La burbuja de la Expo Joven y el mundo de la precarización
5.11.2021
Por Martín Damiani
Este 5 y 6 de noviembre se hará la Expo Joven en el Centro de Convenciones Buenos Aires, en la Facultad de Derecho. Promete “oportunidades laborales y talleres para entrar a un mercado laboral cada vez más competitivo”. ¿Marketing macrista o soluciones para los jóvenes?
El evento apunta a jóvenes de entre 16 y 35 años. Contará con “más de 100 empresas, 40 instituciones educativas y ONGs que brindarán 4.000 oportunidades laborales y de formación”. Eso dicen desde el Gobierno de la Ciudad. Esperemos que esta vez, al menos se concreten más promesas laborales que en 2018, donde solo el 1% de los que asistieron, consiguió trabajo. Muchos pibes y pibas denunciaban años anteriores, que iban con la expectativa de conseguir algo, y a veces ni siquiera les aceptaban el CV, o les ofrecían “pasantías gratis”.
El evento fue organizado por el ministerio de Desarrollo Económico y Producción de la Ciudad, dirigido por la UCR. José Luis Giusti al frente del ministerio, y Tomás Mestre como director de Políticas de Juventud de la ciudad. Ambos ex funcionarios de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y buenos amigos de las empresas. Tanto que funciona una sede del Santander dentro de la facultad. Giusti tuvo que renunciar por un escándalo de corrupción. Esos son los organizadores, arrancamos mal.
¿“Empleabilidad” o precarización?
En la página del Gobierno de la Ciudad, prometen “potenciar tu empleabilidad” con charlas, juegos de escape, videojuegos “para conocerte mejor” y talleres para armar CV. Hasta acá parece una burla, lo que falta son trabajos, no currículums. Pero navegando por el sitio oficial, se llega a la parte de las “oportunidades de desarrollo”. ¿Quiénes brindan estas oportunidades? Empresas como McDonald ’s, Burger King, Día, Edenor, varios call centers y agencias de trabajo, conocidas por ofrecer trabajos basura. “Ponele voluntad…”, diría un personaje de El Marginal.
Afuera de la burbuja del centro de exposiciones, casi 1 de cada 10 personas está desocupada, y en los jóvenes, el desempleo es el doble. Hoy, el 70% de los pibes y pibas de las principales ciudades del país, trabajan de forma precaria.
La angustia de no llegar a fin de mes, no poder pagar un alquiler, o vivir sin obra social, son cosa de todos los días. Ni hablar de ir a un recital, al cine, al teatro. Muchos tienen que dejar de estudiar, o buscar más de un trabajo. A veces se hace difícil hasta ir a una entrevista laboral para buscar un mejor laburo. Si trabajas durante el día, no tenés chance.
Por si fuera poco, los ritmos de vida, los turnos rotativos, los horarios cruzados, el cansancio, hacen difícil compartir tiempo con otros. Jugar a la pelota, visitar a un familiar, salir con alguien, o disfrutar de la sexualidad, muchas veces se vuelve imposible. No es casualidad que sea entre las y los jóvenes, donde más aumentó la ansiedad y la depresión en pandemia, sobre todo en las mujeres, y que la segunda causa de muerte, sea el suicidio. Esta es la realidad de una generación que siente que no tiene futuro.
Los responsables
En la pandemia los ricos se hicieron más ricos, y los pobres, más pobres. Las empresas levantaron millones a costa de precarizar a sus trabajadores. Pero no están solos. Larreta, por ejemplo, hizo votar una ley que avala el fraude laboral de Rappi y Pedidos Ya y el peronismo se abstuvo, solo el Frente de Izquierda votó en contra. Además, el jefe de gobierno, fue denunciado por los trabajadores de tránsito de la Ciudad, por tenerlos como monotributistas hace años. Ahora directamente quiere sacar la indemnización por despido. La verdadera “empleabilidad”. Los liberales, como Milei, van un paso más allá y piden “que las empresas hagan lo que quieran con sus trabajadores”, como dijo Espert en el debate en TN.
El Frente de Todos, hace campaña hablando de más trabajo y de “la vida que queremos”, pero le sacaron el IFE a millones en medio de la pandemia y se la pasan subsidiando a multinacionales como Burger King con el ATP, que luego se lo descontaban a sus trabajadores, llegando a cobrar $ 0. Además, con el Programa de Inserción Laboral (PIL) el gobierno cubre la mitad del sueldo de los empleados de empresas como Edenor o McDonald’s. Y después de “escuchar las urnas”, sacaron el plan Te sumo, con el que subsidiarán hasta el 75% del salario, para que las empresas tomen a 50 mil jóvenes, con ingresos desde 15 mil a 30 mil pesos, sueldos de miseria.
Más allá del “ah pero Macri” y el “ah pero Alberto”, en las cosas más importantes, todos juntos están de acuerdo: no quieren tocar la tercerización que dejaron la dictadura y Menem, y dicen que hay que pagarle al FMI, sí o sí, ajustando al pueblo trabajador y reventando los recursos del país. Dentro de este marco, discuten si es mejor pasar la reforma laboral por ley como hizo Bolsonaro en Brasil, o si conviene pasarla por gremio, como impulsó el gobierno en Toyota o metiendo el convenio basura de la UOCRA en petroleras, telefónicas, empresas de luz, gas, agua, aerolíneas. Son “los partidos del monotributo”, quieren trabajadores sin vacaciones, sin seguro y sin aguinaldos, no solo en Rappi, sino en todos lados, como hacen con los 1.600.000 estatales monotributistas. Ahora también las y los docentes, con los planes Fines, Forte y ATR.
La única salida realista
El Frente de Izquierda Unidad, de Nicolás del Caño y Myriam Bregman, es la única fuerza política que habla de la realidad que viven millones de jóvenes, y que acompaña cada una de sus peleas. Pero además es la única que propone una salida real, para terminar con la desocupación y la precarización: repartir las horas de trabajo entre todas las manos, para poder trabajar todos, 6 horas, 5 días a la semana.
Hoy en día 750.000 jóvenes trabajan más de 45 horas semanales. Mientras, la desocupación juvenil supera el 20 % y también crece la subocupación. Si se implementara la reducción de la jornada a 6 horas, sólo en las grandes empresas, se podrían crear 900.000 puestos de trabajo, la mitad de los que se necesitan para terminar con la desocupación. Si a esto le sumamos medidas como no pagar la deuda al FMI o un plan de viviendas y obras públicas, no habría nadie sin techo o sin trabajo.