2.1.2023
Por Martín Suárez
Familias, docentes y alumnos marcharon contra el cierre de profesorados, que decidió Ciudad el 23 de diciembre. Otro hecho que marca un año signado por la “derechización” y la desinversión: desde la prohibición del lenguaje inclusivo hasta la falta de vacantes o las denuncias a familias por las tomas de colegios.
Mientras Horacio Rodríguez Larreta busca instalarse como el candidato de Juntos por el Cambio a la presidencia, ayudado ahora con la coparticipación, la política educativa de la Ciudad puede ser un anticipo de lo que se proyectaría a nivel nacional. En ese sentido, el 2022 termina como arrancó: con ataques a la comunidad educativa, cierres de carreras y marchas de docentes, alumnos y familias.
Camino a sus ocho años de gestión, Larreta y su ministra de Educación, Soledad Acuña, no solo dejan a CABA con el presupuesto educativo más bajo de toda su historia (poco menos del 17% del total, diez puntos menos que hace 15 años) sino que además este año fue el área predilecta de los ataques oficiales. La última novedad es el anuncio del cierre de históricos profesorados en favor de la UniCABA, lo que motivó una masiva movilización el jueves, reclamando por “el derecho a la educación superior”.
La lista de hechos es larga. Recorte a la educación especial; eliminación de materias de terciarios, la interrupción del proceso de inscripción a carreras; al menos 13 escuelas sin clases por roedores; la persecución a maestros, familias y estudiantes que terminaron tomando colegios en reclamo por mejoras edilicias, por el mal estado de las viandas y en oposición al trabajo gratuito de las pasantías laborales.
A esto se suma la carencia de docentes que generó decenas de miles de horas sin clase, el robo de más de mil computadoras en menos de un año y el pase compulsivo a jornada extendida de decenas de establecimientos que obligó a modificar las rutinas familiares. Pero el origen de todo es la falta de inversión, sobre todo en infraestructura. A principios de año se conoció la falta de más de 56 mil vacantes en el sistema público, número récord para la Capital Federal. En los últimos 9 años, el PRO creó apenas 4816 vacantes en nivel inicial: 535 por año. Una cifra escasa que solo cubre el 21% de quienes quedaron excluidos este año en ese sector.
Derechización de la política educativa
El 2022 también fue el año de la “derechización” de la educación porteña, en el marco de ambiciones personales de Soledad Acuña para candidatearse a jefa de gobierno, intentando captar el voto libertario y del ala dura de JxC. “La ministra se esfuerza por mostrar públicamente una postura de dureza e inflexión. En nombre de la ‘calidad educativa’ prohibió, por ejemplo, el lenguaje inclusivo en las aulas, argumentando que atenta contra el aprendizaje de las habilidades de lectura y escritura, lo cual nunca pudo mostrar con ningún estudio”, señala a Tiempo la legisladora porteña Maru Bielli (FdT).
Para la presidenta de la comisión de Educación en la Legislatura, otro ejemplo fue el abordaje de las tomas de escuelas: “La Ciudad optó por negar canales de diálogo ante las demandas legítimas de las y los estudiantes que pedían comer bien, discutir en qué condiciones realizarán las prácticas profesionalizantes el último año de su secundario y estudiar en condiciones dignas”. Y acota: “Pero tal vez la mayor expresión de este desgobierno como práctica sistemática es la caída de 10 puntos del presupuesto educativo desde que el PRO gobierna la Ciudad”.
En octubre, Bielli propuso la creación de un contador de horas oficiales sin clase por falta de docentes en CABA. En apenas dos semanas, a partir de datos oficiales de Actos Públicos de la Ciudad, contabilizó 20.235 en el secundario y un promedio diario de casi 200 cargos docentes sin cubrir en primaria.
La mala alimentación
Lo (mal) que se come en los establecimientos educativos es otro signo de la gestión, que sigue “premiando” a las empresas que dan el servicio. En abril, la Ciudad publicó que pagará 12.000 millones de pesos a las firmas concesionarias de las viandas en las escuelas, algunas aportantes del PRO y muchas denunciadas por intoxicaciones.
En mayo comenzaron las acciones estudiantiles contra las pasantías laborales gratuitas, algunas de ellas en las propias empresas que dan las viandas o en lugares tan disímiles como hoteles cinco estrellas donde tenían que comprarse la ropa de mucamas. En septiembre, tras cinco meses de falta de diálogo, apelaron a la toma de escuelas. Reclamaban mejoras edilicias, por el estado de la comida y por las pasantías.
“Si bien lo peor que le ocurre a la educación porteña es la propia ministra Acuña, este 2022 la situación más grave fue la persecución a estudiantes secundarios que reclamaban por sus derechos”, lanza la legisladora porteña Amanda Martin (FIT), secretaria adjunta del gremio docente Ademys, en referencia a las tomas de septiembre. “La persecución vino acompañada con notificaciones a los domicilios de las familias de estudiantes. También a docentes. Ademys lo sufre en carne propia con sumarios y desafueros como ocurre con Jorge Adaro. Todo aquel que cuestione la política educativa es objeto de persecución y sanciones”.
Eduardo López, secretario adjunto de UTE–CTERA, coincide en que uno de los hechos más graves de 2022 fue la persecución a estudiantes y familias, “pero también el intento de extender la jornada escolar a los sábados. La ministra dijo que era obligatorio ir a capacitarse esos días, cuando históricamente desde 1958 la realizamos durante la semana. Por eso la docencia no asistió a ninguna jornada”. López asegura que ese intento fue “un fracaso total. Cuando la ministra vio que no iba nadie, cambió el discurso y dijo que era optativo y que a los que fueran le daban 8 mil pesos: asistió menos del 1%. Ni siquiera el propio electorado docente del PRO participó de esa barbaridad porque hay una conciencia de los derechos laborales. Hay una imagen que es muy fuerte, en la primera jornada de los sábados, la Ciudad alquiló el aula magna de la facultad de derecho donde entran mil personas y apenas fueron 20”.
Durante 2022, la educación superior fue la que sufrió mayores ataques. En junio Acuña anunció el recorte de 24 materias y la quita de 400 horas de estudios en profesorados. A mediados de este mes publicó el remate del edificio donde funciona la UniCABA (Paseo Colón 255) y la fusión de esa universidad con los institutos Romero Brest y Federico Dickens.
El viernes 23 de diciembre, horas antes de Noche Buena, los institutos de formación docente Alicia Moreau de Justo y el Mariano Acosta, fueron notificados del cierre de la inscripción 2023 para los profesorados en Física y Lengua y Literatura. Beatriz Frenkel, rectora del Alicia Moreau de Justo, aseguró a Tiempo que “el cierre de la cohorte 2023 del profesorado en Física, es el paso previo al cierre de la carrera. Desde el Ministerio de Educación, argumentaron que se debe a que hay pocos inscriptos en el instituto y que los derivarán hacia otros profesorados”. La comunidad educativa se movilizó este jueves y planean judicializar la medida.
Cierre de carreras y de edificios
En marzo, Soledad Acuña confirmó que iba a dejar de dar clases a estudiantes con discapacidad mayores de 22 años en las escuelas especiales que ofrecen formación laboral e integral. Se sumó a la quita del Palacio Ceci a la comunidad sorda de la Escuela N° 28 Bartolomé Ayrolo de Devoto, que lo usaba desde hacía 84 años. Ahora será transformado para fines turísticos.
En noviembre, la Ciudad eliminó cinco carreras técnicas de los institutos de formación superior, sobre todo con tendencia a sociales y derechos humanos, y la carrera en Ceremonial y Protocolo. Según el director de Gestión de Aprendizaje a lo largo de la Vida del gobierno porteño, Juan Pablo Becerra, el argumento para cerrarlas fue que “se ha contemplado el contexto coyuntural imperante a fin de definir la oferta estratégica para la Ciudad, priorizando aquella con mayor requerimiento del sector socio-productivo”.
Ratas
En noviembre de este año, un relevamiento sobre la presencia de roedores en escuelas porteñas. En apenas dos meses, fueron 13 los establecimientos educativos que denunciaron la aparición de ratas, aunque familias y directivos de escuelas aseguran que son muchas más pero que, por diferentes presiones, muy pocas hacen público el tema. En el mismo sentido, la Defensoría del Pueblo porteña registró este año una docena de denuncias formales por presencia de roedores en diferentes escuelas porteñas, y exigió al Gobierno porteño que “avancen de forma urgente con las tareas de desratización, desinsectación e higiene de la vía pública en los alrededores de los establecimientos escolares”, destacó el organismo. Durante el ciclo lectivo, muchas familias decidieron dejar de enviar a sus hijos a la escuela dado que las ratas deambulaban en las aulas, en el patio y en el comedor.