de fuerza.
El viernes, el Gobierno porteño anunció que por la caída en la recaudación impositiva postergará aumentos salariales que hasta ahora rondan el 8 y 9 %, señaló que las paritarias con los gremios se reanudarán recién en septiembre próximo.

Cinema San Martín: tardes de súper acción en Flores

19.7.2020

Por Gito Minore

¿Qué mejor lugar que un cine continuado para disfrutar de las múltiples y diversas experiencias estéticas que puede brindar el séptimo arte? En este artículo nos adentramos en uno de los lugares icónicos del barrio de Flores: El Cine Teatro San Martín.

Siempre estuve vinculado a Flores. Si bien nací y viví hasta ya entrados mis treinta en Liniers, una suerte de hilo invisible fue tejiendo una geografía en la que transité mis días por sus calles. De alguna manera, el barrio me adoptó desde chico.
El primer momento, tal vez el que se me presenta más intenso a la memoria, sucedió a mis catorce años. Primera adolescencia, ansias de descubrimientos y de ver qué ofrecía el mundo más allá de las paredes del hogar familiar y de la escuela parroquial. Con los sentidos listos y las hormonas a punto, teníamos ganas de todo.
Los sábados por las tardes, las matineés nos esperaban en The End, Retro, de vez en cuando Tarot, con su mix de enganchados. Bajo sus luces y envueltos en humo perfumado, nos sacaba a bailar una selección electrónica de diversos pelajes donde se podían codear, con mayor o menor descaro, los superéxitos de Technotronic, Erasure, o el tano Rocco Granata, desgajando su “Ma ma ma ma, Marina”, con alguna perlita del recién estrenado Violator de Depeche, o un “Sweet dreams” de Eurythmics. Todo en la misma línea. Es cierto, esas tardes de marcha y jopo, con sabor a coca cola diluida en hielo y primeros puchos, se ofrecían como una respuesta. Pero ni el dinero ni el permiso de nuestros padres alcanzaban para todos los fines de semana andar bolicheando.
Entonces, los domingos se convirtieron en una buena opción para seguir descubriendo ese mundo que hasta 1990 nos proponía la misa de las 10 como única salida. En tal contexto conocí al “Sanma”, como con cariño, nos referimos para hablar del clásico continuado Cine Teatro San Martín de Flores.
Después del almuerzo, con algunos amigos nos tomábamos el 113 para acercarnos a Rivadavia a la altura de la plaza. Jugábamos alguna que otra ficha al Mario Bross, al 1942, o al Pac Man, preferentemente en Dinos, y nos íbamos al cine. La opción de ver dos películas por 15.000 australes, nos daba la oportunidad de, además de disfrutar de los filmes, poder ir a los videos, incluso comer en Pumper Nic cuando terminaba la función, con la misma cantidad de dinero que los sábados gastábamos nomás en la entrada de la disco. Pero no era sólo el precio lo que seducía nuestras ganas de entrar, sería desalmado pensarlo de esa manera. El “Sanma” era mucho más que la módica suma con la que pasabas casi cuatro horas de tu vida en la sala. Era una experiencia en sí misma.
La primera vez que fuimos fue todo un bautismo de fuego. Esa tarde además de una película que no recuerdo, daban Condena brutal, interpretada por Sylvester Stallone. La misma narraba la historia de un hombre que, por desgracia, había caído preso en una cárcel de máxima seguridad. El encierro, la injusticia, y el tiempo ocioso, llevaban a los reclusos al conflicto interno. Y, como es de esperar, esto se resolvía a las piñas. En uno de esos momentos, el protagonista se enfrenta con un grandote barbudo, con pinta de ruso. Cebado como estaba por la situación, Stallone en cueros le entra a dar una paliza al urso, quien no paraba de escupir sangre y maldiciones para todos lados. La audiencia disfrutaba de lo lindo. De tantos golpes que le da, el gigantón se tambalea. El otro bufa. La tensión invadió la sala, bajo la tenue luz blanca que atravesaba la oscuridad los cuerpos se revolvían expectantes. El bruto se endereza, le va a devolver la tunda. Sylvester ensangrentado grita, frunce el ceño y tira la boca para un costado. Un puño va directo a la cara de Stallone. Entonces, en ese preciso momento, la película se corta. Ahí nomás, estallan los chiflidos y las protestas. Segundos después se enciende la luz. Las quejas son más sonoras, tienen rostro. Un tipo desencajado se para y grita: “Devuélvanme la plata, che”. A nosotros se nos salen los ojos de las órbitas, tratamos de entender de qué se trata todo. Sentimos miedo, pero también ganas de reír. Pensamos que se van a ir a las manos ahí adentro. La tensión duró cinco minutos. Se volvió a apagar la luz, y la película siguió su curso. Eso sí, la pelea de musculosos ya había terminado. La escena ahora era es otra. Si querías saber cómo se había resuelto el entuerto te lo tenías que imaginar.
Lejos de frustrarnos, esa experiencia primera nos tendió un puente a seguir visitando la sala. Así, el siguiente domingo y otros tantos durante ese año, volvimos, y cada vez que se cortaba la cinta nos sumábamos al chiflido.
Pero en un momento dejamos de ir. Las hormonas, como anticipé, estaban al rojo y gobernaban. La salida bolichera quincenal se transformó en semanal y la matineé con coca cola dio paso a las noches locas de heavy metal que terminaban a las 7 u 8 de la mañana clavándose un pancho en un lugar al paso llamado “Daisy”. Pero siempre en Flores. El barrio era un imán para mí. Del Retro de Rivadavia pasé a Apocalipsis en Ramón Falcón, y de ahí directo a La Tumba en Alberdi, mi favorito. Un antro maravilloso donde te podías romper una gamba en un pogo o rescatar tu alma en una charla etílica inolvidable, o enamorarte.
En medio de esos cambios se me dio por estudiar cine. Entonces, me volví a encontrar con mi amigo de 1990 y regresamos al San Martín. Este se mantenía inalterable. Lo único que se había modificado era que ahora en vez de valer 15.000 australes pasó a costar $ 1,50. El demorado reencuentro fue un miércoles en que disfrutamos, en tándem, Tumbas al ras de la tierra y La balada del pistolero. Una gloria. Incluso en los avances promocionaron la nueva película que sucedía en un futuro cercano, donde una jovencita por error terminaba envuelta en una peligrosa aventura de espionaje cibernético. La voz en off del locutor tronaba: “Sandra Bullock está atrapada en La red”. El filme de marras prometía hacer foco en la “internet”, algo que en Estados Unidos era moneda corriente pero que a Flores faltaban al menos cinco años para que llegue en forma de cyber café. La fascinación fue inmediata. A la semana siguiente volvimos. Y la otra y la y la otra, y la otra. Cada miércoles nuestra sala nos agasajaba con dos títulos que ya se estaban por ir de cartel, algunos luego de mucho tiempo de ser éxito, otros que (buenos o malos) habían pasado desapercibidos. Así el “Sanma” proyectaba todas las películas que el curso de ingreso al INCAA no recomendaba, lo cual lo convertía en la verdadera contracara de aquello que estaba legitimado. Esto a la par que me brindaba una óptica divergente, completaba mi formación.
Durante 1995 hasta 1997 cada miércoles, tuve la oportunidad de ver en su pantalla una gran variedad de filmes donde mafiosos, espías, karatecas convivían con algún drama de madres que perdían hijas o parejas que después de hora y media se daban un beso. Por algún motivo, durante ese período se estrenaron muchas películas sobre fenómenos naturales devastadores: Tornado; Volcano, Dante´s Peack, y un nutrido etcétera. Entre esa cantidad de celuloide proyectado nunca voy a olvidar la tarde que repusieron El ejército de las tinieblas de Sam Raimi, la cual se había estrenado hacía cuatro o cinco años. Ese día sentí que el operador nos amaba.
Pero además de exhibir películas, el “Sanma” tenía ese plus que nos había fascinado la primera vez. Al ser continuado y tener una entrada tan económica, la concurrencia era de lo más variopinta. Así, dependiendo del día, te podías topar con ancianos que iban a dormir, familias sin techo que se metían para pasar la lluvia, solos, solas, locos varios, perversos con maletín que confundían su horario (cabe aclarar que, por las noches, el cine era continuado porno), y una interesantísima jungla que convertían la salida al cine en una experiencia vital única.
En algún momento se cortó lo de ir los miércoles al cine. De más está decir que al INCAA no entré. Sin trabajo y en pleno menemismo, se volvía difícil conseguir $1.50 para películas. No me hice muchos problemas, el cine estaba siempre. Siempre igual, inalterable, como lo conocí en 1990; como también lo había conocido mi padre a mediados de los 70, cuando según él no daban dos películas en continuado, sino tres. Quizás con menos glamour que cuando Carlos Gardel interpretó sus tangos en 1925, o como cuando se inauguró, en 1923, según recoge el historiador Ángel Prignano. Pero iba a estar.
Un mal día de 1999 volví a pasar por su puerta, por casualidad. El barrio me volvía a convocar, pero desde otro ángulo. Como un signo perverso de esos tiempos que prometían volverse más oscuros de lo que eran, una sucursal del Banco Itaú usurpaba el lugar físico que durante casi 80 años había cobijado al Cine Teatro San Martín de Flores, a mi querido “Sanma”. No era el primero que la ligaba, obvio, de hecho fue uno de los últimos en perder la batalla. Quizás por eso mi esperanza de que iba a permanecer siempre.
Bajé la cabeza y me fui a la parada del colectivo que me llevaba al supermercado de Villa del Parque donde estaba trabajando. Me subí al transporte, me acomodé en un asiento y, en mi mente se empezaron a proyectar, como si fuera la cinta que le deja en la latita Alfredo a Toto, una maravillosa historia hecha de fragmentos de explosiones, huracanes, tiros locos, patadas y algún desnudo leve, aportando su dosis de sensualidad a la película de nuestras vidas. De nuestros años hermosos pasando cuatro, cinco, seis horas, viendo filmes de toda estofa. De nuestros sueños de hacer películas y algún día verlas en la pantalla de nuestro cine, ahí nomás, cerquita del ciruja que duerme en la butaca, porque afuera hace frío. ¿Es necesario agregar que lloré durante todo el viaje?

Tuitazo contra la falta de protocolos por el Covid-19 en los hogares de la Ciudad de Buenos Aires

17.7.2020

La Junta Interna de Promoción Social de ATE convoca a un tuitazo a las 18 en rechazo a las políticas de vaciamiento y la falta de protocolos por el Covid-19 en los hogares de la Ciudad de Buenos Aires. “Actualmente hay Hogares, que además de estar superpoblados y en pésimas condiciones edilicias, no cuentan con el personal necesario para llevar a cabo las tareas de cuidado a los y las niñas alojadas o las mujeres víctimas de violencia de género que se encuentran viviendo en estos lugares. Faltan trabajadores y trabajadoras, faltan políticas públicas integrales y de calidad. En las últimas semanas hubo más de 60 contagios por Covid- 19. La decisión de no destinar mayores recursos sumada a una improvisación sostenida, redundan en la falta de medidas de cuidado adecuadas”, denuncian los y las trabajadoras, que señalan como responsables al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat, María Migliore. Los hashtags de la jornada son #AbrazoALosHogares, #SomosEsenciales y #LoEsencialEsInvisibleALarreta.

“La situación es crítica y las consecuencias de las políticas de vaciamiento de Larreta y Migliore son evidentes – remarcan en el comunicado los y ls trabajadoras de la Junta Interna de ATE Promoción Social – Actualmente hay hogares que, además de estar superpoblados y en pésimas condiciones edilicias, no cuentan con el personal necesario para llevar a cabo las tareas de cuidado a los y las niñas alojadas o las mujeres víctimas de violencia de géneros que se encuentran viviendo en estos lugares. Faltan trabajadores y trabajadoras, faltan políticas públicas integrales y de calidad”, denuncian.
En la misma línea, alertan principalmente por laa falta de aplicación de protocolos ante la aparición de casos de coronavirus en los hogares: “en las últimas semanas hubo más de 60 contagios por Covid- 19 entre trabajadores y trabajadoras, niños y niñas, adolescentes y mujeres convivientes. La decisión de no destinar mayores recursos sumada a una improvisación sostenida, redundan en la falta de medidas de cuidado adecuadas“, sostienen, y agregan: “al día de hoy, es deficitaria la aplicación de protocolos ante casos sospechosos y confirmados, continúan sin implementarse los testeos de forma ágil, hay falencias en el mapeo de contactos estrechos, y es deficiente la provisión de elementos de protección personal para evitar contagios“.
Finalmente, destacan: “asistimos a situaciones extremas donde debido a la falta de personal se tergiversan criterios sanitarios adrede, presionando y amedrentando a los y las trabajadoras para tomar tareas, a sabiendas de someter a riesgos evitables que incluyen a la población con la que trabajamos.
Por todo lo expuesto es que convocan a un tuitazo para hoy a las 18 para visibilizar esta situación, con los hashtags #AbrazoALosHogares, #SomosEsenciales y #LoEsencialEsInvisibleALarreta. “Ayudanos a difundircompartiendo, dándole me gusta y tuiteando”, reza la convocatoria.

Ataque a trabajadores de reparto

17.7.2020

Ocurrió este jueves mientras se movilizaban frente a la Legislatura porteña en rechazo a la ley de regulación de la actividad de repartidores y repartidoras de apps, que impulsa Horacio Rodríguez Larreta a través de la modificación del Código de Tránsito y Transporte. Los trabajadores acusaron por el ataque a una patota que responde a la “La burocracia sindical de ASSIM”.

El proyecto, que fue aprobado con los votos del PRO y la UCR-Evolución, había quedado en minoría en la votación del dictamen por el rechazo de la oposición.
La ley define a las plataformas de reparto como Glovo, Rappi, PedidosYa y UberEats como “Operadores de Plataforma Digital donde terceros ofertan y demandan servicios de Mensajería y Reparto”, y a cada repartidor o repartidora como “persona humana que ejecuta el servicio”.
De esa manera, las empresas quedan reconocidas como “intermediarios” que brindan su plataforma para que los y las repartidoras oferten opciones de trabajo, sin reconocer la relación laboral entre ellos, lo que aporta a legalizar la precarización laboral actual, con largas jornadas laborales, sin salario fijo, sin relación de dependencia, obra social ni ART.
Las organizaciones y asociaciones de trabajadores y trabajadoras de reparto rechazaron desde un principio la norma: “Va en contra de todos los reclamos que los repartidores venimos realizando en los últimos cuatro paros nacionales e internacionales. Es un ataque a los ingresos, a la jornada laboral y a la vida de los trabajadores de reparto. Quiere impedir que los trabajadores de provincia de Buenos Aires trabajen en CABA. Impone nuevas obligaciones que golpearan al bolsillo de los trabajadores, nuevas vestimentas y seguros, nuevas multas. Esto significa mayores gastos, por ende, jornadas laborales más extensas que lejos de terminar con las muertes en reparto, las profundiza. Hacemos responsables de nuestras vidas y las de los siete compañeros muertos a las empresas y a los gobiernos”, expresaron desde la Agrupación de Trabajadores de Reparto.
Reproducimos comunicado de los repartidores tras el ataque:
En el día de hoy (jueves 16 de julio) nos movilizamos a las puertas de la Legislatura porteña para manifestar nuestro rechazo a la modificación de la ley vial impulsada por la fuerza política del Gobierno de la Ciudad (Juntos por el Cambio). La ley implica un perjuicio para el conjunto de los repartidores y mayor discrecionalidad para las empresas del rubro.
Mientras esto ocurría, la burocracia del sindicato ASIMM identificada con indumentaria de su secretario general (“Marcelo Pariente Conducción”) nos atacó brutalmente en la inmediaciones de la Legislatura, como una muestra burda y desesperada de intentar censurar un movimiento de lucha independiente que se viene gestando desde abajo y que, ante su completa parálisis, mediante varios paros nacionales e internacionales puso en el centro del debate las condiciones de trabajo que sufrimos los repartidores desde antes de la pandemia y que, durante la misma, ya se cobró la vida de siete compañeros. Mientras mandaba a una patota agredir a los trabajadores un vocero de ASSIM en los medios defendía al ministerio de trabajo de Alberto Fernandez cómplice con Larreta de la precarización que sufrimos los trabajadores de reparto.
Repudiamos este accionar patotero (amparado por la policía) contra compañeros y compañeras de nuestra agrupación que atenta contra la organización independiente del conjunto de los trabajadores de APPS sólo favoreciendo al gobierno de Larreta y la aprobación de su ley.
Denunciamos y hacemos responsable al gobierno y a la burocracia sindical patotera de ASIMM de la aprobación de la modificación de la ley vial que atenta contra los derechos de los trabajadores de reparto.
También denunciamos el ataque de esta patota a la periodista Mercedes Ninci en un intento de borrar las grabaciones que dan cuenta de su accionar.
A 10 años del asesinato de Mariano Ferreyra en manos de la patota de la burocracia sindical de la Unión Ferroviaria, seguimos hoy luchando contra ella y por la organización de los trabajadores precarizados de reparto.
Abajo la ley precarizadora de Larreta
¡Basta de precarización laboral!
¡Basta de burocracia sindical, viva la organización independiente de los trabajadores de reparto!

La Iglesia criticó la adhesión al protocolo de interrupción legal del embarazo en la Ciudad

17.7.2020

Por Pablo Herón

En una carta firmada por el arzobispo Mario Poli y los obispos auxiliares de la Ciudad de Buenos Aires, se pronunció nuevamente contra la realización de abortos no punibles según lo permite el Código Penal desde 1921.

El día de ayer la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires adhería al protocolo de interrupción legal del embarazo que regula la aplicación de abortos no punibles a nivel nacional el año pasado. Una nueva conquista del movimiento de mujeres que durante el 2018 se movilizó por cientos de miles por la legalización del aborto.
Ayer finalmente se aprobó la adhesión al protocolo nacional con 49 votos a favor, 7 en contra y 3 abstenciones. Hasta el momento Cambiemos había anulado la actualización en la ciudad, donde tenía vigencia un protocolo aprobado en el 2012 que era sumamente restrictivo.
La respuesta de la Iglesia Católica no tardó en llegar, en la página del Episcopado publicaron una carta firmada por el Arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, y sus obispos auxiliares. La entidad religiosa volvió a la carga con uno de los argumentos usuales para defender su postura: “comprendemos que está en juego la salud, pero también comprendemos que la salud no se puede alcanzar descartando a otro ser humano”. Un fundamento que solo busca negar el derecho elemental a mujeres y personas con capacidad de gestar a no morir en abortos clandestinos, en este caso en particular para los casos dispuestos desde 1921 por el propio Código Penal.
En la misma línea argumentativa declararon: “nos lastima y duele, que en medio de un letal contagio, donde tantos agentes sanitarios y servidores esenciales exponen y arriesgan su vida para salvar la del semejante, los legisladores vean oportuno avanzar en una ley, que ciertamente no es «honrar la vida»”.
Sus afirmaciones no pueden estar más alejadas de la realidad, los abortos ya se realizan y la criminalización solo aumenta los riesgos para la salud y la vida de las mujeres. En el marco de la pandemia y la crisis económica, según el Instituto Guttmacher (un centro de estudios especializado en derechos reproductivos) si cae el 10% el uso de anticonceptivos reversible a corto y largo plazo “daría como resultado que 49 millones de mujeres verían insatisfecha su necesidad de anticoncepción moderna en países de ingresos bajos y medios”. Esta caída podría resultar en 15 millones de embarazos no deseados adicionales, lo que aumenta la posibilidad de abortos inseguros.
Durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, ya se había pronunciado contra el aborto la federación evangélica más grande de la Argentina: ACIERA. En una carta al presidente Alberto Fernández, le expresó su preocupación por el hipotético proyecto de ley que presentaría el ejecutivo nacional, que según lo anunciado entraría al Congreso en los primeros diez días de marzo pero aún se desconoce el mismo.
La implementación del protocolo de interrupción legal del embarazo en Capital es una conquista elemental para el contexto que atraviesa el país. La crisis económica, sanitaria y social tiene un aún más impacto en las mujeres, que son gran parte de las “esenciales” y sobre quienes mayoritariamente recaen los trabajos de cuidado. Las coordenadas de la situación más bien apuntan a un solo camino: urge conquistar la legalización legalización del aborto que garantice una práctica libre, segura y gratuita para que no haya más mujeres ni personas con capacidad de gestar presas por abortar o muertas en la clandestinidad.

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