8.10.2013
Walter Bulacio tenía 17 años el 19 de abril de 1991 cuando fue detenido durante una razzia policial en las afueras del Estadio de Obras donde tocaba la banda Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Junto a cientos de jóvenes fue llevado a la Comisaría 35ª, donde recibió una brutal golpiza. A la mañana siguiente, Bulacio fue internado de urgencia y una semana después murió como consecuencia de los golpes recibidos.
La abogada María del Carmen Verdú destacó poder haber alcanzado esta instancia de juicio oral, a pesar del tiempo transcurrido. Aunque objetó que Miguel Ángel Espósito esté siendo juzgado únicamente por la privación ilegal de la libertad de Bulacio, en lugar de “torturas seguida de muerte”; que sólo se haya tomado en cuenta su caso y no el de los cientos de jóvenes detenidos y apaleados la misma noche de abril de 1991; y que no se haya incluido en el proceso la responsabilidad de todos los que integraban la cadena jerárquica desde el último policía en la calle hasta el Ministerio del Interior de la Nación: “llegamos, pero no porque nos hayan regalado nada sino porque se lo arrancamos a fuerza de organización y lucha. Todos los gobiernos desde 1991 hasta acá han hecho un esfuerzo monumental, incluso a veces rayando en el absurdo sobre todo en estos últimos años, para tratar de sepultar la causa Bulacio, junto con el cuerpo de Walter. No pudieron porque hubo una constancia militante que se los impidió, y eso nosotros lo valoramos enormemente porque demuestra que es el camino. En segundo lugar, aún en estas condiciones acotadas, este juicio nos permite volver a poner en discusión que no estamos ante un tema del pasado, porque cuando hablamos de Bulacio no hablamos de algo que pasaba antes y ahora no pasa más o pasa menos. Ocurre de manera diferente en algunos casos, entre otras cosas porque ya no hay esos recitales masivos en pleno ámbito urbano, ahora se van a tocar a lugares alejados, pero también porque se ha concentrado esa represión de carácter preventivo, no en forma indiscriminada sobre los sectores medios como los pibes que tienen la plata para ir a pagar un recital de estos que son caros, sino fundamentalmente en el control social en los barrios, sobre los hijos de los trabajadores, y por eso si en 1991 no llegábamos a cien casos registrados en todo el país de gatillo fácil y tortura hoy estamos hablando de más de cuatro mil. Antes teníamos uno o dos muertos por mes y hoy tenemos uno por día. Han cambiado algunos métodos, mecanismos, entre ellos fundamentalmente los que tienden a invisibilizar aún más la represión estatal y a naturalizarla hacia el interior de la clase que la padece con muchísima mayor fuerza”, afirmó Verdú.
Al ser consultada acerca de lo que implica estar en esta instancia de juicio oral siendo la abogada de la familia Bulacio desde el comienzo de la causa, Verdú reflexionó: “el caso de Walter Bulacio es sin duda emblemático, el más visible y con mayor repercusión de medios, pero es uno más de los centenares de casos de represión policial, de muertes por gatillo fácil o tortura en cárceles y comisarías en las que intervenimos y militamos desde CORREPI. Sin embargo, viendo lo que significa para la organización se entiende con mucha más claridad, por un lado, que sin el trabajo colectivo, la militancia común y el esfuerzo compartido nunca hubiéramos llegado hasta acá; y por el otro lado tiene una envergadura distinta también lo que te pasa a nivel individual, porque si lo tengo que pensar a nivel individual lo primero que tengo para decir es que cuando comenzó la causa yo tenía la edad que tiene hoy mi hijo mayor, y eso es bastante fuerte. Han pasado casi 23 años y el análisis que se puede hacer pasa por el lado de que en aquel momento éramos cuatro loquitos sueltos que intentábamos generar una herramienta antirrepresiva, intentábamos que los organismos tradicionales, las organizaciones políticas, las juventudes, tomaran e incorporaran dentro de su agenda cotidiana los temas vinculados con la represión en democracia y veníamos de fracaso en fracaso desde hacía años, apenas con un poco de posibilidad de organizar en algún barrio, como Budge, Fiorito, Matanza, a partir de algunos casos puntuales. De repente Bulacio nos puso en el ojo de la tormenta, nos dio un nivel de visibilidad que facilitó enormemente ese saldo organizativo que por lejos es el mérito más grande y es lo que nos deja Walter como elemento tan absolutamente positivo, ese potencial que tuvo de darnos ese empujón final para decir que teníamos que ser una organización nosotros mismos”.
En los últimos días, Verdú fue protagonista de varias notas en medios tradicionales tras declarar que el Indio Solari, líder de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, no había sido solidario con el avance de la causa. Molesta por el alcance e interpretación de sus palabras, la abogada explicó: “no veo el sentido de discutir con alguien que 23 años después tengo que volver a decir que no conocemos, no lo hemos visto nunca porque nunca estuvo. Entiendo que es un personaje que para los pibes es importante pero también podríamos estar discutiendo con Palito Ortega llegado el caso. Tampoco hay mucho que discutir, lo que pueda llegar a decir o dejar de decir es una cuestión retórica. Partamos de una base simple, todos los que estuvieron en torno de la pelea por Walter desde un primer momento se acuerdan de los festivales en la 9 de julio, Parque Rivadavia, todos lados; todos los que han seguido a Correpi con cierta asiduidad no solamente por Walter sino en infinidad de otras circunstancias en las que permanentemente hemos tenido contacto con el mundo del rock… yo creo que sería dificilísimo poder enumerar todas las bandas y artistas que en una o varias oportunidades estuvieron, ayudaron, convocaron desde los recitales, nos dieron una mano para juntar plata para por ejemplo poder viajar a hacer la denuncia ante la Corte Interamericana sin la cual no estaríamos hoy con este juicio”.
Verdú también hizo referencia a un trabajo realizado el año pasado junto a FM La Tribu, el disco Cuerpo, con canciones a partir de Mariano Ferreyra, donde todos los artistas convocados colaboraron de manera desinteresada para difundir lo que llamó “otro paradigma”: “podríamos decir la otra cara de la moneda de Walter. Si Walter es el emblema de la represión preventiva, del control social, del disciplinamiento en los barrios y en las calles, Mariano Ferreyra es el paradigma del militante asesinado en una movilización defendiendo los derechos de los trabajadores. También allí recurrimos al rock y estuvieron todos los que integran el enorme aporte, bellísimo además, que es este CD Cuerpo. En toda esa historia, los Redondos no aparecen, y ese es un relato de la realidad, que después cada cual lo explique como quiera o pueda”.
La próxima instancia del juicio contra Espósito será el viernes 11 de octubre, a partir de las 10, cuando la querella, a cargo de CORREPI, presente su alegato, en la sala de audiencias ubicada en Paraguay 1536. Luego, al mediodía, se realizará un festival en Callao y Paraguay.