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CABA: Tarifazos, pandemia y los clubes de barrio

23.7.2020

Por Guido Veneziale*

El Presidente de FODA (Federación de Organizaciones Deportivas de la Argentina) reflexiona sobre la realidad que se viven en el distrito y señala: “Necesitamos que se sancione una ley en la Ciudad que acompañe los cambios que trajo esta pandemia y nos otorgue los derechos que nos corresponden por las tareas que realizamos”.

En este momento en que los argentinos y las argentinas más lo necesitan, los clubes de barrio que venimos de resistir durante el anterior gobierno nacional los tarifazos brutales y un intento privatizador del deporte en nuestro país, abrimos una vez más, las puertas para tenderle una mano a nuestras vecinas y vecinos, llevando adelante todo tipo de campañas solidarias, ollas populares, merenderos, operativos contra el frío y también poniéndonos a disposición tanto del Gobierno Nacional como del gobierno de la Ciudad instalando vacunatorios, camas para pacientes leves y lo que hiciera falta para contener los efectos de ésta pandemia sin precedentes en la historia de la humanidad.
La pandemia no modifica el rol que veníamos ejerciendo sino que lo evidencia y profundiza. En la reconstrucción de nuestra Patria queremos seguir siendo ese lugar de encuentro y de solidaridad de nuestra comunidad, en donde no solamente se practica deporte sino que se desarrollan múltiples actividades sociales, sanitarias, educativas, entre otras, y también representando un vínculo directo entre el Estado y los vecinos en las políticas públicas.
Somos los más desprotegidos, los más postergados quienes nos estamos jugando la vida en los barrios, me refiero a las organizaciones sociales y políticas, merenderos, comedores, delegados y líderes barriales que venimos tendiendo redes para colaborar entre nosotros.
Tristemente, somos los últimos en la lista de prioridades del Gobierno de la Ciudad que ha demostrado tener capacidad para muchas cosas menos para pensar y proponer soluciones de fondo para nuestros sectores.
No sabemos cómo vamos a funcionar, cómo vamos a pagar los sueldos de nuestros empleados, si vamos a contar con los elementos sanitarios que requerimos o cuán endeudados vamos a quedar.
Necesitamos que se sancione una ley en la Ciudad que acompañe los cambios que trajo esta pandemia y nos otorgue los derechos que nos corresponden por las tareas que realizamos. Una ley con perspectiva de género que es un debate en el que la dirigencia deportiva viene realizando transformaciones pero que no alcanzan.
Primero fueron los tarifazos, ahora la pandemia, ambas situaciones ponen en riesgo la continuidad del deporte como derecho en la Ciudad de Buenos Aires y en caso de que no se tomen las medidas necesarias con el pasar de los meses los terrenos de nuestros clubes se transformarán en edificios y eso, las autoridades, las dirigentas y dirigentes deportivos y los socios y socias de los clubes no podemos permitirlo.
Es el Papa Francisco en “Dar lo mejor de uno mismo” (Documento sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana) quien nos dice que “el deporte es una riquísima fuente de valores y virtudes que nos ayudan a mejorar como personas” y el deporte en nuestra Ciudad sucede en nuestros queridos clubes de barrio.
Es una tarea de todas y todos cuidarlos.
*Presidente de FODA (Federación de Organizaciones Deportivas de la Argentina)

Exigen la emergencia habitacional de la población travesti y trans en CABA

23.7.2020

Organizaciones sociales, dependencias estatales y algunos despachos de la Legislatura porteña exigen que se declare la emergencia habitacional de la población travesti y trans en la Ciudad de Buenos Aires. Las legisladoras entre ellas Ofelia Fernández, presentaron un proyecto de ley para que se declare dicha emergencia y exigen, en el corto plazo, que se otorgue el subsidio habitacional a todas las personas travestis y trans que lo soliciten.

Las legisladoras Ofelia Fernández, Lorena Pokoik y Victoria Montenegro, con el apoyo de les legisladores Laura Velasco, Lucía Cámpora, María Bielli, Manuel Socias, María Rosa Muiños, Claudia Neira, Juan Manuel Valdés y Santiago Roberto, presentaron un proyecto de ley para que se declare dicha emergencia y exigen, en el corto plazo, que se otorgue el subsidio habitacional a todas las personas travestis y trans que lo soliciten.
El actual contexto de crisis sanitaria, que implica el aislamiento social, preventivo y obligatorio agravó la situación de la población travesti y trans, auque la precariedad habitacional es un problema que antecede a la pandemia.
Según el informe publicado bajo el título “La Revolución de las Mariposas. A 10 años de la Gesta del Nombre Propio”, el derecho a la vivienda no sólo no ha mejorado desde el año 2005 hasta la actualidad, sino que ha empeorado. La investigación, realizada por la Secretaría Letrada en Género y Diversidad Sexual (SLGyDS) del Ministerio Público de la Defensa de la ciudad, a cargo de Josefina Fernández, junto con el Bachillerato Popular Travesti/Trans Mocha Celis, analiza comparativamente la situación del colectivo travesti y trans en relación al acceso a los derechos de vivienda, salud, educación, trabajo y el derecho a vivir una vida libre de violencias, teniendo en consideración que entre la pionera investigación “La Gesta del Nombre Propio” (Berkins y Fernández, 2005) y “La Revolución…”, se conquistó la Ley de Identidad de Género.
Según indican desde la SLGyDS “el número de quienes viven en habitaciones de alquiler, tanto en hoteles, pensiones, casas particulares/departamentos, sean lugares habilitados o tomados, ha aumentado. Mientras en 2005, quienes vivían en esta modalidad de alquiler era el 63.7%, en el 2016 ese número ascendió a 65.1%. Por otro lado, decreció la posibilidad de acceder al alquiler de una vivienda única (de 26.3% a 22.5%). El dato es más crítico cuando se trata de la vivienda propia; esta categoría que ya había mostrado un déficit en la encuesta anterior se muestra empobrecido en el 2016, descendió de un 8.8% a un 5.9%. Finalmente, la situación de calle es la alternativa en un 4%”. Esta situación se ve extremadamente agravada teniendo en cuenta que sólo el 9% de las travestis y trans en la CABA tienen acceso a un empleo formal.
En el año 2018 la Secretaría presentó junto con organizaciones de la sociedad civil, como la CHA, el primer amparo colectivo en materia de acceso a la vivienda digna para el colectivo travesti/trans. La causa fue tomada por el Defensor Oficial de Primera Instancia CAyT, Dr. Pablo De Giovanni, bajo la carátula “Arando, Luz Jazmín y otros c/ GCABA”. A pesar del éxito de la estrategia colectiva en primera instancia y del impacto político que tuvo la acción, lo cierto es que las presentaciones comenzaron a ser apeladas por el GCABA y confirmadas por la Cámara de Apelaciones, quedando como opción la recusación y la espera de resolución por el Tribunal Superior de Justicia. Los argumentos esgrimidos para apelar el amparo colectivo, da cuenta de la falta de perspectiva de género y la especificidad de la vulneración de derechos de la población travesti y trans.
Desde el Gobierno Nacional, entre el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad y el Ministerio de Desarrollo Social, convocaron a una inscripción masiva de personas travestis y trans al programa Potenciar Trabajo, apenas se decretó el ASPO. El Potenciar Trabajo es un subsidio mensual de 8.500 pesos. Asimismo, muchas pudieron ingresar al cobro de la IFE, dado que forman parte de la población destinataria porque no cuentan con empleo formal.
“Tanto el gobierno nacional como el congreso, están tomando medidas al respecto: la creación del ministerio de las mujeres y diversidades y la discusión del proyecto de ley sobre el cupo laboral travesti-trans son un ejemplo. Sin embargo, en la CABA, no tenemos políticas públicas estructurales que tengan como objetivo cambiar de raíz la realidad de esta población. Como bloque, hemos hecho distintas propuestas en la legislatura estos últimos 8 años, pero ninguna de ellas tuvo el apoyo del oficialismo y lamentablemente no pudimos avanzar. Esperamos que esta vez sea distinto y que se muestre una voluntad real por terminar con una injusticia histórica” expresaron mediante un comunicado activistas travestis.
La situación se ve agravada por la “mafia hotelera”, como plantea la referente Marlene Wayar de Futuro Transgenérico y se enmarca en una situación de extrema vulneración de derechos, que se convierte en un “genocidio por goteo”, según refirió Pedro Paradiso Sottile de la Comunidad Homosexual Argentina.
En este sentido, desde Yokary Márquez, coordinadora de la Casa Roja/AMMAR plantea “que en algunos lados no están desalojando porque no quieren escándalos, pero están empujando a las compañeras a que se vayan, las maltratan, les cortan la luz, el gas, internet, no las dejan usar la cocina. Las empujan a la calle, las maltratan”.
Por su lado, Marcela Tobaldi, de la Rosa Naranja planteó que “los subsidios habitacionales están siendo cada vez más restrictivos, no los están otorgando y dejan a las compañeras en una situación de extrema vulnerabilidad”.
Asimismo, Francisco Quiñones, director del Bachillerato Popular Travesti/Trans Mocha Celis e integrante de la Campaña El Teje Solidario refirió que la situación de las compañeras es extrema. La falta de vivienda y de ingresos hace que todo esté dependiendo de las redes de apoyo y contención. “Es necesario pensar en intervenciones concretas, efectivas y situadas”, afirmó Francisco.
Finalmente, debido a la gravedad de la situación que vive la población trans travesti, activistas exigen que se declare la emergencia habitacional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Más de 500 profesionales de la salud no pueden trabajar porque la UBA no entrega títulos por pandemia

22.7.2020

Son más de 500 egresados y egresadas de las carreras de Psicología, Terapia Ocupacional, Musicoterapia y el Profesorado en Psicología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se recibieron, pero cuando les iban a otorgar sus títulos se declaró el aislamiento social, preventivo y obligatorio, y la institución suspendió la entrega de certificados hasta que termine la pandemia. Por ese motivo, no pueden trabajar. “Somos la única facultad que está en esta situación. Todas las demás informatizaron sus sistemas de administración y los trámites se hicieron de modo electrónico. Pero como en UBA Psicología eso no pasó, somos más de 500 los profesionales que necesitamos empezar a trabajar y no podemos sin nuestro título y matrícula en mano”, explicó Candelaria Vuletic, una de las voceras de Graduados Autoconvocados de la Facultad de Psicología. En el grupo afectado también causó indignación la actitud del Decano de la institución, Jorge Antonio Biglieri, quien se estuvo mostrando en los medios como militante anticuarentena, pero no atiende el reclamo de los títulos pendientes para los egresados.

Los más de 500 profesionales egresados y egresadas “hace meses que cumplieron con todos los requisitos, aprobaron las materias y presentaron la documentación que les exigen para obtener sus certificados, pero a raíz de la cuarentena declarada por la pandemia de coronavirus nunca se los entregaron”, denunciaron en un comunicado desde el espacio de Graduados Autoconvocados de la Facultad de Psicología.
Por su parte, Candelaria Vuletic, una de las voceras del grupo afectado y flamante egresada del 2019 que todavía no pudo comenzar a buscar empleo de su especialidad por esta situación, explicó: “somos la única facultad que está en esta situación. Todas las demás informatizaron sus sistemas de administración y los trámites se hicieron de modo electrónico. Pero como en UBA Psicología eso no pasó, somos más de 500 los profesionales que necesitamos empezar a trabajar y no podemos sin nuestro título y matrícula en mano“.
El reclamo del colectivo comenzó hace dos meses, pero denuncian que no encontraron ninguna respuesta, por lo que están a punto de “apelar a un recurso judicial para resolver la situación”, según señalaron en el comunicado. “Mandamos correos electrónicos a unos mil responsables de la facultad, entre autoridades, docentes, ex alumnos. También a autoridades de Educación. Pero nadie siquiera se interesó por el tema”, agregó la psicóloga vocera del reclamo.
Finalmente, en el comunicado el grupo también expresó su “indignación por la actitud del Decano Jorge Antonio Biglieri, quien se estuvo mostrando en los medios como militante anticuarentena, pero no atiende el reclamo de los títulos pendientes para los egresados”. Asimismo, apuntaron contra el Frente de Graduados de la facultaad: “se supone debería tomar parte en esta situación, pero se excusan diciendo que ante la imposibilidad del Consejo de la Facultad de sesionar por la cuarentena, no pueden hacer nada por nosotros”, expresó el colectivo de Graduados Autoconvocados de la Facultad de Psicología, que puede ser ubicado en Instagram con la cuenta @graduadxs.psicouba

Docentes privados catalogan de «confiscatoria» la decisión de Larreta de congelar los salarios

20.7.2020

Tras el anuncio de la suspensión de aumentos salariales en la Ciudad de Buenos Aires, docentes privados nucleados en el gremio SADOP se declararon en «alerta y movilización».

Según un comunicado del la seccional Capital del Sindicato Argentino de Docentes Privados, rechazan «la decisión del Ministerio de Educación porteño de no ejecutar el segundo tramo de la paritaria acordada a principio de año que consiste en un incremento del 7 por ciento».
De acuerdo a los representantes gremiales, el Ministerio de Educación porteño les comunicó este viernes la novedad en una reunión a la que asistieron junto a sindicalistas docentes del ámbito estatal.
«Es directamente una medida confiscatoria, ya que ese incremento formaba parte de del futuro ingreso familiar. Y que además vulnera un derecho fundamental de lxs docentes: el derecho al salario y su carácter alimentario. No se trata sencillamente de un congelamiento. Esta medida va mucho más allá, se jugó con la expectativa y esperanza de lxs trabajadores», se quejaron en un comunicado.
«El gobierno porteño, en esta ocasión, nos puso la mano en el bolsillo a todxs lxs trabajadorxs de la educación», agregaron.
Además de declarar el estado de movilización, el SADOP anuncio que convocará a sus cuerpos orgánicos para evaluar eventuales medidas de fuerza.
El viernes, el Gobierno porteño anunció que por la caída en la recaudación impositiva postergará aumentos salariales que hasta ahora rondan el 8 y 9 %, señaló que las paritarias con los gremios se reanudarán recién en septiembre próximo.

Cinema San Martín: tardes de súper acción en Flores

19.7.2020

Por Gito Minore

¿Qué mejor lugar que un cine continuado para disfrutar de las múltiples y diversas experiencias estéticas que puede brindar el séptimo arte? En este artículo nos adentramos en uno de los lugares icónicos del barrio de Flores: El Cine Teatro San Martín.

Siempre estuve vinculado a Flores. Si bien nací y viví hasta ya entrados mis treinta en Liniers, una suerte de hilo invisible fue tejiendo una geografía en la que transité mis días por sus calles. De alguna manera, el barrio me adoptó desde chico.
El primer momento, tal vez el que se me presenta más intenso a la memoria, sucedió a mis catorce años. Primera adolescencia, ansias de descubrimientos y de ver qué ofrecía el mundo más allá de las paredes del hogar familiar y de la escuela parroquial. Con los sentidos listos y las hormonas a punto, teníamos ganas de todo.
Los sábados por las tardes, las matineés nos esperaban en The End, Retro, de vez en cuando Tarot, con su mix de enganchados. Bajo sus luces y envueltos en humo perfumado, nos sacaba a bailar una selección electrónica de diversos pelajes donde se podían codear, con mayor o menor descaro, los superéxitos de Technotronic, Erasure, o el tano Rocco Granata, desgajando su “Ma ma ma ma, Marina”, con alguna perlita del recién estrenado Violator de Depeche, o un “Sweet dreams” de Eurythmics. Todo en la misma línea. Es cierto, esas tardes de marcha y jopo, con sabor a coca cola diluida en hielo y primeros puchos, se ofrecían como una respuesta. Pero ni el dinero ni el permiso de nuestros padres alcanzaban para todos los fines de semana andar bolicheando.
Entonces, los domingos se convirtieron en una buena opción para seguir descubriendo ese mundo que hasta 1990 nos proponía la misa de las 10 como única salida. En tal contexto conocí al “Sanma”, como con cariño, nos referimos para hablar del clásico continuado Cine Teatro San Martín de Flores.
Después del almuerzo, con algunos amigos nos tomábamos el 113 para acercarnos a Rivadavia a la altura de la plaza. Jugábamos alguna que otra ficha al Mario Bross, al 1942, o al Pac Man, preferentemente en Dinos, y nos íbamos al cine. La opción de ver dos películas por 15.000 australes, nos daba la oportunidad de, además de disfrutar de los filmes, poder ir a los videos, incluso comer en Pumper Nic cuando terminaba la función, con la misma cantidad de dinero que los sábados gastábamos nomás en la entrada de la disco. Pero no era sólo el precio lo que seducía nuestras ganas de entrar, sería desalmado pensarlo de esa manera. El “Sanma” era mucho más que la módica suma con la que pasabas casi cuatro horas de tu vida en la sala. Era una experiencia en sí misma.
La primera vez que fuimos fue todo un bautismo de fuego. Esa tarde además de una película que no recuerdo, daban Condena brutal, interpretada por Sylvester Stallone. La misma narraba la historia de un hombre que, por desgracia, había caído preso en una cárcel de máxima seguridad. El encierro, la injusticia, y el tiempo ocioso, llevaban a los reclusos al conflicto interno. Y, como es de esperar, esto se resolvía a las piñas. En uno de esos momentos, el protagonista se enfrenta con un grandote barbudo, con pinta de ruso. Cebado como estaba por la situación, Stallone en cueros le entra a dar una paliza al urso, quien no paraba de escupir sangre y maldiciones para todos lados. La audiencia disfrutaba de lo lindo. De tantos golpes que le da, el gigantón se tambalea. El otro bufa. La tensión invadió la sala, bajo la tenue luz blanca que atravesaba la oscuridad los cuerpos se revolvían expectantes. El bruto se endereza, le va a devolver la tunda. Sylvester ensangrentado grita, frunce el ceño y tira la boca para un costado. Un puño va directo a la cara de Stallone. Entonces, en ese preciso momento, la película se corta. Ahí nomás, estallan los chiflidos y las protestas. Segundos después se enciende la luz. Las quejas son más sonoras, tienen rostro. Un tipo desencajado se para y grita: “Devuélvanme la plata, che”. A nosotros se nos salen los ojos de las órbitas, tratamos de entender de qué se trata todo. Sentimos miedo, pero también ganas de reír. Pensamos que se van a ir a las manos ahí adentro. La tensión duró cinco minutos. Se volvió a apagar la luz, y la película siguió su curso. Eso sí, la pelea de musculosos ya había terminado. La escena ahora era es otra. Si querías saber cómo se había resuelto el entuerto te lo tenías que imaginar.
Lejos de frustrarnos, esa experiencia primera nos tendió un puente a seguir visitando la sala. Así, el siguiente domingo y otros tantos durante ese año, volvimos, y cada vez que se cortaba la cinta nos sumábamos al chiflido.
Pero en un momento dejamos de ir. Las hormonas, como anticipé, estaban al rojo y gobernaban. La salida bolichera quincenal se transformó en semanal y la matineé con coca cola dio paso a las noches locas de heavy metal que terminaban a las 7 u 8 de la mañana clavándose un pancho en un lugar al paso llamado “Daisy”. Pero siempre en Flores. El barrio era un imán para mí. Del Retro de Rivadavia pasé a Apocalipsis en Ramón Falcón, y de ahí directo a La Tumba en Alberdi, mi favorito. Un antro maravilloso donde te podías romper una gamba en un pogo o rescatar tu alma en una charla etílica inolvidable, o enamorarte.
En medio de esos cambios se me dio por estudiar cine. Entonces, me volví a encontrar con mi amigo de 1990 y regresamos al San Martín. Este se mantenía inalterable. Lo único que se había modificado era que ahora en vez de valer 15.000 australes pasó a costar $ 1,50. El demorado reencuentro fue un miércoles en que disfrutamos, en tándem, Tumbas al ras de la tierra y La balada del pistolero. Una gloria. Incluso en los avances promocionaron la nueva película que sucedía en un futuro cercano, donde una jovencita por error terminaba envuelta en una peligrosa aventura de espionaje cibernético. La voz en off del locutor tronaba: “Sandra Bullock está atrapada en La red”. El filme de marras prometía hacer foco en la “internet”, algo que en Estados Unidos era moneda corriente pero que a Flores faltaban al menos cinco años para que llegue en forma de cyber café. La fascinación fue inmediata. A la semana siguiente volvimos. Y la otra y la y la otra, y la otra. Cada miércoles nuestra sala nos agasajaba con dos títulos que ya se estaban por ir de cartel, algunos luego de mucho tiempo de ser éxito, otros que (buenos o malos) habían pasado desapercibidos. Así el “Sanma” proyectaba todas las películas que el curso de ingreso al INCAA no recomendaba, lo cual lo convertía en la verdadera contracara de aquello que estaba legitimado. Esto a la par que me brindaba una óptica divergente, completaba mi formación.
Durante 1995 hasta 1997 cada miércoles, tuve la oportunidad de ver en su pantalla una gran variedad de filmes donde mafiosos, espías, karatecas convivían con algún drama de madres que perdían hijas o parejas que después de hora y media se daban un beso. Por algún motivo, durante ese período se estrenaron muchas películas sobre fenómenos naturales devastadores: Tornado; Volcano, Dante´s Peack, y un nutrido etcétera. Entre esa cantidad de celuloide proyectado nunca voy a olvidar la tarde que repusieron El ejército de las tinieblas de Sam Raimi, la cual se había estrenado hacía cuatro o cinco años. Ese día sentí que el operador nos amaba.
Pero además de exhibir películas, el “Sanma” tenía ese plus que nos había fascinado la primera vez. Al ser continuado y tener una entrada tan económica, la concurrencia era de lo más variopinta. Así, dependiendo del día, te podías topar con ancianos que iban a dormir, familias sin techo que se metían para pasar la lluvia, solos, solas, locos varios, perversos con maletín que confundían su horario (cabe aclarar que, por las noches, el cine era continuado porno), y una interesantísima jungla que convertían la salida al cine en una experiencia vital única.
En algún momento se cortó lo de ir los miércoles al cine. De más está decir que al INCAA no entré. Sin trabajo y en pleno menemismo, se volvía difícil conseguir $1.50 para películas. No me hice muchos problemas, el cine estaba siempre. Siempre igual, inalterable, como lo conocí en 1990; como también lo había conocido mi padre a mediados de los 70, cuando según él no daban dos películas en continuado, sino tres. Quizás con menos glamour que cuando Carlos Gardel interpretó sus tangos en 1925, o como cuando se inauguró, en 1923, según recoge el historiador Ángel Prignano. Pero iba a estar.
Un mal día de 1999 volví a pasar por su puerta, por casualidad. El barrio me volvía a convocar, pero desde otro ángulo. Como un signo perverso de esos tiempos que prometían volverse más oscuros de lo que eran, una sucursal del Banco Itaú usurpaba el lugar físico que durante casi 80 años había cobijado al Cine Teatro San Martín de Flores, a mi querido “Sanma”. No era el primero que la ligaba, obvio, de hecho fue uno de los últimos en perder la batalla. Quizás por eso mi esperanza de que iba a permanecer siempre.
Bajé la cabeza y me fui a la parada del colectivo que me llevaba al supermercado de Villa del Parque donde estaba trabajando. Me subí al transporte, me acomodé en un asiento y, en mi mente se empezaron a proyectar, como si fuera la cinta que le deja en la latita Alfredo a Toto, una maravillosa historia hecha de fragmentos de explosiones, huracanes, tiros locos, patadas y algún desnudo leve, aportando su dosis de sensualidad a la película de nuestras vidas. De nuestros años hermosos pasando cuatro, cinco, seis horas, viendo filmes de toda estofa. De nuestros sueños de hacer películas y algún día verlas en la pantalla de nuestro cine, ahí nomás, cerquita del ciruja que duerme en la butaca, porque afuera hace frío. ¿Es necesario agregar que lloré durante todo el viaje?

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