20.8.2022
Por Martín Suárez
La acusada, Mónica Casalini, tiene varias denuncias en su contra y podría recibir una pena de hasta 10 años de prisión. Ante la protección de Soledad Acuña, las familias volvieron a pedir su remoción del cargo.
Mónica Casalini, golpeadora de alumnos, sigue gozando de la impunidad que le da la defensa por parte de la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña.
A pocas horas de celebrarse el Día de las Infancias en nuestro país, el abandono y la desidia del Estado porteño en niñas y niñas no es una sensación, y la comunidad educativa es uno de los sectores más castigados. Esta semana se conoció el caso de la menor de 11 años que se descompensó en una escuela de Barracas y que falleció este lunes. Una historia de vida llena de vulneraciones, el llamado de urgencia al SAME y una ambulancia que nunca llegó; la mala alimentación de los estudiantes con viandas escolares reducidas en cantidad y de baja calidad; el cierre de hogares en CABA por falta de recursos y presupuesto; y la violencia física y psicológica contra chicos y chicas en manos de la directora de una escuela de Retiro, entre los hechos más conocidos. Las familias piden mayor acompañamiento de la oposición en la Legislatura porteña, que se sumen al reclamo y acompañen el pedido de la comunidad educativa.
El 1 de julio Tiempo sacó a la luz una ola de agresiones físicas, psicológicas y el constante amedrentamiento que sufren estudiantes y docentes de la Escuela Primaria Común Nº 25 Bandera Argentina de Retiro, más conocida como “La Banderita”. Los hechos son perpetrados por la directora del lugar, Mónica Casalini, acusada de golpear a los estudiantes que integran una de las comunidades educativas más vulnerables. La acusada, golpeó fuertemente a un chico de 10 años que estuvo desaparecido varias horas luego de haber escapado de la escuela, tras ser amenazado con ser internado; también golpeó e internó a dos hermanitos en un instituto de menores que vivían con su abuela, y que los vecinos lograron que vuelvan a su casa; insulta a las familias y les prohíbe el ingreso a la escuela en los actos oficiales. Por estos hechos, las familias se movilizaron exigiendo la renuncia de Casalini y que la ministra Soledad Acuña la remueva de su cargo.
A casi dos meses de que estos graves hechos salieran a la luz, Casalini sigue en su lugar con un apoyo manifiesto de la propia ministra Acuña que visitó la escuela de la Villa 31 y se sacó fotos con la acusada. Este viernes las familias volvieron a movilizarse para exigir la renuncia de Casalini, y pidieron que toda la comunidad educativa se sume a este reclamo al igual que los diferentes espacios políticos de la oposición.
“Ya estamos cansadas de esta señora que se cree que puede andar golpeando a nuestros hijos cuando se le cante. La queremos presa, pero antes que la aparten de su cargo porque esto no da para más”, exclama a Tiempo Norma, que lleva a sus dos hijos de 8 y 11 años a La Banderita. Las familias afirman que Casalini provoca constantemente a la comunidad educativa y está buscando que “todo explote, no podemos seguir dejando a nuestros hijos en este lugar si esta señora sigue como directora. No le pedimos, le exigimos a Soledad Acuña que la renuncie”, agrega.
Como lo denunció la comunidad educativa en reiteradas ocasiones, la directora de La Banderita cuenta con protección política. La propia Casalini hace alarde de esa situación frente a familias, docentes y estudiantes, gritando que nadie la mueve de ahí porque tiene amigos en el ministerio de Educación. Pero la agresión no es solo contra niños, niñas y las familias, también persigue a maestras y ejerce violencia psicológica: “Después de varias denuncias Casalini sigue estando en el cargo. Y son muchas las denuncias que tiene no solo administrativas, también policiales y penales”, explica a Tiempo Florencia Diasprotti, maestra y delegada de la Escuela Mugica. La docente recuerda que tras una movilización de las familias donde exigían la renuncia de Casalini, al otro día la Ministra Soledad Acuña se acercó a la escuela y se sacó fotos con la directora acusada. «Más que una señal de apoyo esas fotos son una amenaza de la ministra hacia la comunidad educativa, pero estamos acostumbradas a que el gobierno de la Ciudad no escuche a la comunidad educativa de la Villa 31, que ahora sostiene en su cargo a una directora que golpea a estudiantes y violenta a las familias», suma Diasprotti.
Raquel Saravia, abogada de varios integrantes de la escuela La Banderita que judicializaron la situación, aseguró a Tiempo en su momento que los delitos que varios testigos le atribuyen a la directora Mónica Casalini están contenidos en el artículo 91 del Código Penal, y que “podría recibir una pena que va de los 3 a 10 años de prisión efectiva”. La letrada pide la separación del cargo de Mónica Casalini por torturas psicológicas y violencia agravadas, ya que es la persona encargada de la guarda de los estudiantes.
“Parece una película de terror esto, pero es verdad. Yo tengo a mis tres hijas acá y no voy a permitir que Casalini ni nadie maltrate a mis hijas, ni yo les grito en mi casa y mucho menos les levanto la mano. Queremos que renuncie esta mujer”, señala Lucía, mamá de tres nenas que envía a sus hijas a la escuela. Las familias no se sienten acompañadas por los espacios políticos opositores al gobierno porteño y reclaman mayor apoyo en el pedido de renuncia de Casalini. “En todos lados nos boludean”, cuenta Lucía, cuando vamos al ministerio a denunciar la violencia de Casalini nos atienden psicólogas, como si nosotras fuéramos las locas y no esta mujer que golpea a los pibes”, remata.
Se suman denuncias de violencia infantil contra la directora protegida por Soledad Acuña
Mónica Casalini, de la Escuela La Banderita, fue acusada de maltrato físico y psicológico a un nene de 10 años. La abuela de otros dos chicos afirma que los mandó a internar. Para Ciudad es una «mujer que inspira».
Mónica Casalini es la directora de la Escuela Primaria Común Nº 25 Bandera Argentina de Retiro, ubicada en las inmediaciones de la Villa 31. Su presencia en “La Banderita” causa temor en docentes, estudiantes y familias, y acumula denuncias por “maltrato infantil”, una figura que incluso puede contemplar prisión efectiva. Como reveló Tiempo, días atrás fue acusada de agredir verbal y físicamente a un niño. La comunidad educativa se movilizó para pedir su renuncia o remoción, pero la respuesta de la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, no solo fue sostenerla sino que exhibió gestos desafiantes, como el jueves pasado cuando visitó el establecimiento y se mostró junto a Casalini para brindarle su apoyo. No solo eso. En la web oficial del Gobierno de la Ciudad la rectora es destacada como una “mujer que inspira” y que a “su compromiso pedagógico también le suma la contención social”.
Días atrás, A. un alumno de 10 años, estuvo desaparecido varias horas tras haber escapado de la escuela, luego de ser golpeado y recibir amenazas con que iba a ser internado. A raíz de este hecho, la familia denunció a la directora en el Ministerio Público Fiscal por “violencia física y psicológica”. En el texto, al cual accedió Tiempo, se detalla que A. terminó con el labio ensangrentado en el ensayo del acto por el Día de la Bandera, después de recriminarle a Casalini que anteriormente había golpeado contra la pared a un amigo suyo y le había roto un zapato. «Dijo que él se tiró solo y después empezó a gritar y me empezó a amenazar en frente de todos», relata el niño en la causa. «Me empujó contra la pared y me rompí el labio». Cuando le levantó la mano para golpearlo fue frenada por una docente. Después se lo llevan a las oficinas de dirección. Aparecen tres maestras a defenderlo, «y les dijo: retírense porque no es su alumno». Y le advierte al chico: «No le digas nada (a tu mamá) o vas a ver». Cuando A. intenta irse, la directora (según el relato de testigos, incluidos docentes) le exige al profesor de inglés que lo agarre, y llama al SAME porque “se tenían que llevar al chico porque estaba loco”, “que había un chico especial”, de acuerdo a la denuncia. Finalmente A. logra escapar. Por temor no va a su casa. Termina deambulando por el barrio hasta la noche.
“Cuando Casalini dice que va a internar a un estudiante lo cumple”, advierte una maestra de La Banderita. Así lo hizo con dos hermanos de 8 y 7 años, según denuncia su abuela, Noemí Medina, que hoy está al cuidado de ellos. “Los fui a buscar a la escuela como todos los días y no salieron, los esperé como 20 minutos en la puerta y luego entré”, revela. Al ingresar reclamó dónde estaban sus nietos. Nadie respondía. “Me metí en la dirección, pregunto por Facundo y Zoe y alguien me dice que estaban encerrados en un aula. La veo a la directora y le pregunto por qué, y me dice que los chicos estaban sucios y que los iba a internar”, agrega. “Es mentira, los envío todos los días bañados y con el guardapolvo blanco. Después la directora me dijo que los interna en el correccional porque se portaban mal”. Los chicos estuvieron dos semanas alojados en el Centro de Atención Transitoria N° 2 de Chacarita. Luego de varios trámites, volvieron con su abuela, que anticipa: “Voy a denunciar penalmente a Casalini”.
“Nuestros niños y niñas necesitan mucha ocupación. Hay que restituirles derechos, los cuales no tuvieron durante mucho tiempo, y el derecho principal es el de la educación”, asegura Casalini en la página de Ciudad. Allí se relata que la directiva participó de la Escuela de Verano. “Desde chiquita, ya cuando estaba en el jardín, jugaba a ser maestra. Considero que para que todo suceda tenemos que accionar, no tener miedo, animarnos”, continúa Casalini, quien además trabaja de asesora pedagógica en el programa Centros de Acompañamiento a las Trayectorias Escolares (CATE). Quienes trabajaron con Casalini marcan determinados momentos en los que se la ve «sacada», desbordada, agresiva: “una persona que está continuamente al borde del colapso”, la definieron.
“Puteadora, autoritaria». De los golpes a niños delante de todos «testigos sobran, pero tenemos miedo porque el día de mañana nuestro trabajo puede depender de esta mujer y esta gente con poder es muy peligrosa”, explica una maestra que trabajó con ella en la Escuela Primaria N° 14 Capitana María Remedios del Valle, en Villa Soldati: «entró como secretaria suplente y se quedó en ese puesto casi tres años”. Cuenta que el rasgo más saliente «es el desprecio profundo a la comunidad educativa y las poblaciones con bajos recursos con frases como ‘Mirá, se lleva la leche a la casa pero tiene zapatillas nuevas’ o ‘estos planeros de mierda ignorantes’”.
“Una vez citamos al papá de un nene que casi no hablaba en clases, y cuando nos pusimos a dialogar con él tenía un dialecto muy cerrado, ellos en la casa hablaban en quechua o aymará. Y Casalini de manera despectiva le dijo que hablaba peor que su hijo”, recuerda la docente. Rodrigo es facilitador pedagógico digital en la Escuela 14 DE 19 de Soldati y también trabajó con Casalini: “Siempre buscó lo mejor para ella. En mi escuela hizo ‘equipo’ con la vice y le movían el piso a la directora”. Y recuerda: “Había un estado de urgencia que generaba. Si estabas dando clases y Casalini no podía imprimir una hoja, te hacía parar la clase para que le soluciones el problema. Debíamos parar todo porque la señora lo decidía. Ningún capricho está por arriba de una clase”.
Las fuentes consultadas sostienen que su ingreso como directora de La Banderita «fue turbio». Una persona allegada que hizo el curso de conducción junto con ella afirma que no lo aprobó. Lo que sí parece probado es su cercanía con las autoridades ministeriales.
El agravante de ser la que debe cuidar a los niños
La directora de La Banderita cuenta con protección política. Así lo denuncia la comunidad educativa. Ella misma hace alarde de esa situación frente a familias, docentes y estudiantes. “En primer lugar lo que pido es la separación del cargo de Mónica Casalini. Hice una ampliación de una denuncia penal, porque las torturas psicológicas y violencia física que hace esta mujer tienen un agravante: es la persona encargada de la guarda del niño, por eso son delitos agravados”, explica a Tiempo Raquel Saravia, abogada de la familia de A., el niño de 10 años golpeado, y de varios integrantes de la escuela La Banderita. Los delitos que varios testigos le atribuyen a la directora Mónica Casalini están contenidos en el artículo 91 del Código Penal. “Esta mujer podría recibir una pena que va de los 3 a 10 años de prisión efectiva”, advierte la abogada. La letrada, además, denuncia que a su representado legal le están ofreciendo una vacante en otra escuela. “En estos casos el Ministerio de Educación de la Ciudad debe separar al docente violento, no al alumno, como quieren hacer con el niño”.