“Diego dona a Argentinos Juniors el 15% de su pase cuando lo venden al Barcelona: no cualquier jugador hace eso”
7.10.2021
Por Jorge Hardmeier
César Pérez es el cuidador de La Casa de D10S, la vivienda que el Club Atlético Argentinos Juniors ofreció a Diego Armando Maradona y a su familia cuando era un adolescente que ya deslumbraba con su fútbol. Ubicada en Lascano 2257, barrio de La Paternal, en la casa funciona un museo gracias a los esfuerzos de Alberto Pérez, padre de César, ex dirigente de Argentinos y gran impulsor del proyecto.
En la puerta de Lascano hay estacionados dos autos, un Fiat Súper Europa rojo y una Cupé Taunus negra. Esos autos tuvo Diego Armando Maradona en aquellos años, tal vez los de mayor tranquilidad siendo ya el mejor futbolista del planeta. Una placa en la fachada indica que en esa vivienda habitó Diego con su familia, esto es: Doña Tota, Don Diego y sus hermanos y hermanas, durante dos años. Al trasponer la puerta de entrada un estremecimiento sucede y es posible que sobrevenga el llanto. Diego, el Pelusa, está ahí, entre esas paredes plagadas de recuerdos. Hay una escalerita que conduce a un piso superior. La habitación del pibe de Fiorito. Un mural de Marley embellece una de las medianeras. Asomándose hacia la calle uno no puede dejar de pensar: por estas veredas caminó una leyenda.
La pregunta primera y obvia es cómo comenzó esto.
César Pérez: Esta casa la recuperó la Junta de Estudios Históricos, de acá cerca. Casa de Estudios Históricos de La Paternal y Villa General Mitre, en el 2008. Cada barrio de la Ciudad de Buenos Aires tiene su Junta que está nucleada por una Junta Central. A través de su presidente, Alberto Pérez, se pudo recuperar la propiedad, restaurarla, ponerla en valor y, después, en el 2016, vino la Legislatura y puso la placa en la puerta y, de alguna manera se perdió, no el anonimato, porque la casa ya se conocía pero la gente quería recorrer la casa. Es lo más importante, la gente viene a respirar el aire de Diego, caminar los espacios donde Diego transitó en esa época hermosa, familiar. Pero sí, la casa es un lugar histórico.
¿Cómo se logró conservar en el tiempo?
CP: Diego vivió acá entre 1978 y 1980 y es dueño de su primera casa, que es esta. Era menor de edad, no se podía hasta los veintiún años y entonces la escritura está a nombre de Don Diego, no de Diego, por este tema de la edad. Diego, a fines de los ochentas, vende la casa a una familia de apellido Almeida, esa familia a su vez la vuelva a vender a una familia de apellido Grajales, que la compra en 1986, miren qué año. Lo último que funcionó fue una fábrica de carteras… Y después ocurre lo de la Junta. Es una restauración, se armó como un rompecabezas esta casa.
Pero se ha mantenido la estructura…
CP: Eso fue una suerte. Porque alguien podría haber construido un estacionamiento, agarrar una topadora, fue una suerte. Es como que fue Diego porque si hubiera sido otra persona esta casa hubiera pasado a mejor vida. Pero lo importante es que está y la gente puede venir a disfrutarla.
En 2008 recuperan la casa y a quién se le ocurre la idea de acondicionarla como él la tenía…
CP: A Alberto Pérez, presidente de la Junta que también es abogado y estuvo forjando toda la parte legal. Si había algún que otro problemita legal él lo pudo resolver, pero su visión y la de los integrantes de la Junta fue devolverle al barrio todo esto. Porque no es una etapa tan conocida de Diego como puede ser su paso por Boca o Barcelona o el Nápoli, aunque Argentinos fue en el club que más goles hizo.
No sé si, salvo Nápoles, hay un barrio tan identificado.
CP: Nápoli y Argentinos Juniors son dos clubes humildes, si querés. Nápoli, antes de Diego, no era nada y él le dio todo a la ciudad. En el ochenta Argentinos hace tremenda campaña aunque no salió campeón y, no sé si mucha gente lo sabe, Diego dona a Argentinos Juniors el quince por ciento de su pase cuando lo venden al Barcelona. No cualquier jugador hace eso. Con esa plata se formó el equipo que después estuvo a punto de ganarle a la Juventus la final de la Copa Intercontinental. O sea que Diego siempre tuvo que ver con la historia del club, a lo grande. Ayudó a formar ese equipo: Jota Jota López, Ereros, fue el equipo que salió campeón en el ochenta y cuatro, estaba Borghi. A lo de Diego no sé qué palabra ponerle. Estamos esperando que salga Diego de algún lado y tire alguna frase. Las hermanas siguen viviendo acá, por el barrio.
¿Cómo es la relación con el barrio? Veníamos caminando desde Juan B. Justo. Pasamos por la cancha de Argentinos y esa sensación de: pensar que él caminó estas calles.
CP: Y, acá el tour es el Camino de D10s, porque lo importante es que nosotros el homenaje lo hicimos en vida, eso es importante y más con una personalidad como la de Diego, en ese sentido yo lo quiero destacar porque los homenajes hay que hacerlos en vida.
¿Sabés qué lugares frecuentaba?
CP: Iba al almacén, acá enfrente, que se llamaba “La Papa Alegre” y que, cuando Diego se mudó, el dueño le puso “El Mago Diez” o algo así. Iba a un restaurante que se llama “Chichilo” que queda en Camarones y Gavilán, es acá a diez cuadras. Es más, ellos le mandaban ranas congeladas a Diego cuando él vivía en Nápoles. Y Diego en ese restaurante se tiraba a dormir atrás de la cocina. En el barrio vas a encontrar mil anécdotas, de vecinos que todavía viven acá.
Claudia era de acá…
CP: En realidad es de Villa del Parque, un PH acá cerquita. Mucha gente piensa que es de Fiorito.
Volviendo a la casa. ¿Cómo empiezan a juntar las cosas?
CP: Nosotros tenemos más de cinco mil objetos de Diego. Es un trabajo de muchos años. Nos sorprendimos de la cantidad de fotos que había. Y fílmico también. La mentora fue una pintora plástica, Liliana Rosa Dursi, que era mi mamá, la que fue buscando cada detalle. Hay un cuadro que está en el living, sobre la mesa, un collage, que hizo ella. Era vecina del barrio también. Fue un proyecto bastante familiar. Está la SIAM de mis abuelos, y donde viven las hermanas de Diego, en esa cuadra, vivía mi abuela. Vecinos de toda la vida. Es como un círculo. Siempre hay una anécdota nueva, muy emotivo. La gente es muy respetuosa del espacio. Los napolitanos, por ejemplo, vienen y se arrodillan. Locura total. En el cuarto de Diego se persignan. Es una veneración total. Han venido de Suecia, de Noruega, los países nórdicos también, quedan encantados con la casa. Han venido embajadores, saliendo de protocolo, por ejemplo el embajador de Kuwait cuyo equipo jugó en el Mundial que Diego debuta, el de 1982, vino dos o tres veces, trajo una camiseta, muy admirador de Diego. No hay techo, puede pasar cualquier cosa. Lo bueno es que la casa está.
¿Cómo fue durante la fecha en la cual se fue?
CP: Pasó algo muy loco, porque si ven la puerta, con el hollín de una vela, se formó la cara de él, de perfil. Eso se viralizó. Una cosa increíble. Uno tenía miedo que se prenda fuego la puerta o se incendie la casa. A partir de la muerte de Diego hay una consigna de la policía, las veinticuatro horas para cuidar el lugar. Ahora que se levantaron las restricciones por la pandemia, acá van a venir miles de personas. El día que murió Diego había doscientos ciclistas acá, por ejemplo. Hay muchas cosas que hacen a Diego que son inexplicables. Y cuando pasa la gente toca la puerta de la casa, como si fuera la Virgen María. Vienen de todos lados, es algo muy fuerte. Nos pasó con Javier Romero que es docente en el lugar donde nació el Gauchito Gil que no podía avanzar en el recorrido por la casa porque se puso a llorar, se quebró. Uno porque está en el día a día, pero para el que viene por primera vez es muy fuerte y el lugar más fuerte es el cuarto. Y además viene la doble fecha.
Nos miramos y sí: El 30 de octubre es Navidad. Y este 25 de noviembre de 2021 es, por vez primera, el recordatorio de la muerte física del más grande. Silencio.