Sobre la ley de centros culturales: ¿Legalizando la contracultura?
5.1.2015
REVISTA EL ABASTO – NOSDIGITAL – INDYMEDIA
Fue aprobada en la Legislatura Porteña la llamada "Ley de Centros Culturales". Los partidos políticos Frente Para la Victoria y el PRO votaron por unanimidad. La noticia salió con bombos y platillos en Pagina 12, Clarín y La Nación.
Con este anterior párrafo está todo dicho y podríamos concluir esta editorial, pero bueh…
Todo legal, todo será medido
El 29 de Diciembre quedó promulgada esta ley que fue promovida por el espacio MECA (Movimiento de Espacios Culturales Autónomos) y otros grupos afines. El MECA en un principio intentó llevar al poder legislativo porteño este proyecto de ley como una iniciativa popular, mas luego el FPV tomó la posta.
Para que entre a regir, falta el visto bueno o la vetación del poder ejecutivo.
No está en discusión la motivación del MECA en estas notas urgentes. Fueron meses, luego del desalojo de la Sala Alberdi (marzo 2013), de hostigamiento hacia casi todos los espacios culturales autónomos de la ciudad, hubo allanamientos, hubo robos que ejecutaron uniformados de la Policía Metropolitana, hubo clausuras y hasta desalojos en varios espacios de la ciudad. Tampoco, por supuesto, está en discusión la necesidad de la existencia de esos espacios. La única duda planteada es si la solución a tanto atropello es una ley.
La ley, cualquier ley, dice muchas cosas que no se cumplen, la ley protege derechos que el mismo ente que debería resguardarlos los vulnera.
Al entrar en rigor esta nueva ley, todo espacio cultural que hasta ahora era autónomo y autogestionado queda encasillado en las gafas del estado. Los centros culturales serán catalogados, clasificados, e inspeccionados más aún.
Habrá una clasificación por metro cuadrado, la ley ordena establecer categorías, a las que rotula con letras.
La ley no clausura las clausuras, las refuerza con normativas, y para colmo establece requisitos que son excluyentes para quienes andamos de a pie. Para habilitar un espacio auditorio se deberá contar con una suma importante de dinero para contratar a la empresa que hace el estudio
Avanzan los negocios y la exclusión
La cultura es un negocio y la cultura la manejo yo – así piensan los funcionarios del estado, así lo demostraron con el caso de la Sala Alberdi. Sólo quienes allí pasaron un rato o unos ratos saben que todo el fenómeno de la toma de la sala de teatro y el acampe de principios del 2013 fue un hecho cultural profundo para quienes allí andaban resistiendo. ¿Y qué resistían esas personas? Justamente, que la cultura no sea un negocio, que no se privatice la cultura.
Claro que a lxs funcionarios de gobierno esto de la resistencia no les gustó e hicieron todo tipo de canalladas porque no querían resolver el conflicto, querían continuar con sus planes de privatización y elitización, tan resueltxs estaban que no dudaron en ordenar una represión descomunal hacia artistas, periodistas y solidarixs, represión que dejó un saldo de 3 compañerxs heridos de bala de plomo, uno de ellos, todavía tiene el plomo en la pierna, al día de hoy.
La cuestión base que motiva a lxs funcionarios es entender a la ciudad de Buenos Aires como una empresa, no como una ciudad, es una empresa de turismo que debe ser rentable, (y lo es), atractiva para el turista medio o alto, pulcra al punto de parecerse a cualquier otro punto turístico urbano del planeta. La cuestión es el negocio y a la cultura no pueden verla como otro cosa que una parte del negocio.
Otrora gobiernos militares atrayeron al turismo e intentaron ocultar sus crímenes con megaeventos como la copa de futbol mundial, para lograrlo deseaban ocultar lo "feo", como una villa de emergencia, así fue que ocultaron un barrio al que se conoce como Ciudad Oculta.
Los gobiernos actuales y recientes sobre ese concepto de ciudad atractiva para turistas vienen sacando a palos a la gente en situación de calle, y también a la gente que se la rebusca vendiendo sus artesanías o cosas usadas o cosas compradas en la calle, en la vereda.
En San telmo, otrora barrio obrero de rebosante cultura popular, policía de diferentes uniformes no permiten que se expresen los músicos callejeros.
Corre el 2009 y Macri – en plena campaña electoral – no titubea en ordenar el desalojo de una huerta, sí, una huerta comunitaria, llamada Huerta Orgázmika. Con cínicas excusas golpearon al perro y al compañero que cuidaban esa noche el lugar y no conformes con ello una topadora arrasó con todas las plantas (verduras, hortalizas, hierbas de uso medicinal), desgarrándolas de la tierra y arrojándolas a basureros.
Todo el hostigamiento a los espacios culturales alternativos ejecutados por el gobierno, ¿de donde surgen? de la necesidad del estado de controlarlo todo y eliminar o alejar aquello que no le favorece.
Hecha la ley, hecha la trampa
Pero nosotrxs no somos quienes podremos hacer trampa, porque está todo medido y premeditado en la nueva ley, la trampa la hará el gobierno, que por más ley o derecho que tengas a tu favor, lo que rige la acción del gobierno es el negocio y el poder, no custodiar tu desarrollo como individux curiosx, no, el negocio es el negocio y rige el mercado en el mundillo capitalista-patriarcal que todavía atravesamos.
El modus operandi del gobierno es siempre el mismo, no cambia aunque cambie el funcionario. Ayer entraba sin permiso a inspeccionar un centro cultural y lo clausuraba porque la gente bailaba un tango y la habilitación era para despacho de bebidas, (caso El Café de los Patriotas), mañana actuará igual con el beneplácito de una ley que vos mismo pediste.
No existía hasta este momento una ley que reconozca a los centros culturales, y esto les daba autonomía, porque si de cultura hablamos, y más específicamente de contracultura, es decir, una alternativa al mercado de la cultura o la cultura establecida, estas alternativas deberán resistir en el mundillo de las habilitaciones del estado, y eso, no está bueno, no está bueno Buenos Aires.