Biblioteca Nacional
23.3.2016
Ante la incierta situación de la institución, publicamos estas reflexiones de María Pía López, socióloga, ensayista, investigadora, docente y ex directora del Museo del Libro y de la Lengua.
Por María Pía López
En estos días circuló una solicitada de muchas y muchos intelectuales de distinta orientación política, tendencias estéticas, criterios valorativos, pidiendo prudencia con la Biblioteca Nacional y defendiendo a sus trabajadores.
Hoy circularon telegramas, emitidos por el Ministerio de Cultura contra trabajadores de la Biblioteca Nacional, declarándolos prescindibles. ¿Será que el Ministerio prescinde de la opinión de los agentes de la cultura, escritores, teatristas, intelectuales? ¿Qué Ministerio de Cultura hay sin activistas por abajo? Siempre recuerdo el precioso texto de asunción de Gilberto Gil en Brasil: el Estado no crea cultura, pero sí es capaz de vincularse activamente con sus productores.
Hoy telegramas llegaron a las casas de trabajadores aterrados. Algunos de ellos, tienen muchos años en la Biblioteca Nacional, no están comprendidos en el decreto amenazante que pone en suspenso los años 2013 a 2015. La actual directora de la BN, que fue subdirectora en la gestión más hermosa y vital que tuvo la institución, dijo que renunciaba si esto ocurría. Temerosa, también, porque es una profesora de una universidad pública con alumnos recelosos a los despidos. Así que quizás lo próximo que circule sea la acefalía de la Biblioteca.
Y después circula el fantasmal nombramiento de Manguel. Que, como bien sabrá, no por estar lejos está eximido de responsabilidades. Una ética del escritor es también la del hombre público, que sabe -lo aprendimos en estos años de trabajo en el Estado- que cada decisión de gestión es ética y política, y se vincula a nuestros escritos y capacidad reflexiva. No se es director de la BN a distancia de los despidos, se es el intelectual que presta su nombre para legitimar esos despidos. Quizás también él de un paso al costado, para preservar su nombre, su prestigio, la pregunta por la ética de una escritura.
Entonces, si eso ocurre, ¿qué Ministerio de Cultura es sólo hechura de CEOS?, ¿Qué es sin agentes culturales y sin trabajadores? ¿Qué es: un organigrama de despidos, una vocación por los listados, un vacío que llenará el mercado?