24.9.2020
Por Prensa FOL
A modo de balance, algunes de les protagonistas de las jornadas de ollas populares que se vienen realizando desde hace 15 semanas, relatan cómo es la vida en pandemia en las villas y barrios populares de Ciudad de Buenos Aires. Lejos de tener una respuesta, el gobierno porteño no ha tomado ninguna acción concreta para poder generar políticas públicas destinadas a la salida de la crisis social, económica y sanitaria.
Hoy se cumplen 15 semanas, desde aquella fría mañana de junio en la que integrantes de organizaciones sociales de la CTA-A, Somos Barrios de Pie, la Federación de Organizaciones de Base (FOB) y el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) salieron a poner el cuerpo en las ollas populares de villas y barrios porteños como Villa 31-31 Bis, Villa 1-11-14, Villa 21-24, Ciudad Oculta, Villa 20, Villa Soldati, La Boca, Constitución, San Telmo y Playón de Fraga, entre otros lugares.
El 18 de junio significó el comienzo de un reclamo tan sencillo como legítimo. “Somos esenciales, somos imprescindibles, y nuestro trabajo deber ser reconocido” decían en el primer comunicado las organizaciones que lograron instalar en la opinión pública que las tareas y trabajos no pagos de miles de personas deben ser reconocidos.
Pero, ¿qué ha pasado desde la primera olla popular en los barrios? ¿Qué ha pasado desde los primeros casos de COVID19 y los decesos que hubo? ¿Qué medidas tomó el Gobierno de la Ciudad al respecto? 15 semanas es mucho tiempo, muchas energías y fuerzas desplegadas en torno a trabajos esenciales: cocineras en comedores y merenderos, promotoras de Salud, promotoras de Género, educadores y educadores populares.
En las voces de algunes protagonistas queda plasmado como en un cuadro, todo el entramado solidario y comunitario, que el Gobierno se niega a reconocer.
Carmen, es delegada de Salud, en el FOL del Barrio Riestra del Bajo Flores y relata, “nuestra tarea antes de la pandemia era estar en contacto con las compañeras, y llevar todo lo aprendido como delegada. Estar informando siempre a las compañeras, también a los adultos mayores y niños para que ellos puedan completar y tener todas sus vacunas. Informar también sobre métodos de cuidado sexual, dar a conocer métodos anticonceptivos. También estábamos en el armado de planillas de los y las compañeras del barrio, para saber si alguno de ellos sufre de alguna enfermedad.
Y ya cuando llegó la pandemia, todo esto se intensificó. Fue peor, el trabajo fue más duro. Tuvimos que trabajar más por el barrio, para que no se infecten y tomar todas las medidas de precaución en el comedor e informar sobre los cuidados que deben tener los compañeros en sus casas. Para que sepan que ante cualquier síntoma, deben hacerse el hisopado. También estar pendientes de las y los adultos mayores del barrio, y llevarles el bolsón de mercadería que seguimos realizando.
Prevenir la aglomeración, y la desinfección en el comedor la hacemos cada semana. El trabajo fue más duro tanto para las delegadas de comedor como para las delegadas de salud, que seguimos luchando hasta ahora, seguimos cuidando al barrio y a los compañeros
Con respecto a las ollas populares que realizamos cada jueves, no tenemos respuestas, pero vamos a seguir en la lucha, hasta que se seamos reconocidas como trabajadoras esenciales. Siempre se dice que las organizaciones no hacen nada, que solamente hacemos marchas, que molestábamos. Pero ahora somos más valoradas, porque en realidad las organizaciones somos las que más trabajamos en la pandemia y ayudamos a la gente que realmente necesitaban, y ahí muchos vieron como trabajamos por el bien común, luchamos por nuestros derechos y necesitamos ser reconocidas como trabajadoras esenciales.”
Por su parte Angélica, de Villa 31, también es delegada de Salud del FOL y expresa, “en Retiro hubo muchos infectados, tanto así que en mi comedor Las Luchadoras estuvieron aisladas más del 70% de compañeras y compañeros. Con reposo. Nosotras estuvimos llevando la comida al domicilio, ayudando a las personas encargadas de hacer los testeos, pasándoles las direcciones de las personas que probablemente eran contactos estrechos, hasta hoy en día que hay pocos casos. Compañeros contagiados ya no tenemos, solo compañeros de alto riesgo que a ellos les llevamos la comida, para evitar que puedan enfermarse. Siempre teniendo en cuenta la distancia, el alcohol, los barbijos, todo.
En cuanto a las ollas de todos los jueves, vamos avanzando mucho. Pero el gobierno no escucha.”
Charly, referente de FOL CABA, remarca en su balance las nulas medidas del Gobierno porteño. “Esta crisis sanitaria, pero también económica y social, ha dejado un saldo de más miseria y pobreza en los barrios populares, villas y asentamientos de todo el país.
Los distintos gobiernos no han tomado las riendas de esta situación a nivel económico y social y todavía están debatiendo si pedirles aportes extraordinarios a los ricos y a los sectores que más tienen. Nosotres desde las organizaciones sociales, hemos estado en la primera línea de fuego, con las compañeras tomando tarea en la promoción de salud, con el acercamiento a los operativos detectar, con el acompañamiento no solo en los operativos sanitarios, sino psicológicos, emocional también de las y los compañeros que están atravesando la enfermedad, con sus familias.
A su vez se han multiplicado las ollas populares y la asistencia alimentaria, donde ese esfuerzo que hacen nuestras compañeras y compañeros de todos los barrios es totalmente comunitario no es reconocido, y nos es remunerado. Lo mismo que las compañeras que están acompañando los casos de violencia de genero intra familiar que se intensificaron a partir de la cuarentena.
Hemos acompañado los procesos de los chicos, que en los distintos barrios no están pudiendo tener el acceso a la educación, a través de los medios virtuales.
Todo esto hace que las organizaciones sociales hemos tenido un rol fundamental en tratar de enfrentar a la crisis y lo seguimos teniendo. Por eso lo que estamos pidiendo en la ciudad de Buenos Aires, es el reconocimiento de todas estas tareas, que creemos que este trabajo esencial, debe ser visibilizado y tiene que ser remunerado, ya que por la envergadura y el volumen de las tareas que realizamos no puede seguir siendo considerado como una tarea solo comunitaria, sino que tiene que ser un trabajo reconocido y pago como cualquier otro.
Al mismo tiempo estamos pidiendo un fondo de emergencia para las villas, barrios populares de la ciudad, para poder generar condiciones para la salida de la crisis, generar fuentes de empleo, generar emprendimientos productivos, genera obras dentro de los barrios, y distintas acciones que permitan una contra tendencia a la crisis en la cual estamos sumergidos.
El Gobierno de la ciudad, si bien genera los espacios de discusión, no ha destinado todavía presupuesto para estas cuestiones. No ha tomado ninguna acción de fondo para poder generar políticas públicas destinadas a la salida de la crisis ni al reconocimiento de las tareas esenciales. Solo se ha limitado al aumento de asistencia de alimentos o mercadería.
Después de 15 semanas, que venimos realizando acciones en los barrios, en el Obelisco y en distintos lugares de la ciudad, vemos que hemos podido generar un consenso muy grande con distintos sectores de la sociedad, que valora y apoya nuestro reclamo, con sectores de trabajadores y trabajadoras, con sectores de otras organizaciones sociales, con legisladores de distintos espacios políticos, pero realmente lo que necesitamos es seguir profundizando estas acciones de lucha para poder lograr los planteos que venimos motorizando y dando pelea en cada uno de los espacios que vamos abriendo”.
Luz, de la Villa 21- 24 se presenta: “las tareas que tengo a cargo son educadora pedagógica del jardín “Chiquilines de Barrio”, soy delegada de género y participé de la comisión de migrantes. Estas actividades se intensificaron en este contexto, porque las problemáticas que ya veníamos acarreando fueron creciendo. Por ejemplo, la violencia de género, que fueron en aumento, las víctimas se encuentran aisladas con sus agresores, y con ellos tienen que convivir las 24 horas.
Los barrios se encuentran sin agua, sin luz, cosas básicas para este contexto de pandemia. Ni hablar de lo económico, las familias que antes tenían changuitas, salían a rebuscársela para llevar el pan a la casa, se vieron totalmente afectadas. Los comedores, las tareas comunitarias que llevamos a cabo, somos las que venimos sosteniendo todo esto.
Las y los niños, que asistían a nuestro jardín, también quedaron aislados, y nosotras como educadoras tuvimos que repensar nuestra labor y nos propusimos la tarea básica de llegar a eses niñes de la forma que sea, en la que podamos organizarnos. Fuimos viendo distintas estrategias: crear grupos de WhatsApp, crear materiales didácticos para que les llegue a les pibis y puedan aprender desde casa, hablar con las familias para que acompañen. Todo un trabajo enorme que estamos haciendo con amor, con dedicación, con ganas, con fuerza.
Lamentablemente, después de estas 14 semanas de lucha, parece que esas 14 ollas, esas 14 jornadas no alcanzan. Semana tras semana nuestros reclamos por nuestros derechos para visibilizar todas las tareas que garantizamos en los comedores y en los distintos espacios, parece que lo esencial es invisible a los ojos de Larreta. La verdad que esto nos duele, porque son tareas que día a día realizamos con mucho esfuerzo, con lucha, y ojalá esto se resuelva pronto.”
Finalmente, Ana, referente del barrio Riestra, relata “antes de la pandemia estaba en la comisión de salud y en la comisión de vivienda y urbanización del barrio. Nosotras, antes de la pandemia teníamos problemas con las compañeras, de vivienda y alquiler, donde las compañeras no podían llegar a la suma requerida para pagar alquileres porque desde que empezó la presidencia de Macri que todo se encareció y fue mucho más difícil poder subsistir. Era muy difícil que se pague el alquiler, al punto que llegamos a realizar actividades recaudatorias para poder ayudarlas, porque no alcanza con el subsidio habitacional.
En pandemia, aumentaron muchos casos, dentro y fuera de la organización, vecines de la 1-11-14 tenemos muchísimos casos de desalojos, vecinos que están endeudados y preocupados porque no pueden más. Los dueños exigiendo el pago, y las personas no pueden pagarlo, es como una bomba de tiempo, en cualquier momento todo va a estar mal.
Está muy bien que salgamos a reclamar, pero es casi nula la respuesta, el gobierno no se preocupa por dar solución al problema habitacional, es lamentable que no haya una respuesta inmediata del gobierno, solamente tiene excusas. Esto tiende a empeorar, estamos próximos a octubre y la gente no tiene trabajo, no tiene ingresos, lo que hacen es changuitas nomás y lo poco que entra es para comer.”